ROBERTO DENEGRI: EL DOCTOR SE HA IDO

ROBERTO DENEGRI: EL DOCTOR SE HA IDO

Roberto Denegri fue un periodista dedicado intensamente a la música y, a la escena alternativa desde la década de los noventa, siendo parte de revista Extravanganza!, del programa de TV Viva la Revolución en Canal 2, y del espacio radial La Alcantarilla Gaseosa en Rock & Pop, dibujando un trayecto particular en el que conjugó su pasión, conocimiento y gusto por una escena musical diversa, independiente y con raíces en el underground, para devenir de forma natural, en un auténtico promotor y articulador, esos que muestran música, escribiendo y conversando de ella, reseñando discos, apoyando a bandas locales, armando recitales, y trayendo bandas señeras y de culto desde otro continente. Ese rol múltiple, hasta ese momento poco explorado como una constante, hizo que el hombre conocido como El Doctor, dejara una huella profunda en toda una generación de músicos, periodistas, divulgadores y colaboradores eternos de la escena musical no masiva en Chile.

Por Rossana Montalbán


¿Qué hace la muerte sino desatar una imparable seguidilla de recuerdos en vida de lo que algo o alguien fue? me pregunto y me respondo. En cierta forma, eso creo que es lo que ocurre cuando alguien se despide de este lugar. En cierta forma, eso ocurrió con la inesperada partida de un articulador como Roberto Denegri, periodista y, ante todo, amante apasionado de la música, de la música como una cuestión mucho más relevante que la mera comercialización; de la música como una cuestión principal y, también particular, ligada al goce, al ocio profundo, a la búsqueda y a la inquietud de escuchar un disco, y de ver a una banda en vivo. De ahí su trayecto periodístico lleno de oficio y alma promotora dedicada a mostrar y a compartir- (esa palabra tan usada como una pestaña en la red social) -, al fin y al cabo, lo más importante si de música se trata.

Denegri logró acercarse a tantas y tantos a través de ese modo, siendo parte de valiosos espacios de divulgación musical como la principal revista alternativa y DIY de los años noventa; Extravaganza!, o el improbable programa Viva La Revolución en los primeros años del canal Rock and Pop, espacios que con el cambio de época se hicieron completamente inviables, dada su naturaleza alternativa y netamente cultural.

Probablemente su mayor “exposición” mediática haya sido su lugar de comentarista en el programa conducido por Rolando Ramos en canal 2, como el panelista y comentarista que llegaba al segundo o tercer bloque de programa para contarle a Ramos las recientes novedades, lanzamientos y direcciones del panorama musical a contracorriente local y mundial, donde no faltaban rarezas, ni bandas del under chileno.

Las historias y conexiones con su persona y sus hazañas son decena, cientas, y el denominador común ningún otro que la música como centro de la vida y razón profunda de amistad y encuentro. Bandas locales que tocaron en los históricos recitales que realizó. También colegas de la prensa musical independiente, y cada actor/a y receptor/a de la escena musical underground de los últimos treinta años. De ahí ese cariño, de ahí ese respeto sincero que hoy cada quien expresa sin demora con testimonios que con el paso de los días se multiplican.

Su trabajo periodístico y su trabajo como organizador aventurado de recitales de bandas del underground provenientes de latitudes lejanas, más lejanas que ahora, en un lugar al fin del mundo sin internet ni redes sociales, dejaron una huella profunda en tantas personas que eran parte de una incipiente y poderosa audiencia que comenzaba a formarse en la segunda mitad de los noventa. Porque sabemos que nadie nunca pensó ver a Fugazi tocar en Santiago en 1997, o a Shellac entrados los dos mil. Porque esas cosas no pasaban en Chile, menos en el Chile post dictadura cuando los recitales internacionales intentaban convertirse a duras penas en una industria comercial con muchas ansias aspiracionales de primer mundo. Más gestor cultural que productor  fue el «Doctor» Denegri, apodo certero, memorable y lleno de carcajadas, en broma pero en serio, tal como era él, una especie de Alter Ego que bien reflejaba esa suerte de locura, de expertise adquirida y  deafán por una música de calidad para las pequeñas masas de su condado. Porque muchas veces producir recitales no ha implicado el conocimiento musical como esencial motivación, ni mucho menos ha implicado el respeto por una audiencia, una escena y sus orígenes, algo que en el caso de Denegri fue primordial antes que la urgencia estrictamente comercial de lo que atrae masas, de lo que consigue auspicios y asegura el lucro.

Fue sólo hace unos meses atrás cuando Denegri, radicado hace más de diez años en su Arica natal, visitó Santiago para concretar otra de sus ideas que además representaban la continuidad de su labor; la exhibición documental de la presentación de Fugazi en Santiagio en 1997, realizada en Centro de Eventos Laberinto. Un registro análogo por supuesto, grabado en ese entonces por su amigo y cómplice Francisco Mujica, en una sola toma fija, con cámara casera y sin mayores preocupaciones técnicas, a pesar de los impedimentos y, con la certeza de que simplemente había que capturar aquel momento irrepetible, mientras el recuerdo persistente, a menudo, insistía en la existencia de esa cinta guardada por más de veinte años esperando ser digitalizada, y que finalmente vio la luz en marzo pasado con Denegri como su mayor artífice recuperando parte de su historia y de esa generación convocada aquella noche del 23 de agosto del 97.

Después de mucho tiempo y espera, el reencuentro con ese hito se vivió la tarde del 28 de marzo de este año (2024), en el anfiteatro de la USACH, con el mismísimo Dottore y su colega Rolando Ramos intercambiando una serie de remembranzas y reflexiones, acompañados por la periodista cultural Daniela Villagrán, quien también relató en estos días la colaboración con esa jornada y con él. 

Con el verano resistiéndose a su término, ese caluroso atardecer de marzo en el antiguo antifeteatro de la Universidad de Santiago, entre un montón de caras familiares, pudimos saludarlo y celebrar con él ese estreno que aspiraba a repetirse en próximas funciones en distintas ciudades como también algunas nuevas y futuras iniciativas con bandas locales históricas que, ahora sin su estuisiasmo y acción interegional se guardan en el tintero.

A diferencia de muchos de los testimonios que hoy se asoman, mi recuerdo personal de Denegri, es eso, un recuerdo netamente personal, que me une a él exclusivamente a través de su trabajo como periodista a cargo de firmar cientos de reseñas en la extinta y recordada revista que los hermanos Mujica crearon a inicios de los noventa y que fue – y al menos para mí- sigue siendo referencia total de periodismo musical en esa precaria década. Oficio, porque eso es el periodismo musical y no otra cosa- oficio que llevó de forma apasionada y evidentemente más discreta de lo que podría creerse como parte de un semillero generacional que vio comenzar a muchos actores de la escena musical no solo periodistas formados, sino también los aficionados, comunicadores radiales, y también a futuras y futuros gestores de la industria musical. Pero qué otra cosa podía hacer una persona llevada a sus ideas como lo era Denegri, famoso por mantener discusiones a muerte en las reuniones de pauta, y cuyo ímpetu lo hizo ser el organizador DIY de los recitales más memorables e iniciáticos que hayan tenido lugar en Santiago durante el regreso a la democracia. Siendo su primera, segunda, y tercera motivación; la música, ver bandas, saciar el oído y el deseo de hacer llegar al fin del mundo esos raros sonidos que sacudieron a generaciones de las que nadie quería saber. 

En lo que a mí respecta como devoradora de la revista en esos días y como futura periodista dedicada a la música, quizá lo que más recuerdo de Denegri sean, precisamente, esas reseñas escritas con apreciaciones claras, de carácter opinante y con una prosa periodística bien usada al servicio de aquel bastión impreso donde fue un “regalón” como escribió su fundador y director Fernando Mujica, otro imprescindible de la porfía y la divulgación musical en nuestro terruño. Después de todo, la mejor forma de conocer y de recordar a alguien sea leyéndolo.

Su selección era diversa, estimulante, y fiel a la época. Sus reseñas se dedicaban a revisar los recientes discos editados por Sonic Youth, Fugazi, John Spencer Blues Explosion, Suarez o proyectos como June of 44, de quienes escribió en 1999: “En resumidas cuentas, muy pocas bandas alcanzan el 90% de originalidad, manteniendo a la vez un pequeño porcentaje de guiños con el pasado. En el caso de June of 44 se puede determinar 95% de originalidad y un cinco por ciento de afición por King Crimson y por el mar”. Mientras que de S.Y señaló “En A Thounsand Leaves Sonic Youth vuelven a violar las reglas de la música radioescucha y comercial. / Un gran ejemplo de audacia al privilegiar el arte por sobre las ventas estando al alero de una multinacional”, junio de 1998. Y ese mismo año, un año después del gran hito de Fugazi en Santiago, Denegri escribió para hablar del disco End Hits “Más conceptual y menos agresivo, este disco es parte de la nueva página que está escribiendo Fugazi. Curiosamente, el disco comienza y termina con dos temas muy emotivos, mostrados en Chile: Break y F/D. En lo personal lo más sorprendente fue ver en la carátula una foto de Washington DC y en la contraportada una imagen tomada en la nieve de Farellones. Sin duda el show, la gente y la experiencia vivida por estos lados marcó sus vidas, al igual que las nuestras”. El doctor Denegri siempre lo supo. Siempre supo la importancia y la huella profunda que ese tipo de pequeñas grandes hazañas personales y colectivas podían dejar en la vida de alguien.

FIN DEL COMUNICADO – Roberto Denegri Silva 1972-2024

 

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