JANE´S ADDICTION: MÁS INFLUENCIA DE LA QUE TÚ TIENES
Jane´s Addiction se presenta por cuarta vez en Chile. Dos veces lo ha hecho en Lollapalooza, y por segunda vez esta noche llega al Teatro Caupolicán. Tildados por algunos medios masivos como dinosaurios en poca sintonía luego de su paso por la versión 2023 del festival, la banda fundacional del rock alternativo de Los Ángeles, está de vuelta para un nuevo encuentro que probablemente será mucho más que nostalgia, esta vez sin Dave Navarro pero con Eric Avery de vuelta.
Por Rossana Montalbán M
“Nosotros tenemos más influencia con sus hijos de la que tú tiene, pero los queremos, creado y regado de Los Ángeles…” son las palabras que operan como la excéntrica introducción para uno de los singles más populares de Jane’s Addiction, Stop, track de su segundo larga duración, El ritual de lo habitual, publicado en 1990, un disco que consagra el rock alternativo antes del rock alternativo justo antes de su desbordante explosión.
La singular introducción incluida en el que ha sido uno de los contados hit radiales de la banda, no solo presumía lo que fue esa inexorable relación que existió entre juventud y rock and roll durante el siglo XX, en principio como la semilla de una revolución juvenil contracultural y anti establishment cuyo poder disruptivo fue disputado hasta ser apropiado por la industria de masas, sino también invocó con ironía la permanente satanización del género musical sellada con la irrevocable etiqueta Parental Advisory, el último gran triunfo, años antes, de la iglesia y las organizaciones de ultraderecha en Estados Unidos. Pero la llamativa entrada para el taquillero corte de amigable efervescencia, fue también el signo de su propio tiempo y espacio como una banda “creada” y “regada” de Los Ángeles, California, lugar que albergaba tantas escenas musicales como fuese posible, muchas de ellas sostenidas por el importante volumen de población migrante latina, rasgo primordial en el adn de la ciudad. Un guiño que proyectó la heterogeneidad del circuito musical y artístico en el que se forjó la banda en aquellos años, una mixtura de inglés y español, guitarras crudas y pesadas, tambores tribales, y post punk de playa hippie.
Tras la primera gran ola generada por su disco Nothing Shocking, publicado en 1988, Jane´s Addiction se asomó como una de las bandas estandartes del circuito que se gestaba desde mitad de la década ochentera, en contraste con el bapuleado y sobreexplotado hair metal del Sunset Strip, poniendo bajo el reflector a una escena que recogía variadas referencias y modos experimentales de presentar la música, donde la divergencia de lecturas del rock pesado abundaron con nombres como Psi Com, Polar Bear, Camp Freddy, Satellite Party, misma escena desde la que también surgieron nombres ultra famosos como Red Hot Chilli Pepers.
La primera y relativamente corta existencia de Jane´s Addiction en su vida pasada, entre 1985 y 1991, no fue más que la viva expresión de su generación con algo de espiritu punk corriendo por la venas y una evidente resistencia al fenómeno que comenzaba en 1991 tras la fundación de Lollapalooza. Separación propiciada por Avery y Navarro, en permanente fricción con Perry Farrell, que dio paso a consideradas variaciones como Porno for Pyros, banda que se convirtió en una adorada joya de la década, conservando ese marcado carácter de singular rock alternativo, con Farrell y Perkins colocando el sello, y una discreción propia de su origen, a menudo llamada la banda de los ex Jane´s Addiction.
Intentar dimensionar la escena musical de la California de finales de los ochenta, para entonces situar el rol de Jane´s Addiction como iniciadores de esa creciente camada de rock, es el paso que mejor puede ayudar a mirar a la banda que aplicó nuevos postulados y sonidos, ante todo, eclécticos y, a ratos inclasificables en las etiquetas prevalencientes de tiempos anteriores, siendo sin duda, una primera forma de contracorriente cuando llegaron a formar parte de la corriente prinicipal, al ser captados por Warner Bros. Sin embargo, esa suerte de doble militancia entre el arte y la música rock no masiva, y la cobertura lucrativa total de una multinacional convivieron y conviven tanto en sus inicios como en el presente de sus reuniones. Mientras que la música creada en su segunda reunificación mantiene la esencia y preserva la brújula de un sonido basado en guitarras de prominente y estilizada pesadez, oscilando entre pasajes oscuros y luminosas explosiones, cuya mayor credencial es ser una banda que suena a sí misma.
Resonada y suficientemente decidora fue su primera gran reunión en 1997, añorada desde los años dorados de la gran explosión mediática del ya manoseado rock alternativo, con la publicación del disco recopilatorio Kettie Whistle y su gira de reencuentro con Navarro, y Flea reemplanzando a Avery, fue tanto la lápida de una época que se acababa con la década como también el tiempo extra para su sustancial influencia en el presente requería, luego de todos los repliegues dejados por la sobrexplotación de la industria musical de los noventa.
Al mismo tiempo que Jane says, canción insigne de aquel retorno y una de las joyas en bruto de Nothing Shocking, en un segundo e inesperado aire de masividad no dejó de sonar en radios y comerciales desde 1997, la banda se disolvió y reunió dos veces, mientras que la otra gran creación de su frontman Perry Farrell, creció como el gran monstruo de los megafestivales con una millonaria franquicia que gira por el mundo y que hoy monopoliza en Chile. Conviertiéndo a Farrell en un magnate del rock and roll de las grandes ligas para siempre.
Aspecto que hoy en 2023 parece resonar en las píldoras periodísticas menos informadas de medios masivos nacionales de dudosa reputación, escribiendo frases como «la banda del dueño de Lollapalooza» -«Jane’s Addiction logró imprimir ese punk rock que, en esos años, resultó original sobre todo en sus dos primeros álbumes, pero que ahora no han envejecido con la misma trascendencia de, por ejemplo, Real Thing, el primer disco de Mike Patton al micrófono de Faith No More». «En el escenario, la música de Farrell es la expresión de un dinosuario que se niega a extinguirse. En una época en que la música urbana domina todos los rincones del mundo, el rock de Jane’s Addiction, que sirvió de pasadizo entre los sonidos alternativos de fines de los 80 y el surgimiento del grunge, tiene un carácter totalmente revisionista, generoso en recuerdos para los espectadores de más de cuarenta años, pero lejano para una juventud que celebra otro tipo de discurso musical». Reza la nota publicada en Culto de La Tercera. Vaya forma de introducir y reseñar el show que diera el día de ayer en el afamado festival, una de las badas fundadoras del rock alternativo a finales de los ochenta en la confluyente California. Pero más allá de apresuradas e imprecisas descripciones propias de los tiempos que corren, mala suerte que corre el lector o lectora no contextualizada, la inexacta apreciación nos hace volver a esas líneas esbozadas con forzado español aprendido y permeado de gringolandia que anteceden a Stop, como un manifiesto de antaño devuelto al presente, cuando el mundo se rinde ante la música urbana y el rock parece caminar por la vereda de lo que no está en boga, ni en sintonía con la masa juvenil, Jane´s Addiction sin composiciones nuevas bajo el brazo puede parecer una novedad de otro tiempo y al mismo tiempo una influencia corrosiva para los oídos no adormecidos por el autotune, haciéndonos recordar que Jane´s Addiction era esa banda que escuchábamos sin mayor referencia cuando en la TV reinaban los videoclips de Roxette o Gun´s N Roses.