PJ HARVEY: DEL DESENCUENTRO AL REENCUENTRO
Hace algunas semanas la cantautora inglesa reveló nuevo material discográfico tras siete años de tormenta y búsqueda creativa que hoy desembocan en un conjunto de canciones compuestas y registradas durante tres semanas junto a dos de sus más fieles colaboradores creativos, el guitarrista John Parrish y el productor Flood, dando forma a su décimo álbum de estudio bajo el nombre I Inside The Old Year Dying.
Entre el desencuentro y el encuentro para con la creación musical PJ Harvey vivió durante los últimos siete años, asimilando y atravesando su propia crisis artística como música y compositora, cada vez más desconectada de aquello que la convirtió en una de las figuras más influyentes de los sonidos alternativos de la década de los noventa en adelante. Así lo ha relatado ella misma, sin esconder el alivio del reencuentro que no fue por arte de magia sino más bien un decidido acto de recuperación del mojo que la hizo consagrarse a las artes musicales hace ya más de treinta años atrás.
Dramático y epifánico telón de fondo para este décimo álbum de estudio surgido de la más sincera crisis y finalmente consolidado en el más puro reencanto con ese gran amor que por esos días quedaba desplazado por el desarrollo de su faceta como poeta, faceta íntimamente ligada a su obra musical. Pero el proceso no acabó ahí, a la distancia y desconexión que Harvey dijo sentir por la música en esos días, le siguió un determinado proceso de reencuentro y reconexión con la música y la composición de canciones tomando el consejo del director de cine Steve McQueen, quien de alguna forma la instó a regenerar su memoria acerca del proceso musical, sobre todo del proceso de grabar un disco, y que en vez de ello se dedicase a rememorar todo aquello que provocó que se enamorase del acto de hacer música.
En medio de ese reencuentro se fueron marcando los pliegues de I Inside The Old Year Dying, nuevo material discográfico que la regresa esencialmente a su dimensión de cantautora y alquimista de los sonidos de su tiempo desde el rock alternativo, el art rock, y oscuro el folk rock en un reencuentro con la creación musical que se corona con significativas sincronías con dos de sus más antiguos y fieles colaboradores, John Parrish y Flood, productores históricos de Harvey, junto a quienes ha llevado su trabajo a los más deslumbrantes momentos sonoros, conceptuales e interpretativos en discos como To bring you my love, Dance hall at louse point o Let England shake, y casi el resto de sus discografía, los cómplices más apropiados para retomar sus primeras y fundamentales influencias como señaló «es un álbum que regresa a la inspiración de artistas como Nina Simone y Bob Dylan», un rasgo que también lo propone como un lugar de refugio y calma, una suerte de bálsamo para las y los seguidores de su música, en los tiempos que corren, señaló la compositora a la prensa inglesa.
Recogiendo ideas y conceptos acuñados durante 2017, el recuperado proceso creativo de la compositora siguió su propio curso natural cerrando el círculo de su propia crisis como artista del sonido y las palabras, terminando por concebir todo un nuevo puñado de canciones que serán conocidas a partir del 7 de julio cuando el álbum sea oficialmente publicado, y que por el momento se saborea con el primer adelanto ya circulando en plataformas digitales con el nombre de “A Child’s Question, August”, bocanada de crudeza y cobijo empujados a través de guitarras y teclados esparciendo destellos atmosféricos y feroz pulsión poética.
Una de las cantautoras más importantes de la década de los noventas en adelante retoma el sendero de vuelta a casa en un periplo del desencanto y reencanto, del desencuentro al reencuentro de su propio arte y de su propio sonido. «Después de muchos años de trabajo, estoy muy feliz de lanzar esta colección de nuevas canciones. Fue un álbum difícil de hacer y tomó tiempo encontrar su forma más fuerte, pero finalmente se convirtió en todo lo que esperaba».