LA VOZ DE MÍA ZAPATA VIVE : SUB POP REEDITA DISCOGRAFÍA DE THE GITS
La discografía de The Gits vuelve a circular luego de décadas de ausencia, tras el asesinato de su recordada vocalista y letrista Mía Zapata en junio de 1993. Sub Pop anunció la reedición mejorada de su disco debut Frenching the Bully de 1992, junto a una serie de grabaciones inéditas, incluyendo el álbum en vivo Live at the X-Ray, cada uno de ellos remasterizados por Jack Endino. Con este nuevo lanzamiento, la música de The Gits y la voz de Mía Zapata recobran amplitud en el presente y retoman su lugar en la historia de la música de Seattle.
Por Rossana Montalbán
Pocas bandas experimentan finales tan abruptos y dramáticos como le ocurrió a la joven promesa del punk de Seattle The Gits. La banda formada luego de que su bajista, Matt Dresdner, presenciara a una viváz e histríonica Mía Zapata en un micrófono abierto de la pequeña escuela de artes liberales Antioch College de Ohio, en 1986. Un encuentro fortuito y alentador que permitió encender la primera chispa para la banda, en principio, llamada Los Sniveling Little Rat-Faced Gits, a propósito de un sketch de la famosa serie de los Monty Python’s Flying Circus, cuando ya se encontraban a sí mismos instalados en Seattle, con Andy Kessler en guitarra, Matt Dresdner en bajo, Steve Moriarity en batería, y Mía Zapata en voz. Pero ese nombre pronto dejó de tener sentido para estos jóvenes outsiders, críticos de su tiempo, aferrados al arte y a la contracultura, adoptando finalmente el nombre The Gits (Los Desgradables/Los Idiotas).
Desde esos días hacia finales de los ochenta, su habitat natural fue la subterránea escena punk de Seattle, cuando el furor del grunge aún no se apoderaba de la ciudad, pero su vigorosa movida musical nutría al mundo entero desde las profundidades más recónditas del underground, como un bastión que se mantenía lejos de cualquier explosión comercial. Así fue como la primavera de 1989 vió nacer a la banda ya como The Gits, y con Mía Zapata como su esplendorosa vocalista cargada de referencias y evocaciones al blues y al punk, robosantes en su áspero vozarrón dispuesto con fuerza y sentimiento en composiciones ágiles y furiosas, a veces con algo de spoken word, y un tono confesional, rebelde y atormentado, que adquiría peso con el sonido crudo y ensordecedor practicado por sus compañeros, sonido en muchas formas personificado por la presencia escénica de Zapata cantando de forma desgarrada tras su estética no covencional ni para el rock, ni para el punk.
La impronta art punk de la banda sobreasalía y la de Zapata también como una suerte de poeta maldita y cantautora profética, escribiendo canciones sobre la lucha emocional: la depresión, la ira, la culpa. Como ocurre en versos tales como “Veo los mismos errores que una vez cometí / Todo lo que puedo decirte es que hay un precio que pagar”, advierte con un gruñido en Bob (Cousin O). Mientras que en la canción titulada Spear and Magic Helmet, Zapata recrea una fantasía de superhéroe/ina como venganza a la violación de una amiga. Ironía macabra, y al parecer tampoco una fantasía, más bien un mensaje para llamar la atención de un músico local, según cuenta en la biografía Mia Zapata & the Gits: A Story of Art, Rock, and Revolution, recientemente publicada.
El devenir del cuarteto es alentador dentro de sus propios términos, y para 1993 Los Gits han pagado las permanentes deudas económicas que se contraen al tener una banda independiente, y además, lo más importante, han perfeccionado su sonido tras concentrarse en ello. Así lo plasman particularmente en el track Second Skin, de Frenching the Bully, su primer larga duración. La canción captura la intensidad de la banda: la caja de Moriarty, con formación de jazz, lidera la acción. Kessler interviene para anunciar la estructura armónica, un golpe por compás. Después de que Zapata lanza su demanda gruñona de protección contra el dolor, Dresdner entra y los Gits se van. “Necesito una segunda piel / Algo que me sostenga / No puedo hacerlo por mi cuenta”, canta Zapata, su fuerza (emocional, vocal y lírica) impulsa la cruda grabación.
De la prometedora primavera de 1989 al negro verano de 1993, una noche de junio tras tocar en la Taberna Comet de Seattle, Mía Zapata caminó a su casa a las 2 de la madrugada al igual que lo hizo tantas veces luego de dar un concierto. Esta vez lo hizo sola, ante la lógica recomendación de otra compañera «ve con cuidado», a lo que Mía respondío «Estaré bien, no te preocupes». Horas más tarde un cuerpo golpeado, violado y asfixiado con su propia ropa fue encontrado en un sitio de eriazo de la ciudad. Era Mía Zapata, la cantante y compositora de The Gits.
En pleno auge de la ciudad como epicentro musical y en medio de la vorágine comercial que instaló la industria alrededor de la música de Seattle, el asesinato de Mía Zapata fue una violenta cachetada de realidad para toda esa escena y para cada mujer en ella. Su muerte, un crímen de odio y género, no era más que el recordatorio de todo lo que las Riot Grrrl vociferaron durante años en fanzines, shows, marchas y concentraciones. Todo lo que tantas bandas de Seattle, incluida Nirvana y Kurt Cobain, repudiaron desde su música y sus posturas. El peligroso cliché de la misoginia «no salgas sola de noche, te puede pasar algo», era un hecho irreversible y doloroso ante los ojos de toda la comunidad.
La muerte de Zapata se convirtió en causa común de toda la escena artística y musical de Seattle, detrás de los focos y lejos de MTV. Una ciudad activista por antonomasia sumblimó la tragedia y la violencia con una serie de actos políticos y creativos, apoyando a víctimas de violencia de género, creando organizaciones para la información, organizando jornadas de música en vivo y editando el emblemático disco Home Alive: The Art of Self-Defense en el que participaron Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden, entre otros. Al mismo tiempo que Kathleen Hannah de Bikini Kill y Joan Jett compusieron en su honor el tema Go Home. Todo lo recaudado por la venta de ese álbum se destinó a Home Alive, un programa de defensa personal para mujeres, creado por la baterista de 7 Year Bitch, Valerie Agnew, banda que tituló a su disco de 1994, Viva Zapata! en honor a su amiga.
Con el paso de las décadas la figura de Zapata y la posibilidad truncada de un inmimente ascenso en la incipiente historia de The Gits, por esos días bajo la atenta mirada de Atlantic Records, quedó para siempre guardada en la memoria de la música de Seattle. Y el eco de la voz de Zapata se intensificó y amplificó gracias a la inevitable oleada del movimiento feminista que en la era de la hiperdigitalización y la hipercomunicación retumbó con fuerza en nuevas generaciones de Riot Grrrls, y de mujeres en la música, y en la contracultura enfrentadas a la cotidianidad de la violencia de género, en la que todos los días, en alguna parte del mundo, muere una Mía Zapata en manos de una pareja, de un familiar o de un psicopata serial como fue el caso de la cantante, que sólo obtuvo justicia en 2003 cuando su asesino fue hayado por la policía y sentenciado a 37 años de cárcel.
A esa idea de justicia se suma hoy, en cierta forma, el emblemático sello Sub Pop presentando la reedición oficial de toda la discografía de la banda, con sus integrantes originales regresando a la vida después de un largo shock devueltos a su propia música y la de su compañera, permitiendo que quede disponible nuevamente de manera completa y mejorada, con la intervención prolífica y cuidadosa del legendario Jack Endino a cargo de remasterizar cada una de las grabaciones hechas en esa época y en las póstumas. Listado encabezado por su disco debut Frenching the Bully (1992), seguido de tres LP con grabaciones inacabadas, trabajos tempranos y temas en vivo por primera vez en un álbum bajo el nombre de Live at the X-Ray.
La banda, después de mucho, ha salido de la impresión de la muerte y del morbo, y su música hoy vuelve a circular luego de un par de apariciones en vivo entre 2015 y 2016, treinta años después de su último show junto a Mía. “Queremos asegurarnos de que cuando ya no estemos en esta Tierra, este trabajo que hicimos juntos esté disponible. Hemos estado trabajando en estrecha colaboración con la familia de Mia, que la apoya mucho y quiere que su legado sea reconocido y esté disponible para la gente».