WOODSTACO 2023 : SE ACERCA LA ÚLTIMA FIESTA

WOODSTACO 2023 : SE ACERCA LA ÚLTIMA FIESTA

Hace tan solo unas semanas atrás el ya emblemático Festival Woodstaco anunció la noticia que, tarde o temprano, anuncia toda instancia nacida y crecida en autogestión y formas de financiamiento alternativo o semi estatal en nuestro territorio. Esa noticia era el término del festival y la realización de su última edición este recién iniciado 2023. 

El poco sorprendente pero siempre decepcionante anuncio no dejó indiferente a nadie pero, sobre todo, reafirmó una serie de cuestiones relacionadas a la actividad musical y artística no masiva y no estrictamente comercial en Chile. Cuestiones que fueron fuertemente debatidas y promovidas en busca de mejoras en el borrador de nueva constitución desechada el 4 de septiembre de 2022, balde de agua fría que sacudió convicciones y sueños de un futuro más equitativo y justo, y la posibilidad de vivir de la actividad musical y cultural en menor grado de precariedad, tanto para trabajadores como para audiencias.

Mencionar ese suceso político que fue el fracaso de una nueva constitución y lo que ahí se buscó cambiar, puede servir como una pequeña clave para comprender el escenario y la realidad a la que se enfrenta un festival creado en total pulsión autogestiva que pasó de ser el punto de reunión para unos a ser el espacio de muchos y miles, porque sabemos que así nacen y nacieron emblemáticos festivales que terminaron siendo máquinas industriales y epicentros del mainstream.

Primero para unos cuantos amigos y bandas, Woodstaco nació en la cordillera de Curicó en 2008 en un impulso de mero esparcimiento, música al aire libre, lejos del mundanal ruido y cerca de la naturaleza. Una suerte de pequeño Piedra Roja o como bien lo dice su nombre una versión propia y personal de Woodstock, solo para los más aperrados y aperradas, almas libres dispuestas a caminar kilómetros, a prescindir del baño, a tocar en un escenario improvisado, a llevar lo puesto y disfrutar del barro al son de distorsionados y crudos riffs de rock and roll, blues, rock psicodélico.

Para 2011 ese Woodstaco inicial e improvisado, anunciado de boca en boca, ya comenzaba plantearse más como festival y menos como un encuentro amistoso espontáneo, pasando a ser un festival incipiente para la escena local, cuyo atractivo radicaba precisamente en esa idea tantas veces acariciada y añorada de un festival de verano, un festival de rock, como aquellos del primer mundo, o más bien algo que se acercara, en alguna forma, a eso, que desde acá,  audiencias y bandas, buscaron. Entonces Woodstaco se convirtió en un festival de tres días y dos noches. Es decir, en toda una experiencia de música y convivencia, en pleno verano y naturaleza. Por esos años, en aquella seminal etapa Woodstaco se instaló en paisajes como Rauco, San Rafael, La Montaña de Teno, y por ahí pasaron bandas de hard rock, blues, rock, rockabilly, cuya música poblaba la escena más subterránea y cruda del rock independiente como Polvareda, Los Gatos Negros, El Arbusto Rodante, Los Makana, Los Bandoleros, entre otras.

La fuerza de una instancia genuina como Woodstaco simplemente siguió su curso, creciendo, y ya para 2013 fue transformándose en uno de los escenarios preferidos de una diversa escena musical independiente, convocando cada vez más bandas de diferentes corrientes y subgéneros, nombres emergentes, y nombres de larga historia. Su cartel y su poder de convocatoria crecieron y con ello, año tras año, su desarrollo como instancia musical y cultural también, avanzando de una microproducción a un producción mediana y creciente en términos técnicos, logísticos para escenarios, equipo de trabajo, y espacio para bandas, artistas y público asistente, todo eso sin perder su esencia como lugar de esparcimiento musical y procurando que aquellos esfuerzos y mejoras no se vieran reflejadas en su entrada aún.

Tal como el caudal de un río que no detiene su flujo,  entre 2015 y 2019 vino el gran boom de Woodstaco, consolidándose en varias formas, desde su orgánica interna, encabezada por su fundador Matías Burgos, articulador de bajo perfil y la mente tras el proyecto que, para ese momento ya se constituía como organización cultural logrando obtener apoyo de fondos estatales, el apoyo municipal y regional posicionándose como un evento cultural para la zona de Parral, escenario del festival desde 2019. En este periodo Woodstaco experimenta un desarrollo completo en sus diferentes ámbitos, en su línea editorial, en su propuesta programática para más de dos escenarios, y todo un entramado en función de un festival donde lo principal sigue siendo la música rock en su amplia y diversa expresión, además de sonidos del mundo, experimentales y latinos en la naturaleza, dando espacio a talleres de reciclaje, artes manuales, diseño independiente, talleres infantiles y más, desplegando una importante producción técnica y profesional para las bandas y los miles de asistentes. El festival alcanza sus propios hitos. Y a nivel mediático logra una significativa cobertura en la mayoría de los medios especializados, en medios regionales e incluso en algunos de alcance nacional. Pero más allá de estos aspectos relevantes, la consolidación de Woodstaco ha sido en muchas formas la consolidación de su audiencia y la permanencia de un público fidelizado, buena parte de él testigo y asistente de sus primeros días, que continuó siendo parte del ritual cada año, siendo el pilar y el alma del festival hasta hoy día. Para este momento han pasado por el festival Los Peores de Chile, Fiskales Ad Hok, Hielo Negro, Yajaira, Tsunamis, Los Ex, Akinetón Retard, Perrosky, La Floripondio y Sol y Lluvia.

Lanzamiento Woodstaco 2023

En febrero y marzo de 2020, se llevó a cabo la última versión del festival en el viejo mundo pre pandémico, aplazado por los acontecimientos desprendidos del estallido social y en sintonía con la demanda constituyente, una edición que reafirmó la importancia del encuentro con bandas como The Ganjas, Aguaturbia, Panteras Negras, Benjamín Walker, Pascuala Ilabaca, Pentagram, Tata Barahona, Mediabanda, y que en aquella oportunidad contó únicamente con exponentes nacionales, atendiendo a las demandas del país y el fuerte compromiso con la circulación de músicos y músicas de locales. Así brillaron los escenarios Rock, Enjambre, Blesstaco y Woodstaquitos albergando rock, psicodelia, punk, metal, funk, ritmos latinos, pop, música del mundo y la electrónica, además de proyecciones de películas y otros espectáculos, destacando la inclusión de una parrilla de música de raíz ancestral, latinas y del mundo con un 75% de bandas lideradas exclusivamente por mujeres.

Con la llegada de la pandemia y la larga pausa, dos años transcurrieron sin poder llevar a cabo Woostaco, una larga espera que se acabó en 2022 cuando fue confirmada su edición 2023. Pero con el correr de los meses y la gran apertura de los eventos musicales también vinieron las interrogantes sobre cómo mantener un evento musical de tal envergadura sin encarecer su entrada o recurrir a otro tipo de financiamientos y esfuerzos que garanticen una cadena de trabajo remunerado para un equipo humano a cargo de todo el despliegue. Eso por un lado. Mientras que por otro, al observar el panorama actual, post pandemia, podemos aventurarnos a pensar que la gran avalancha de eventos musicales nacionales e internacionales, quizás enlenteció la venta de entradas para esta nueva edición, como también pudo poner en evidencia que el público aún es reticente a pagar grandes sumas por eventos de factura y contenido local.

Pero lo único cierto, es que la producción del festival en boca de su fundador y redes sociales dieron a conocer la noticia, en tono sobrio y realista, sin grandes lamentos ni reclamos, simplemente atendiendo el contexto real de la actividad cultural en el incierto Chile actual, donde el arte sigue a la deriva y el financiamiento para proyecciones en el tiempo sigue siendo esquivo. Con esa incertidumbre clara, Woodstaco bajará el telón este mes de enero, y lo hará en grande, con su versión más grande hasta ahora, habiendo demostrado que el hacer por hacer puede llegar muy lejos, y la ética de trabajo autogestivo, no comercial puede ser viable y sustentable para las y los trabajadores de la música, al menos por unos cuantos periodos, como también dando cuenta de que es posible dar vida a diferentes modelos para el desarrollo de festivales de música local. El Woodstock chileno de nuestro tiempo dice adiós, antes de vender el alma al diablo, y antes de perderse entre la multitud, dejando huella y, ciertamente, siendo referente para nuevos festivales de corte rock underground, quedando en la retina de la música independiente de la última década.

WOODSTACO FEST celebrará sus 14 años de historia el 13, 14 y 15 de enero de 2023 en el Camping Trapiche San Manuel, en la comuna de Parral. En un alucinante entorno de vegetación nativa a orillas de las aguas del río Perquilauquén, se reunirá a casi un centenar de bandas de diversas vertientes musicales ante un público que acampará bajo la luna y las estrellas.

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Rossana Montalbán

Rossana Montalbán es periodista, investigadora y escritora. Fundadora y editora general de Crónica Sonora. Autora del libro “Tanto insistir" biografía de los pioneros del hardcore melódico BBS Paranoicos. Investigadora en género y feminismos en la música. Coordina desde 2021 el Club de Lecturas para Subir el Volumen: Música, género y feminismos. Ha colaborado con el Observatorio Feminista del Libro RedFem, Mujeres Críticas de Música. Ha escrito para diversos medios digitales e impresos entre ellos Grinder Magazine, Fotorock.cl, Revista La Noche, o la revista de crítica cultural Luzes de Galicia. Actualmente se encuentra trabajando en su segundo libro.

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