CRÍTICA MUSICAL HECHA POR MUJERES: UNA HISTORIA POR REVELAR.
El 10 de agosto se dio inicio al curso “Historia de la crítica musical femenina”, a cargo de la periodista y musicóloga chilena Nayive Ananías, en la Universidad Nacional de las Artes, en Buenos Aires, una instancia sin precedentes que busca estudiar y reconocer el trabajo de destacadas mujeres que ejercieron la crítica musical a principios del siglo XX.
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Hablar de crítica musical, en el panorama local, se ha vuelto una intrincada tarea donde el concepto y el ejercicio de ésta camina por las esferas exclusivamente académicas sin cruzarse con el ejercicio periodístico dedicado a la música. Si bien, ambas prácticas son concebidas desde diferentes ámbitos y haceres, resulta peculiar y, al mismo tiempo, inquietante observar cómo la producción del periodismo musical en Chile se ha mantenido, muchas veces, en lo meramente informativo, interpretativo y, en el peor de los casos, en la opinología.
Si hablar de crítica musical tanto en sus definiciones y ejercicio, suscita debate y desconocimiento, esto aumenta aún más al hablar de crítica musical femenina como una fracción dentro de la misma, en donde las mujeres tuvieron y siguen teniendo un reducido campo de acción y visibilidad, y donde, probablemente, la figura de “la mujer crítica musical», tanto en el pasado como en el presente, aún no encuentra el lugar de reconocimiento e influencia que su homónimo masculino. Precisamente, esta fue la principal inquietud y problemática que la periodista, musicóloga y Doctora en Artes, Nayive Ananías decidió abordar en el curso “Historia de la crítica musical femenina”, recientemente iniciado en la Universidad Nacional de las Artes, UNA, en Buenos Aires. Curso que comenzó a impartir de manera remota este 10 de agosto, marcando un precedente y abriendo una instancia, hasta ahora, única dentro de la academia, a nivel latinoamericano, con un programa que se hace cargo de poner en valor la labor de distintas mujeres que se dedicaron a la crítica musical en el mundo a lo largo del siglo XX. “La crítica musical ejercida por mujeres en la primera mitad del siglo XX, es hasta el día de hoy un tópico relegado en discusiones sociales y académicas, y lamentablemente, el estudio de la crítica musical ejercida por mujeres, en cualquier latitud, sea anglosajona o acá en Latinoamérica, es algo que ha quedado en el olvido. Y este curso ha nacido como una forma de divulgar mi tesis doctoral que acabo de terminar y que desarrollé en la Universidad Católica, acá en Chile, donde precisamente abordé la crítica musical femenina en la primera mitad del siglo XX en Brasil, para lo cual tuve que leer mucho material de crítica musical hegemónica, es decir hecha por hombres, y crítica musical anglosajona ejercida por mujeres para llegar a la especificidad de Brasil”. Nos cuenta Nayive Ananías, académica a cargo del curso.
Pero la crítica musical ha transitado por caminos veleidosos, primero como hermana menor de la crítica cultural, y luego como la faceta más quisquillosa o elitista del periodismo musical cuando extendió su ejercicio y presencia hacia los medios de información. Sin embargo, históricamente, desde siglos pasados, ha sido ejercida por voces y plumas cultivadas en áreas ajenas al periodismo, y principalmente surgidas desde espacios de formación musical teórica como el conservatorio. De esta forma la definición y ejercicio de la crítica musical ha estado en estricto rigor vinculada a la música clásica/docta, y desde la musicología o la etnomusicología al folclor o músicas tradicionales. En este punto Nayive Ananías explica “Primero hay que distinguir entre periodismo musical y crítica musical. Por lo general, se suele denostar al periodismo musical como algo que puede ser ejercido por cualquier persona interesada en la música. Lo que puede ser como también puede no ser. La crítica musical se entiende como un producto de la crítica cultural, y es la que se preocupa de los fenómenos musicales, ya sea la interpretación, la melodía, la letra, o la performance. Y la diferencia radica en quienes tienen la potestad para ejercer y en su idoneidad. quienes pueden hacer son personas que estudiaron formalmente música, es decir acudieron a conservatorio, desarrollaron trayectorias de concertistas y compositores por lo tanto tener conocimiento de teoría musical tendrían la propiedad para opinar de música. Y por lo que he indagado hasta ahora, tanto en críticas mujeres y hombres, y la crítica musical posee juicio de valor no solo se limita a describir, y su argumentación es lo que sobresale en una crítica en una revista”.
Estas definiciones y precisiones del concepto y de su praxis resultan vitales como punto de partida para comprender el desarrollo y sesgos que ha tenido dicha labor a lo largo del tiempo, y sobre todo, para poder abordar en cómo ésta, al igual que el resto de la sociedad, se vio permeada por las desigualdades como por las reivindicaciones de género en diferentes momentos. Si ya podemos inferir un sesgo de clase, un sesgo de estilo, por consiguiente, y de manera persistente, en la crítica musical también ha existido y sigue existiendo un sesgo de género que ha relegado, omitido y, finalmente, limitado la participación y validación de mujeres en el rol de la alta crítica musical, tanto en su lugar de origen, la música de conservatorio, como también en la música popular. Nayive Ananías nos interioriza al respecto “Es lo mismo que ocurre cuando se habla de literatura femenina o escritura femenina en la crítica literaria. Al menos para mí, la crítica musical femenina, es una crítica musical ejercida por mujeres, y no necesariamente una crítica destinada a mujeres como solía entenderse en el ámbito de la literatura a la escritura de mujeres para mujeres. En mi caso, mi trabajo se sustenta en mujeres que escriben de música, centrada específicamente en la crítica musical, y no escritura de música ejercida por mujeres, ya que si hablamos de mujeres que escriben de música, encontramos un centenar de periodistas musicales, redactoras, entrevistadoras, cronistas, corresponsales. Pero críticas validadas por sus opiniones y conocimientos, que tengan una sección firmada por ellas y que si levantan el pulgar se alaba o se detesta, en Brasil, que fue el foco de mi investigación, fueron muy pocas, solo existieron cinco. Ese fenómeno se repite en Argentina, Chile, Estados Unidos o Inglaterra”.
Con estos antecedentes Ananías trazó un trabajo investigativo en el que se dedicó a indagar en los universos intelectuales, sociales e íntimos de las mujeres que se atrevieron a ejercer, en las primeras décadas del siglo XX, la exigente, elevada y reservada tarea de la crítica musical, armando una historiografía con nombres como Lúcia Branco de Brasil, Maria Szeliga de Polonia, Nora Douglas Holt de Estados Unidos, o Marion Scott de Inglaterra. Singularizando a cada una de ellas, y a su escritura en torno a la música (clásica, popular o folklórica), poniendo en perspectiva su condición de disidentes en un entorno reglamentado por hombres, donde además, muchas de ellas provenían del ámbito musical como intérpretes pero que de un momento a otro se vieron impulsadas de manera urgente a ocupar, a través de la escritura y de la crítica fundamentada, la esfera pública que aún se les negaba. Así, uno de los ejes centrales del curso es también la escritura de estas mujeres y cómo la escritura se convirtió en la forma de tomar lugar en la sociedad. “Escribir música no es lo mismo que criticar música. Entonces cuando hablo de crítica musical femenina me refiero mujeres que ejercieron crítica musical y todo lo que implicó que una mujer criticara música en la primera mitad del siglo XX, en la latitud que fuese, y qué conllevaba eso, además de tener estudios formales. Y cómo se insertaron en un mundo absolutamente masculino, androcéntrico y patriarcal. Cómo se defendieron en ese mundo y cómo los discursos periodísticos de ellas amonestaron a sus colegas hombres, porque eso pasaba”. Señala la periodista y musicóloga.
El caso de Nora Douglas Holt, rescatado por Ananías a lo largo de toda su investigación, parece repetirse en la propia historia de cada mujer que tuvo que abrirse paso en un mundo de supremacía masculina donde las mujeres no eran consideradas sujetos de derecho y ni pensarlo de opinión. En los inicios de su carrera como crítica musical para el Chicago Defender, sus columnas que firmaba con el seudónimo de Lena James Douglas, aparecieron, primero, en “La página de la Mujer” y su primer artículo se tituló “Cultivando conciertos sinfónicos”. En 1918 se convirtió en la primera afroamericana en culminar una Maestría en Música. Además de su labor en el Chicago Defender, entre 1921 y 1922 editó una publicación mensual: Music and Poetry. Divulgó crónicas sobre aclamados músicos afroamericanos, como Roland Hayes, Helen Eugenia Hagan y Louis Victor Saar, inculcando el valor de proporcionar evaluaciones competentes de los artistas que actuaban en Chicago con el fin de fomentar la conciencia pública sobre la música clásica.
En la historia reciente de la crítica musical femenina aportes como los de Ellen Willis durante la década de los 60s, forman parte de la bibliografía del curso y resultan vitales para poder situar la figura de la mujer que ejerció la crítica musical en la segunda mitad del siglo XX, en lo que a música popular y, particularmente, a la eclosión del rock and roll como contracultura, compete. Al situarnos en el siglo XXI, el nombre de Jessica Hopper, ex editora de Pitchfork, surge inmediatamente al hablar de crítica musical hecha por mujeres vivas, y su libro del mismo nombre, aún sin traducción al español «The First Collection of Criticism by a Living Female Rock Critic», es un valioso compendio de textos que pueden servir como referentes para ejercer una crítica de rock y pop desde lo no masculino, pero sobre todo como una forma de poner en valor el trabajo de mujeres críticas musicales en tiempo presente.
Regresando al panorama local, nuevamente nos encontramos en un terreno aún poco pavimentado, donde la figura de la mujer crítica musical en su estricto rigor, no ha existido y solo ha intentando concebirse de regreso a la democracia en la década de los 90s, en contraste con el caso de Brasil, estudiado por Ananías, lugar en el cual la crítica musical femenina comenzó a gestarse tempranamente en los albores del siglo XX, siendo luego potenciada por la creciente industria fonográfica gracias a la llegada de Odeón en 1906 “Con la llegada de la Odeón las revistas especializadas en música docta que ya existían en el siglo 19, aumentaron significativamente, y tanto Sao Paulo y Río de Janeiro eran epicentro musical mundial donde llegaba música y músicos de todo el mundo, era la puerta de entrada hacia Latinoamérica. En Chile no existen antecedentes que permitan elaborar una historiografía al respecto y solo podemos hablar de la década de los 40’s como un momento en el que comienzan a surgir las primeras publicaciones especializadas en música como la revista ProArte”. Afirma Ananías.
La ausencia de una tradición de crítica musical femenina en Chile parece continuar intacta en el actual escenario donde no existen revistas impresas especializadas en música o medios masivos dedicados a ella, estrechando el campo de posibilidades para desarrollar la actividad que, en pleno siglo XXI, continúa siendo de predominancia masculina. Pero quizás, la otra gran arista sea la falta del ejercicio crítico y la poco inclinación hacia el desarrollo del pensamiento crítico como forma de abordar las artes, y en particular, la música popular en los medios de comunicación. A la siempre presente brecha de género se le suma entonces, una distancia con la elaboración teórica, conceptual, argumentativa, con el juicio de valor, y con la importancia de ejercer una voz desde el conocimiento y desde el estudio del fenómeno o género musical en cuestión, ya sea rock, pop, hip hop, folclor, vanguardia o heavy metal. “Creo que hay muchas periodistas musicales. Y creo que hay algunas críticas musicales. Además, creo que la crítica musical se ha visto mermada por la clausura de muchos medios, por lo que es difícil leer la opinión de una mujer en un medio masivo, pensando en diarios o revistas. Hay mujeres que ejercen la crítica desde medios digitales o podcast. Pero hablar de crítica musical femenina hoy, es un fenómeno bastante complejo. Creo que hay mujeres que escriben de música pero no sé si hay mujeres que critiquen la música, no se trata solo de entrevistar a músicos, sino de tener opinión fundamentada y con base, con juicio de valor y no condescendiente. Y eso, al menos, en Chile no existe. Y sí existió, quedó solapada por la presencia masculina. Creo que las mujeres que sí son críticas musicales en Chile o Latinoamérica deben dar un codazo para tener espacio en los medios, sean periodistas o vengan de otras disciplinas. Es difícil ser crítica musical tanto a inicios del siglo XX como en el siglo XXI”. Cierra la académica.
El curso certificado “Historia de la crítica musical femenina. Trayectos entre el feminismo y la filoginia”, inició su ciclo el 10 de agosto y se extiende hasta el 28 de septiembre, en 8 sesiones, de 17 a 19 hrs, una vez a la semana.
Aún tiene cupos disponibles y puedes inscribirte directamente en: critica.extension@una.edu.ar
Y revisar su programa completo AQUÍ