VIOLENCIA DE GÉNERO: UNA VIEJA MELODÍA.

VIOLENCIA DE GÉNERO: UNA VIEJA MELODÍA.

Por Rossana Montalbán

Mirar y habitar el mundo, la vida intelectual, el arte y sobre todo, en este caso, la música desde la militancia feminista y desde el enfoque de género es asumir, reivindicar y defender nuestro rol como sujetos de derecho, como ciudadanas de primera y no de segunda clase.  

En los ámbitos creativos, históricamente la música ha sido un lugar especialmente machista, misógino y sexista. Un espacio en el que temáticamente la mujer ha sido anulada intelectual y creativamente siendo relegada al lugar de musa u objeto sexual símbolo de la tentación exclusivamente carnal en concordancia con el mito judeocristiano, alimentando todo el imaginario del rock and roll y de la música popular hasta nuestros días. Paralelamente a la prevalencia de este discurso patriarcal inserto en la creación musical y en la industria, desde los inicios del siglo XX, se desarrollaron influyentes mujeres pioneras que abrieron caminos en las artes musicales. Cantantes, compositoras, directoras de orquesta, instrumentistas y arreglistas que transformaron la historia de la música popular. Nombres como Bessie Smith, Nina Simone, Sweet Emma Barrett, Margie Hyams en el jazz y el blues. Sister Rosetta Tharpe en la ejecución de la guitarra eléctrica y de la evolución del blues al rock and roll, tardíamente reconocida como la madre del género, su nombre no figura en ninguno de los principales relatos dedicados a revisar la línea de tiempo del rock. La primera heroína de la guitarra, una mujer negra en tiempos de profunda segregación racial y violencia de género. 

La historia de la música popular ha sido también una historia del machismo, de la violencia de género y de la violencia patriarcal. De mujeres y disidencias cuya imagen y sonido fueron silenciados, negados, borrados de la historia. De disidencias oprimidas obligadas a callar y disfrazar su condición. De mujeres lesbianas obligadas a ser símbolo de feminidad. De mujeres golpeadas como Tina Turner ante la complicidad de toda una industria. De mujeres culpadas por separar a una banda como lo fue Yoko Ono. De mujeres con talentos ninguneados solo por ser mujeres. De pioneras olvidadas en la utilización de máquinas y sintetizadores. De ejecutivos discográficos abusadores y violadores. De cantantes cuyas carreras fueron saboteadas por decir NO. De canciones y discursos que fueron censurados por hablar de menstruación, vagina, aborto y deseo sexual.

“Las mujeres son anarquistas y revolucionarias naturales, porque siempre han sido ciudadanas de segunda clase y han tenido que abrirse su propio camino», escribió Kim Gordon en su autobiografía. Pues bien, a esa frase también habría que agregarle que las mujeres somos oprimidas naturales solo por ser mujeres como bien expresa LAS TESIS en su canto performático: “El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves”. Fue precisamente ese canto performático el que marcó un antes y un después en el actual Chile movilizado, logrando llevar la protesta social hacia el eje del feminismo integrando poderosos elementos artísticos que lograron combatir astutamente la criminalización de la protesta. Con esa gesta se confirmó al feminismo como motor esencial del gran cambio social, político y económico que urge. 

Por largo tiempo el circuito musical local mantuvo excluidas las miradas críticas y militantes, predominando el silencio y la complicidad ante la violencia de género y el machismo, así se comprobó tras cientos de testimonios y denuncias realizadas por compositoras, instrumentistas, productoras, cantantes que habían sido objeto de violencia de género en sus espacios laborales creativos, giras, grabaciones, etc, etc, etc. Actualmente en el territorio movilizado que es Chile luego del 18 de octubre de 2019, el feminismo y la lucha de género en el quehacer musical han adquirido nueva relevancia. Experiencias como FemFest hace veinte años son hasta ahora una de las principales instancias que han levantado el discurso feminista desde la música como una instancia para bandas de mujeres y disidencias desde la esfera absolutamente underground, cuidando y reforzando ese mismo carácter. A iniciativas así de pioneras se han sumado en estos últimos años diferentes proyectos con diferentes miradas, entre ellas RUIDOSA, LA MATRIA, UDARA, MÚSICAS EN RED, IMUVA y TRAMUS que reflejan la existencia de distintos feminismos, buscando conformar redes de apoyo, difusión y creación para la música hecha por mujeres y para mujeres. Así la incidencia del movimiento feminista en las mujeres trabajadoras de la música, desde compositoras, instrumentistas, cantantes, productoras, periodistas, videastas, managers y gestoras, es palpable e irrevocable, con un trabajo autoconvocado y autoarticulado promoviendo los derechos de mujeres y disidencias interviniendo una industria y un circuito que por décadas no quiso hacerse cargo.

Sobre las distintas formas de violencia de género y sobre la incidencia que el movimiento feminista está teniendo en el circuito musical conversamos con cuatro músicas cuyas miradas y experiencias de largo bagaje revelan el estado actual de una industria musical y de un circuito que continua amparando viejas prácticas pero que al mismo tiempo, inevitablemente y en contra de su propia naturaleza mercantil y patriarcal, se ve atravesado por la demanda social reivindicativa de la revolución feminista que vive en la voz y en el trabajo de nuestras entrevistadas: la guitarrista, vocalista de Vaso de Leche, Ultraseven y Rizoma Alzada, gestora y fundadora de FemFest, Carolina Ozaus. La guitarrista, vocalista de Armadillo Cactus, gestora y directora de Atacama Records, Verónica Barriga. La compositora, cantautora, profesora y gestora cultural Natalia Corvetto. Y la guitarrista y vocalista de Sin Lencería e ilustradora, Ade Calavera.

 

¿Cuáles han sido las situaciones de violencia de género más recurrentes que les ha tocado vivir en el oficio de músicas? 

CAROLINA OZAUS : «Sí, lamentablemente he vivido muchas situaciones desde antes de dedicarme a la música. Ya como estudiante mis compañeros se acercaban para decirme que tocaba bien y que tocaba como hombre y que se asombraban de mi ejecución en la guitarra cosas que me dejaban para adentro. En los primeros años tocando con Vaso de Leche como dúo conformado por dos chicas, mientras tocábamos en una fiesta de la FECH  nos gritaron «qué se creen estas locas que nos van a quitar el poder, si la mejor música es hecha por hombres!». Cosas así.»

«Y otras situaciones más serias y violentas. Por ejemplo, como no tomarte en serio cuando probabas sonido al y pedir retorno no te lo daban. Tomaban en cuenta a mi compañero de banda pero si tú lo pedías no te lo daban o derechamente se subían a cambiar la ecualización de tus equipos sin preguntarte. Ahora último también me ha pasado que al hablar sobre temas que tienen que ver con el estudio de la música o sobre el estudio de algún instrumento muchos músicos te comienzan a corregir o enseñar, sin saber que una también tiene estudios. Te cuestionan todo.  Una vez cuando iba a tocar guitarra, la tenía en otra afinación, la tenía traspuesta y vino un tipo que tomo la guitarra y pensó que estaba desafinada y que yo no sabía afinarla.  Vino un tipo sin pedirme permiso y la afinó.  Y así muchas otras cosas. Situaciones mucho más violentas como que te griten groserías desde el público mientras estás tocando sobre el escenario.»

Hay un circuito musical con el que dejé


de vincularme porque hay mucho músico que se hace llamar de la vieja escuela, término que cuestiono como una trampa del ego, para mi no existe la vieja escuela. En ese circuito hay mucho abusador y violador que siguen tocando en algunas bandas y siguen ocupando espacios con discursos libertarios  o de equidad pero en el fondo tiene un historial de abuso rodeados de una círculo que los protege.

 

VERÓNICA BARRIGA :Lo más recurrente que me ha ocurrido al interior de la industria musical ha sido lo difícil que es, a veces, cerrar tratos profesionales de bookings o de participación en festivales con alguien del sexo opuesto, un hombre, sin que se sexualice o que se genere una cierta incomodidad. Muchas veces me ha pasado que se cierra una fecha y porque eres mujer sienten una suerte de poder  que, si estás cerrando una fecha, es como si estuvieras cerrando una cita. Hay una falta de profesionalismo por parte de los hombres respecto al trato con las mujeres porque no tienen la educación ni la formación de trabajar profesionalmente sin sexualizar y conducir las relaciones hacia ese lado.

Por otro lado, y es un clásico para todas las músicas en general, es que existe un cuestionamiento respecto a la técnica y a los saberes específicos sobre todo si eres instrumentista, y muchas veces hay que tocar y validarse para tener un apañe y una apoyo de tu red. Eso es sumamente desgastante porque cada vez que vas a tocar a un lugar  hay un cuestionamiento previo antes de que toques y muchas veces en el trato con los técnicxs dentro de un festival, al estar tocando con colegas hombres se refieren a cosas técnicas dirigiéndose solo a ellos ignorando que las mujeres podemos tener total manejo y conocimiento de esos saberes. 

 

NATALIA CORVETTO: Recuerdo con mucha pena faltas de valoración a mi trabajo como estudiante de pedagogía en música cuando cursaba el tercer año de la carrera, en el ramo de Dirección Coral, donde me fue super bien, gratamente sorprendida de mí porque era un ramo muy exigente que todos repetían. Recuerdo que en una clase me ofrecí de voluntaria para dirigir una pieza y recuerdo que salió super bien y al terminar mis compañeras y compañeros me felicitaron y el profesor el único comentario que hizo fue “mira no era tan tonta como pensaba”, y yo quedé en blanco. Siempre fui de buenas notas, dedicada y con ese comentario quedé para dentro al enterarme que este profesor me había mirado como una tonta durante tres años. Entonces fue muy triste y creo que ese comentario lo hizo a raíz de que yo, en ese tiempo, pololeaba con un compañero de carrera muy habiloso y alumno destacado y se insinuaba constantemente que probablemente él me hacía los trabajos de análisis de piezas musicales. Una vez una compañera me preguntó derechamente “oye y ese trabajo lo hiciste tú o lo hizo tu pololo?”. Era muy lamentable sentir esa desvalorización y esa violencia. En ese tiempo solo habíamos siete mujeres en la carrera, el resto eran solo hombres, era un peso constante tener que demostrar que éramos tan capaces como nuestros compañeros hombres.

ADE CALAVERA: Es difícil elegir una situación puntual de violencia de género porque sobre todo como mujer en la música y en una banda de chicas nos toca ver y vivir cada cosa. Pero lo más fuerte que nos ha pasado fue cuando me acosaron en uno de mis primeros shows. Estaba emocionada de estar tocando y al bajarme del escenario me tocaron la pierna y el trasero, no podía creer lo que estaba pasando. Acababa de tocar y me estaban manoseando. No había respeto por nada. Otro tipo de violencia que nos ha tocado es que a nuestra baterista le han dicho que toca como hombre por tocar bien. O cuando estamos preparándonos para tocar muchas veces han llegado tipos preguntándonos si necesitamos que nos afinen los instrumentos o se han subido al escenario a mover los equipos y a poner los micrófonos en las posiciones que ellos creen que necesitamos. Y eso no les pasa a los hombres de otras bandas. Es específico de la música mujer. Esas situaciones hacen que una no se pueda desarrollar con plena libertad.

¿Cuál es la apreciación de Uds. sobre el desarrollo y la incidencia que hoy en día está teniendo el movimiento y la cuarta ola feminista en el circuito musical local y a nivel mundial?

CAROLINA OZAUS: En realidad no me gusta ponerle nombre y tiempo al movimiento, entiendo que por un tema histórico se hable de primera o segunda ola pero creo que la lucha feminista ha sido constante. Y han habido mujeres que han puesto la cuerpa para abrir caminos a otras como lo vamos haciendo cada una. Creo que efectivamente hay un avance de articulación y de cuestionamiento que no tiene que ver solo con la equidad de género sino también con la autoridad y el sistema neoliberal patriarcal. Creo que el feminismo debe ir de la mano con el anticapitalismo. Hay una suerte de lucidez que encuentro interesante porque el feminismo no solo cuestiona el machismo sino un sistema patriarcal instalado hace siglos llamando a cambios desde diferentes tipos de feminismos que creo que es muy bueno que existan.

En cuanto al ámbito musical, indudablemente sí, la incidencia del feminismo en la música ha sido fundamental en Chile, nos ha servido para identificar qué es  lo que nos oprime, para identificarlo y darle nombre a esa opresión que es el machismo. El feminismo nos ha ayudado a darle cara y a luchar organizadas como  músicas por un espacio fuera de las lógicas del patriarcado y trabajar desde nuestra autonomía tanto en lo técnico como en lo creativo. Lamentablemente aún queda un largo camino porque no ha sido fácil, ya que tanto en el mercado de la música como en los circuitos “alternativos” aún hay prácticas machistas y abusadoras, pero estamos trabajando, al menos en mi caso y el de muchas otras compañeras músicas, de crear y gestionar nuestros propios circuitos.

VERÓNICA BARRIGA: Creo que la incidencia del movimiento ha sido super potente. Creo que se están desarrollando protocolos para poder trabajar en espacios de seguros y que se está generando conciencia sobre lo que es el abuso. Se están intentando mejorar las prácticas dentro de la escena, se están abriendo más espacios y se están pidiendo más cupos para mujeres y disidencias. Y por sobre todo, se está tomando conciencia sobre la falta de equidad y sobre violencia que existe en un sistema patriarcal imperante capitalista neoliberal, lo que ayuda no solo a que tengamos más espacios como mujeres y a que podamos ser valoradas como los hombres, sino que también se trata de modificar la lógica con respecto al trabajo y a la convivencia mejorando las prácticas y las formas de trabajar ya que entre los hombres y los seres humanos, existe una agresividad y competitividad muy fuerte heredada del sistema patriarcal y de este sistema de oferta y demanda, donde las relaciones se generan desde el interés, el beneficio propio y la conveniencia en vez de desarrollar instancias cooperativas y equitativas que pongan en valor lo que significa realmente la cultura y el arte. 

El movimiento feminista ha puesto sobre el tapete ciertas variables que son fundamentales para resguardar la sustentabilidad de la especie pidiendo que se reformule la lógica de cómo se construye y cómo se trabaja y cómo se funda una civilización de una manera equitativa. A partir de estos valores se han articulado distintas iniciativas que están trabajando para generar cambios políticos, IMVUA, TRAMUS, UDARA, para poder generar transformaciones reales al interior de la industria. Las redes son fundamentales para recoger estos valores y mejorar el sistema en el cual vivimos. La implicancia del movimiento feminista ha sido fundamental  y el mundo va cobrar un carisma feminista sobre todo desde el respeto y la igualdad de oportunidades desde la diversidad y desde el cuidado de la naturaleza. Las mujeres somos el útero y lo importante no es solo padecer y hablar de nuestros malestares sino también cambiar las cosas y regenerarlas. 

NATALIA  CORVETTO: Hoy las mujeres más jóvenes que están entrando a la universidad, a raíz del movimiento ya no están permitiendo este tipo de violencias y abusos. Ya saben reconocerlas y detenerlas. Si esto me hubiese pasado en 2020, yo me hubiese defendido, mis compañeras mujeres y hombres lo hubieran hecho, y entre todos hubiéramos interpelado a ese profesor. El hecho de poder reflexionar y compartir nuestras experiencias como lo estamos haciendo en esta nota ayuda mucho y es algo que antes no se hacía. Estamos dejando de normalizar la violencia de género. Ahora estamos conversando cosas que antes eran impensadas y eso es resultado del movimiento.

Esto también está ayudando a despertar a los hombres músicos que ejercen misoginia o violencia de alguna forma. El movimiento también ha influido en que, al menos, en algunos circuitos musicales estamos dejando atrás los estereotipos de belleza y físicos, que antes te obligaban a estar bella todo el tiempo o a estar delgadas y arregladas como un objeto de adorno por sobre tu talento musical.  Ahora importa menos si estás gorda, o depilada. Ahora hay más libertad de ser y está prevaleciendo la música que haces y tu trabajo. Y como movimiento el feminismo debe ser inclusivo y la lucha tiene que ser son nuestra companerxs trans y disidencias quienes están generando sus propias expresiones musicales.  

ADE CALAVERA: La verdad es que la incidencia ha sido muy potente en todo. Siento que nos ha cambiado todo y especialmente en la música ha sido importante porque cuántas generaciones de músicas han tenido que tragarse la desigualdad, la violencia y los sinsabores. Ahora estamos juntas y organizadas. Conversando sobre cambiar las cosas. Me encanta ver que cada día hay más agrupaciones de músicas. Y eso ha ido generando un cambio súper importante de cómo nos vemos y nos sentimos como músicas. Y este cambio está generando un cambio total no solo para nosotras sino para el resto de la sociedad.  También a los hombres y a los músicos acosadores que ya no están siendo aceptados. Eso ya no se ve bien. 

Todo esto nos da esperanza de que las injusticias se están visibilizando y que las cosas podrían cambiar para las próximas generaciones, con un lugar donde las mujeres podremos llegar a ser músicas profesionales sin tener que ser acosadas o sacrificar y perder nuestras carreras porque no aceptamos ser abusadas como ha ocurrido en muchos casos.

 

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