W.A.S.P. EN VIVO: CONSERVANDO LA ESENCIA.

W.A.S.P. EN VIVO: CONSERVANDO LA ESENCIA.

 

La promesa de escuchar en vivo el grandioso álbum debut de la institución angelina del heavy metal renegado W.A.S.P, se ha cumplido con todas sus letras, la noche del viernes en un repleto Teatro La Cúpula, locación escogida para el esperado regreso de Blackie Lawless a esta ciudad, veinte años después de su primera y mítica presentación ocurrida en 2005 en la Ex Oz, ante una audiencia tan acotada como adoradora del sonido que la banda promulgó desde su aparición. Un regreso marcado por la esencia pesada e incorrecta de una banda clave para el hard rock y el metal de los ochenta.

Por Rossana Montalbán

Fotos por Rubén Gárate

Produjo : Chargola Producciones


 

 

ENIGMA EN VIVO : ABRIENDO LA NOCHE

Con el antecedente de haberse presentado en la reciente y multitudinaria edición 2025 de Masters of Rock, Enigma volvió a formar parte de un importante de cartel como el acto de apertura para el regreso de W.A.S.P.

Esta vez, Enigma llegó al escenario de Teatro La Cúpula para cotinuar repasando su larga trayectoria de más de treinta años tocando heavy metal clásico y técnico en circuito local. La banda mostró un set list compuesto por temas emblemáticos de su repertorio como Los 33 o Voces disidentes, interpretado junto a Toño Corvalán como invitado, mientras La Cúpula comenzaba a repletarse poco a poco.

En un compacto show la banda mostró su amplio trabajo de heavy metal en temas como El Lado oscuro del cielo, entre otros, interpretando las distintas etapas de su propuesta estilisitca a lo largo del tiempo, en el que han logrado construir una continuada discografía y presencia en la escena del heavy metal clásico.

Frente a una audiencia atenta y receptiva la banda entregó un show bien armado y apropiado para la ocasión tocando Inquisidor para cerrar lo que será una recordada presentación como banda invitada de W.A.S.P, en Chile 2025.

 


 

W.A.S.P EN VIVO: CONSERVANDO LA ESENCIA

 

Con puntualidad rigurosa, 21 horas, el recorrido íntegro por la señera pieza de metal lujurioso y salvaje plasmado en 1984 por Lawless y compañía partió como corresponde y como se esperaba con su tradicional preámbulo; la introducción de The End de The Doors, una suerte de oda al rock and roll nacido en la ciudad del estrellato, del sol, de la psicodelia salvaje y de tanto más, casi como si asistiéramos a una misa -algo esperable de los excéntricos y exigentes parámetros del Sr Lawless – la ceremonia del rock and roll, pesado, sucio y decadente estaba a punto de iniciar, y así lo indicó a continuación una barrida de hits de la banda pegada a la inserción de la famosa cortina de Elvis Presley en la era de Las Vegas, con la banda entrando al escenario dando paso a la inmediata irrupción del redoble veloz de I wanna be sombody, cual tracklist, la más famosilla de su repertorio hasta hoy, conocida y reconocida como una bola de fuego en el momento de su aparición, como la rola de tomo y lomo que es y sigue siendo, sonando atronadora y pegajosa, y por sobre todo, evocando el punto en que una banda como W.A.S.P. popularizó el heavy metal incorrecto.

Botas blancas, calzas negras, camiseta deportiva de su propio equipo (We are sexual perverts), y una característica y escarmenada melena detenida en el tiempo, distinguen y personifican a la leyenda urbana y renegada de Blackie Lawless al frente de su banda en este insigne aniversario que siguió su curso acelerado y al hueso con L.O.V.E. Machine, otra sigla escandalosa y pervertida al estilo de W.A.S.P. pero mejor aún, explosiva, pesada y fiestera sonando tal cual se le recordaba, presuntuosa y agresiva, procurando no bajar la arremetida inicial. Lo mismo ocurrió con la siguiente tirada de temas siguiendo su orden de aparición, se escucharon la coreada y «liviana» The Flame, seguida de B.A.D, devolviéndonos al peso callejero que define a la banda llevado por un portentoso doble bombo, y un agresivo coro que pega fuerte como su base rítmica, colocando más leña al fuego de la noche.

Pero luego fue el turno de su reconocible guiño a Alice Cooper, School Daze, esparciendo ese contagioso espíritu de rebelde himno juvenil demoledor y abundante en filo, que preparó el camino para la enardecida Hellion, pieza de señero metal extremo en pañales cuyo término dejó ver el temperamento de Lawless abandonando el escenario ofuscado, aparentemente, por la presencia de guardias de seguridad en la barricada bajo el escenario. Un corte abrupto, algo incomprensible y casi dramático que puso sabor a la inciada fiesta.

Al cabo de unos minutos, la banda reapareció para seguir el recorrido por su cancionero seminal continuando con la intensa y oscura balada heavy, Sleeping in the fire, dejando el gran solo de guitarra a cargo de Doug Blair como uno de los climax del show, que rápidamente saltó a la vibra hardrockera de On Your Knees, como un pequeño respiro antes de otro momento de heavy metal con tinte marcial y guerrero en Tormentor, consagrando el género con el teatro completo a todo pulmón alzando puños. Pero aún faltaba, y como su tracklist indicaba, vino The torture never stops, final de disco grandioso y álgido momento en vivo con uno de los himnos más asertivos del debut de la banda, que sintetiza gran parte de su sonido, estilo y gracia como genuinos arquitectos del metal y el rock pesado ochentero.

Para el encore, la banda nos ofreció, nada más ni nada menos que esa conocida y añorada pasada por la profunda raíz hardrockera clásica de Lawless, enlazando su Inside The Electric Circus con I don´t need no doctor, versión Humble Pie, y The Real Me de The Who con Forever Free y Headless, en un incendiario y espectacular ensamble de riffs y líneas de rock setentero pasadas por la plantilla de la banda. Finalmente, el cierre se pronunciaba claramente con un solitario Lawless sobre el escenario entonando con guitarra eléctrica a secas su tópico emocional favorito Wild Child, balada de purgatorio y pieza esencial de su repertorio y del metal ochentero en sonido y motivo.

A la intimidad descarnada de su balada por antonomasia, le siguió la apología a una interminable y decadente borrachera en el viejo y nuevo oeste, Blind in Texas, tan salvaje como rancia, oda al desenfreno y al brevaje, en la que Lawless retrató la vida nocturna de la emblemática y controversial ciudad, esta vez cantada aquí en Chile con locura y fiebre de rock and roll sediento.

Reproduciendo el sonido del disco, con cada pieza en su lugar con Aquiles Priester en batería, Mike Duda en bajo, y Doug Blair en guitarra principal, pero con un evidente respaldo vocal de pistas, notorio sobre todo en los coros de cada canción, más no suficiente como para opacar algo, pues ver a W.A.S.P. en vivo, es ver y oír a una banda que carga consigo gran parte del adn del heavy metal que reinó durante los ochenta y principio de los noventa, desde su punto más extremo hasta ese sonido que pudo ser pesado y en ciertos momentos masivo, brindando una poderosa fórmula de la cual muchos bebieron.

Después de cuarenta años, Blackie Lawless sigue enojado y su música también, exhibiendo años de circo, desde su Circus Circus y el imaginario que hizo famosa a W.A.S.P, y que esa noche decoró el escenario. Años de circo visibles y palpables en su presencia en el escenario cargando su guitarra rítmica, la inconfundible BC Rich Warlock, sin mayor esfuerzo ni ganas de congraciarse con nadie, diciéndonos que lo suyo no es personificación, ni teatro, sino más bien, un modo de exitir, tocar y hacer música, y que su banda,W.A.S.P, sigue siendo esa misma banda de renegados e incorrectos que incendiaron la escena pesada cuatro décadas atrás.

 

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cronicasonora2

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