THE OBSESSED EN SANTIAGO : DESDE LAS ENTRAÑAS DEL ROCK PESADO
The Obsessed se presentó en Santiago este domingo 16 de junio, tras una esperada visita que tomó tiempo y generó ansiedad tras la cancelación de 2021. La banda de Scott Wino Weinrich entregó un demoledor gig de hora y cuarto donde recorrió buena parte de su discografía y remeció al Teatro Cariola con ese maciso y frondoso rock de alma doomer e histórica marca registrada.
Por Rossana Montalbán
Fotos por C.D/Crónica Sonora
La banda que Scott Wino Weinrich formó en 1976 en Meryland, concretó finalmente una fecha de culto en Santiago de Chile. Una fecha para una audiencia específica emparentada con un sonido proveniente de las entrañas del rock pesado en su forma menos complaciente y, que no quepa duda, en su forma más potente.
Si bien existían incredulidades con respecto a la idea de fusionar dos recitales pensados como recitales individuales, en uno, y sobre todo, tras haber modificado -por convocatoria y peligro de cancelación- el cartel inicial donde se contemplaban cinco bandas vinculadas a la influencia de The Obsessed, la estructura del recital doble funcionó, dejando en un mismo bloque a Yajaira y The Obsessed, como era debido.
Tal como el timing indicaba, Yajaira encargados de abrir la presentación de The Obsessed en Chile, dio inicio a su gig a la hora señalada, mientras el teatro Cariola comenzaba a recibir al grueso del público, que sin abarrotar pero en gran cantidad llegó principalmente para ver a esta dupla de doom heavy rock.
Como se ha vuelto recurrente en la hoja de vida de Yajaira, la banda formada en 1995, se inscribió en esta misa por razones naturales como una de las bandas que, entre otras cosas, ha contribuido tempranamente tanto al culto como a la divulgación de un tipo de sonido heredado de bandas como The Obsessed. De ahí, otra apertura de carácter emblemático para su propia historia de casi treinta años. Con ese significado a cuestas, la banda, hoy de regreso a su formato de trío, subió al escenario de Cariola con un setlist preciso en poder y atmósfera, dejando relucir sobre todo sus recientes composiciones contenidas en Epopeya, disco salido del horno hace unas semanas. Un «Hola, somos Yajaira y tocamos rock pesado» fue la frase pronunciada por su bajista y vocalista Miguel Comegato Montenegro para saludar a la audiencia luego de tocar Escombros, tema que abrió una presentación que en sus primeros temas fue presenciada por el guitarrista de The Obsessed Jason Taylor, ubicado entre el púlico – a un par de metros cerca del palco derecho, mientras los más rápidos se le acercaban para que firmara discos – . Una presentación en la cual la banda supo condensar y unir su repertorio de antaño con lo más reciente donde reinan largos e intensos pasajes instrumentales, arreglos y capas. siempre entre lo hipnótico y lo denso, como se pudo apreciar cuando sonaron Algo se está quemando, la apocalíptica Las Pestes y en el cierre la apoteósica Epopeya. Pero no solo eso sino que también fue posible apreciar cómo esos matices se impregnan en las canciones más antiguas como Dámelo u Hormigas. Con ese carácter y un sonido basado en su largo bagaje, Yajaira, una vez más con la credencial de ser una de las bandas pioneras del estilo en Chile, volvió a incendiar el escenario donde hizo sonar su música.
En un lugar donde se ha cultivado mayormente el doom metal de tradición europea o aquel proveniente de la escuela de Candelmass o Paradise Lost, presenciar a una institución originaria y ciertamente única dentro del rock pesado en clave doom, resulta ante todo un acontecimiento único, exclusivo y, ciertamente poco probable. Y hasta hace unos meses atrás lo seguía siendo, sobre todo entendiendo el alcance muy acotado – en nuestro país- de un doom rock genealógicamente esencial cuyas raíces emergen de la larga historia hard rockera estadounidense.
Ocho de la noche cuarenta y cinco minutos marcó el reloj, ni un minuto más, ni un minuto menos, para que Wino Weinrich, Jason Taylor en guitarra, Chris Angleberger en bajo, y Brian Constantino en batería, tras acomodar todo frente a nuestros ojos, tomaran sus instrumentos y comenzaran a tocar el riff inaugural de la poderosa e imponente Brother Still blue, momento del impostergable Lunar Womb publicado en 1991, lanzando con ello el peso de su historia sobre el Teatro Cariola. Peso que se prolongó a lo largo de todo el recital con la banda recorriendo también -y cómo no- pasajes de The Church Within, Sacred y el más reciente Gilded Sorrow.
En muchas formas solo comparable a Lemmy Kilmister de Motorhead, tanto en impronta musical como en mística, Wino Weinrich emana sobre el escenario el sonido que se ha encargado de desarrollar como un guitarrista lleno de inventiva y detalles que han hecho de su forma de tocar una escuela primordial para el subgénero, en el que la pesadez, la crudeza y la densidad se realzan entre exquisitas armonías colocadas con precisión y sin exageraciones, dejando ver su particular pulcritud y arrollador dinamismo.
Como se sospechaba, y como ha sido la tónica de todo el tour, el contundente setlist de dieciocho canciones y una hora y cuarto sin tregua, canción tras canción, mantuvo la fijación en los cuatro músicos, en su fiato evidente, en la guitarra despampanante de Wino – Una EGC de aluminio bautizada por él mismo como Heavy Mama- y en ese compás duro y zigzageante que la banda imprime con fuerza y aparente simpleza como cuando sonaron To protect and to serve, Punk crusher, la conocida Streetside, o en las recientes Doughter of an echo, o It´s not ok.
Maciso y frondoso es el sonido de The Obsessed. Maciso, frondoso y salvaje fue el gig que la banda brindó, invadiendo y remeciendo las altas murallas y el inalcanzable cielo del Teatro Cariola, lugar grande para los habituales espacios en los que la banda suele tocar constantemente, haciendo aún más imponente su aparición ante una audiencia tan expectante como impresionada y agradecida de la poderosa liturgia doom rocker que la banda vino a entregar. Liturgia finalizada con la inesperada pero ciertamente ansiada Lost sun dance de Spirit Caravan alargando el trance y dando el último golpe a la cátedra.