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CRÍTICA MUSICAL HECHA POR MUJERES: UNA HISTORIA POR REVELAR.

CRÍTICA MUSICAL HECHA POR MUJERES: UNA HISTORIA POR REVELAR.

 

El 10 de agosto se dio inicio al curso “Historia de la crítica musical femenina”, a cargo de la periodista y musicóloga chilena Nayive Ananías, en la Universidad Nacional de las Artes, en Buenos Aires, una instancia sin precedentes que busca estudiar y reconocer el trabajo de destacadas mujeres que ejercieron la crítica musical a principios del siglo XX.

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Hablar de crítica musical, en el panorama local, se ha vuelto una intrincada tarea donde el concepto y el ejercicio de ésta camina por las esferas exclusivamente académicas sin cruzarse con el ejercicio periodístico dedicado a la música. Si bien, ambas prácticas son concebidas desde diferentes ámbitos y haceres, resulta peculiar y, al mismo tiempo, inquietante observar cómo la producción del periodismo musical en Chile se ha mantenido, muchas veces, en lo meramente informativo, interpretativo y, en el peor de los casos, en la opinología.

 

Si hablar de crítica musical tanto en sus definiciones y ejercicio, suscita debate y desconocimiento, esto aumenta aún más al hablar de crítica musical femenina como una fracción dentro de la misma, en donde las mujeres tuvieron y siguen teniendo un reducido campo de acción y visibilidad, y donde, probablemente, la figura de “la mujer crítica musical», tanto en el pasado como en el presente, aún no encuentra el lugar de reconocimiento e influencia que su homónimo masculino. Precisamente, esta fue la principal inquietud y problemática que la periodista, musicóloga y Doctora en Artes, Nayive Ananías decidió abordar en el curso “Historia de la crítica musical femenina”, recientemente iniciado en la Universidad Nacional de las Artes, UNA, en Buenos Aires. Curso que comenzó a impartir de manera remota este 10 de agosto, marcando un precedente y abriendo una instancia, hasta ahora, única dentro de la academia, a nivel latinoamericano, con un programa que se hace cargo de poner en valor la labor de distintas mujeres que se dedicaron a la crítica musical en el mundo a lo largo del siglo XX. La crítica musical ejercida por mujeres en la primera mitad del siglo XX, es hasta el día de hoy un tópico relegado en discusiones sociales y académicas, y lamentablemente, el estudio de la crítica musical ejercida por mujeres, en cualquier latitud, sea anglosajona o acá en Latinoamérica, es algo que ha quedado en el olvido. Y este curso ha nacido como una forma de divulgar mi tesis doctoral que acabo de terminar y que desarrollé en la Universidad Católica, acá en Chile, donde precisamente abordé la crítica musical femenina en la primera mitad del siglo XX en Brasil, para lo cual tuve que leer mucho material de crítica musical hegemónica, es decir hecha por hombres, y crítica musical anglosajona ejercida por mujeres para llegar a la especificidad de Brasil”. Nos cuenta Nayive Ananías, académica a cargo del curso.

Pero la crítica musical ha transitado por caminos veleidosos, primero como hermana menor de la crítica cultural, y luego como la faceta más quisquillosa o elitista del periodismo musical cuando extendió su ejercicio y presencia hacia los medios de información. Sin embargo, históricamente, desde siglos pasados, ha sido ejercida por voces y plumas cultivadas en áreas ajenas al periodismo, y principalmente surgidas desde espacios de formación musical teórica como el conservatorio. De esta forma la definición y ejercicio de la crítica musical ha estado en estricto rigor vinculada a la música clásica/docta, y desde la musicología o la etnomusicología al folclor o músicas tradicionales. En este punto Nayive Ananías explica “Primero hay que distinguir entre periodismo musical y crítica musical. Por lo general, se suele denostar al periodismo musical como algo que puede ser ejercido por cualquier persona interesada en la música. Lo que puede ser como también puede no ser. La crítica musical se entiende como un producto de la crítica cultural, y es la que se preocupa de los fenómenos musicales, ya sea la interpretación, la melodía, la letra, o la performance. Y la diferencia radica en quienes tienen la potestad para ejercer y en su idoneidad. quienes pueden hacer son personas que estudiaron formalmente música, es decir acudieron a conservatorio, desarrollaron trayectorias de concertistas y compositores por lo tanto tener conocimiento de teoría musical tendrían la propiedad para opinar de música. Y por lo que he indagado hasta ahora, tanto en críticas mujeres y hombres, y la crítica musical posee juicio de valor no solo se limita a describir, y su argumentación es lo que sobresale en una crítica en una revista”.

Estas definiciones y precisiones del concepto y de su praxis resultan vitales como punto de partida para comprender el desarrollo y sesgos que ha tenido dicha labor a lo largo del tiempo, y sobre todo, para poder abordar en cómo ésta, al igual que el resto de la sociedad, se vio permeada por las desigualdades como por las reivindicaciones de género en diferentes momentos. Si ya podemos inferir un sesgo de clase, un sesgo de estilo, por consiguiente, y de manera persistente, en la crítica musical también ha existido y sigue existiendo un sesgo de género que ha relegado, omitido y, finalmente, limitado la participación y validación de mujeres en el rol de la alta crítica musical, tanto en su lugar de origen, la música de conservatorio, como también en la música popular. Nayive Ananías nos interioriza al respecto “Es lo mismo que ocurre cuando se habla de literatura femenina o escritura femenina en la crítica literaria. Al menos para mí, la crítica musical femenina, es una crítica musical ejercida por mujeres, y no necesariamente una crítica destinada a mujeres como solía entenderse en el ámbito de la literatura a la escritura de mujeres para mujeres. En mi caso, mi trabajo se sustenta en mujeres que escriben de música, centrada específicamente en la crítica musical, y no escritura de música ejercida por mujeres, ya que si hablamos de mujeres que escriben de música, encontramos un centenar de periodistas musicales, redactoras, entrevistadoras, cronistas, corresponsales. Pero críticas validadas por sus opiniones y conocimientos, que tengan una sección firmada por ellas y que si levantan el pulgar se alaba o se detesta, en Brasil, que fue el foco de mi investigación, fueron muy pocas, solo existieron cinco. Ese fenómeno se repite en Argentina, Chile, Estados Unidos o Inglaterra”.

Con estos antecedentes Ananías trazó un trabajo investigativo en el que se dedicó a indagar en los universos intelectuales, sociales e íntimos de las mujeres que se atrevieron a ejercer, en las primeras décadas del siglo XX, la exigente, elevada y reservada tarea de la crítica musical, armando una historiografía con nombres como Lúcia Branco de Brasil, Maria Szeliga de Polonia, Nora Douglas Holt de Estados Unidos, o Marion Scott de Inglaterra. Singularizando a cada una de ellas, y a su escritura en torno a la música (clásica, popular o folklórica), poniendo en perspectiva su condición de disidentes en un entorno reglamentado por hombres, donde además, muchas de ellas provenían del ámbito musical como intérpretes pero que de un  momento a otro se vieron impulsadas de manera urgente a ocupar, a través de la escritura y de la crítica fundamentada, la esfera pública que aún se les negaba. Así, uno de los ejes centrales del curso es también la escritura de estas mujeres y cómo la escritura se convirtió en la forma de tomar lugar en la sociedad. “Escribir música no es lo mismo que criticar música. Entonces cuando hablo de crítica musical femenina me refiero mujeres que ejercieron crítica musical y todo lo que implicó que una mujer criticara música en la primera mitad del siglo XX, en la latitud que fuese, y qué conllevaba eso, además de tener estudios formales. Y cómo se insertaron en un mundo absolutamente masculino, androcéntrico y patriarcal. Cómo se defendieron en ese mundo y cómo los discursos periodísticos de ellas amonestaron a sus colegas hombres, porque eso pasaba”. Señala la periodista y musicóloga.

El caso de Nora Douglas Holt, rescatado por Ananías a lo largo de toda su investigación, parece repetirse en la propia historia de cada mujer que tuvo que abrirse paso en un mundo de supremacía masculina donde las mujeres no eran consideradas sujetos de derecho y ni pensarlo de opinión. En los inicios de su carrera como crítica musical para el Chicago Defender, sus columnas que firmaba con el seudónimo de Lena James Douglas, aparecieron, primero, en “La página de la Mujer” y su primer artículo se tituló “Cultivando conciertos sinfónicos”. En 1918 se convirtió en la primera afroamericana en culminar una Maestría en Música. Además de su labor en el Chicago Defender, entre 1921 y 1922 editó una publicación mensual: Music and Poetry. Divulgó crónicas sobre aclamados músicos afroamericanos, como Roland Hayes, Helen Eugenia Hagan y Louis Victor Saar, inculcando el valor de proporcionar evaluaciones competentes de los artistas que actuaban en Chicago con el fin de fomentar la conciencia pública sobre la música clásica.  

En la historia reciente de la crítica musical femenina aportes como los de Ellen Willis durante la década de los 60s, forman parte de la bibliografía del curso y resultan vitales para poder situar la figura de la mujer que ejerció la crítica musical en la segunda mitad del siglo XX, en lo que a música popular y, particularmente, a la eclosión del rock and roll como contracultura, compete. Al situarnos en el siglo XXI, el nombre de Jessica Hopper, ex editora de Pitchfork,  surge inmediatamente al hablar de crítica musical hecha por mujeres vivas, y su libro del mismo nombre, aún sin traducción al español «The First Collection of Criticism by a Living Female Rock Critic», es un valioso compendio de textos que pueden servir como referentes para ejercer una crítica de rock y pop desde lo no masculino, pero sobre todo como una forma de poner en valor el trabajo de mujeres críticas musicales en tiempo presente. 

Regresando al panorama local, nuevamente nos encontramos en un terreno aún poco pavimentado, donde la figura de la mujer crítica musical en su estricto rigor, no ha existido y solo ha intentando concebirse de regreso a la democracia en la década de los 90s, en contraste con el caso de Brasil, estudiado por Ananías, lugar en el cual la crítica musical femenina comenzó a gestarse tempranamente en los albores del siglo XX, siendo luego potenciada por la creciente industria fonográfica gracias a la llegada de Odeón en 1906 “Con la llegada de la Odeón las revistas especializadas en música docta que ya existían en el siglo 19, aumentaron significativamente, y tanto Sao Paulo y Río de Janeiro eran epicentro musical mundial donde llegaba música y músicos de todo el mundo, era la puerta de entrada hacia Latinoamérica. En Chile no existen antecedentes que permitan elaborar una historiografía al respecto y solo podemos hablar de la década de los 40’s como un momento en el que comienzan a surgir las primeras publicaciones especializadas en música como la revista ProArte”.  Afirma Ananías.

 

La ausencia de una tradición de crítica musical femenina en Chile parece continuar intacta en el actual escenario donde no existen revistas impresas especializadas en música o medios masivos dedicados a ella, estrechando el campo de posibilidades para desarrollar la actividad que, en pleno siglo XXI, continúa siendo de predominancia masculina. Pero quizás, la otra gran arista sea la falta del ejercicio crítico y la poco inclinación hacia el desarrollo del pensamiento crítico como forma de abordar las artes, y en particular, la música popular en los medios de comunicación. A la siempre presente brecha de género se le suma entonces, una distancia con la elaboración teórica, conceptual, argumentativa, con el juicio de valor, y con la importancia de ejercer una voz desde el conocimiento y desde el estudio del fenómeno o género musical en cuestión, ya sea rock, pop, hip hop, folclor, vanguardia o heavy metal. “Creo que hay muchas periodistas musicales. Y creo que hay algunas críticas musicales. Además, creo que la crítica musical se ha visto mermada por la clausura de muchos medios, por lo que es difícil leer la opinión de una mujer en un medio masivo, pensando en diarios o revistas. Hay mujeres que ejercen la crítica desde medios digitales o podcast. Pero hablar de crítica musical femenina hoy, es un fenómeno bastante complejo. Creo que hay mujeres que escriben de música pero no sé si hay mujeres que critiquen la música, no se trata solo de entrevistar a músicos, sino de tener opinión fundamentada y con base, con juicio de valor y no condescendiente. Y eso, al menos, en Chile no existe. Y sí existió, quedó solapada por la presencia masculina. Creo que las mujeres que sí son críticas musicales en Chile o Latinoamérica deben dar un codazo para tener espacio en los medios, sean periodistas o vengan de otras disciplinas. Es difícil ser crítica musical tanto a inicios del siglo XX como en el siglo XXI”. Cierra la académica.

Nayive Ananías, periodista, musicóloga y Doctora en Artes. Investigadora a cargo del curso «Historia de la crítica musical femenina».

 

El curso certificado Historia de la crítica musical femenina. Trayectos entre el feminismo y la filoginia”, inició su ciclo el 10 de agosto y se extiende hasta el 28 de septiembre, en 8 sesiones, de 17 a 19 hrs, una vez a la semana.    

Aún tiene cupos disponibles y puedes inscribirte directamente en: critica.extension@una.edu.ar

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SHE DEVILS – FUN PEOPLE : UN GRITO POR EL ABORTO LEGAL

SHE DEVILS – FUN PEOPLE : UN GRITO POR EL ABORTO LEGAL

A finales de los noventas las bandas argentinas She Devils y Fun People editaron el disco split «El aborto ilegal asesina mi libertad» estampando en la música y en el underground porteño una de las batallas históricas del feminismo y los derechos reproductivos de la mujer.

Por Rossana Montalbán

Por estos días Argentina ha retomado la campaña nacional por la despenalización del aborto y por la legalización de un aborto libre y seguro. La marea verde ha vuelto a colorear las avenidas porteñas en espera de la histórica votación de la Cámara de Diputados llevada a cabo el día de ayer, 10 de diciembre, votación que aprobó, en el marco de una sesión maratónica tras más de 20 horas de debate, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, que en 2018 recorrió un camino similar siendo truncado en el senado. Así, el país trasandino avanza con paso firme después de mucho hacia la posibilidad de un aborto legal para todas y ahora lo hace apoyado por el mismo Ejecutivo, sumándose a centenares de organizaciones sociales feministas bajo la consigna “que sea ley”, e incluso aspirando a que esa frase sea una realidad antes de fin de año en una sesión de votación histórica en el senado argentino, entre el 28 y el 30 de diciembre.

Con Argentina como epicentro latinoamericano del movimiento pro aborto desde hace décadas, se ha logrado fortalecer y visibilizar el trabajo legislativo y divulgativo en torno a la despenalización. Desde entonces las distintas regiones del continente han establecido sus propias agendas de acción para instalar el tema en la opinión pública e introducirlo en la agenda legislativa de cada país. En el caso de Chile, el debate en torno a la despenalización del aborto ha cobrado relevancia desde 2015 con la conformación de la Mesa de Acción por el Aborto Chile, organización integrada por Abofem, Aprofa, Corporación Humanas, entre otras.

Uno de los pequeños avances registrados en nuestro país corresponden a septiembre de 2017, cuando se dio inicio al debate y posterior aprobación del proyecto de Ley de Despenalización del Aborto en tres causales; peligro de vida de la madre, peligro de vida del feto y en caso de violación comprobada. Un proyecto peligrosamente insuficiente que sigue manteniendo el control sobre los derechos reproductivos de la mujer, criminalizando sus decisiones y garantizando la desprotección de los derechos humanos de mujeres y niñas. En este contexto el derecho a un aborto legal, seguro y gratuito es una de las principales demandas del movimiento feminista en el debate constituyente que se avecina tras el plebiscito del 25 de octubre, donde se buscará que el Estado nos reconozca a mujeres y niñas como sujetas de derechos y ciudadanas plenas, con derecho a una vida digna y a ejercer la libertad sobre nuestros cuerpos y sobre la maternidad. El camino hacia la aborto seguro, libre y gratuito en Chile es largo y urgente cuando llegue el momento de redactar una nueva constitución. Y la posible hazaña trasandina en su legalización enciende luces, luces verdes para que el aborto legal sea una realidad del continente y no solo unos pocos y corajudos territorios. La batalla por la despenalización del aborto en el país vecino ha venido librándose desde los años noventa, década en que las organizaciones feministas comenzaron a articularse con el resto del continente y así también la contracultura,  el arte y la música han formado parte de ello.

Fue en 1997, cuando dos emblemáticas bandas del circuito hardcore punk porteño decidieron publicar el split titulado “El aborto legal asesina mi libertad”, firmado por Fun People y por la banda de punk rock feminista She Devils, formadas en 1995 por Patricia Pietrafesa, Pilar Arrese, y actualmente completada por Inés Laurencena.

Emparentadas con el movimiento riogrrrl,  She Devils irrumpió en el under porteño a mitad de los noventas, aportando una narrativa antipatriarcal situada en la Sudamérica subdesarrollada, y ejerciendo un discurso lírico-musical crítico y radical desde la militancia feminista, veganista y desde la disidencia sexual. Su música y su impronta significaron una valiosa disrupción tanto para la escena que habitaron desde sus inicios como para la cultura subterránea del Conosur, levantándose como una banda que marcó el surgimiento del punk rock feminista en Argentina como en otros rincones. La resonancia de lo que había ocurrido años antes en otras latitudes ya alcanzaba su eco más genuino por estos lados del globo terráqueo. La década de los 90 casi terminaba pero el tercer mundo seguía despertando y articulándose. Así fue como en 1997 She Devils se unió colaborativamente con la más famosa de las bandas de hardcore melódico crossover que el under argentino haya parido, Fun People, fundada por Nekro en 1989, banda que tuvo a Chile casi como segunda casa con visitas año a año y una devota fanaticada que repletaba los locales santiaguinos cada vez que tocaban.

Editado bajo el sello Ugly Records en formato vinilo siete pulgadas con cuatro canciones y en cd con seis, el trabajo colaborativo entre las She Devils y Fun people fue casi una cuestión de lógica entre dos bandas que compartían el discurso crítico y radical defendiendo la disidencia sexual, la liberación animal y la militancia feminista en todo su repertorio, activando no solo un circuito musical, sino que también el pensamiento crítico, la contracultura y la filosofía del Hazlo tu mismo.

“El aborto ilegal asesina mi libertad”, es quizás una de las frases que mejor gráfica la violencia patriarcal ejercida históricamente contra las mujeres y sus cuerpos a través de la coartación de los derechos reproductivos y de la libertad de elegir sobre ellos. Con esta consigna cargada de sangre y ovarios, ambas bandas confrontaron la criminal realidad del aborto ilegal cuya práctica arrojaba y arroja miles de mujeres muertas por año, y otras tantas encarceladas y condenadas por interrumpir un embarazo no deseado muchas veces producto de una violación. Con seis canciones en su formato cd, «Nada para mí», «Baby» e «Inconforme e inapropiado», de She Devils. Y «Lady», «Valor interior», «Señora bronca» de Fun People, el disco fue una ágil interpelación a los sectores conservadores de la Argentina, a los indiferentes y, por qué no, a las propias mujeres y organizaciones involucradas en un debate, por ese entonces, aún sin debatir públicamente, atrapado entre las paredes del activismo en la Argentina del Carlos Menem como señala la activista y música Jacqui Casais “Eran los tiempos del gobierno de Carlos Menem, quien en 1994, se pronunció por la penalización total del aborto al intentar incluir la prohibición en la reforma a la Constitución y en 1998 instauró por decreto el 25 de marzo como el “Día del niño por nacer”. Sin embargo, las mujeres organizadas nunca dejaron de exigir la legalización del aborto, por medios que no eran ni estatales ni institucionales a través de declaraciones, artículos, publicaciones, en las calles, organizaciones de base, ONGs, sindicatos y movimientos sociales.”

En tracks como “Baby”, con marcadas líneas de punk melódico y un coro que recuerda a lo más pegajoso y crudo del indie rock, el canto de She Devils propone emancipación y acción a partir de versos incitadores como “Nena tenés que defender tu paz, / defender tu paz”. Y en cuestionamientos como “Ey, baby ¿ qué vas a hacer? / ¿Quedarte donde esperan que estés? / Haciendo lo que se espera que hagas”. Mientras que “Nada para mí” acelera el pulso a la usanza de una veloz y furiosa cabalgata de punk visceral y versos que parecieran esbozar algo más que solo nihilismo “Reclamo perdida toda esperanza, ¿a quién le puede importar? / Si es que todo ya está hecho y no haces nada más / El futuro es decidir y el presente está aquí / El ser, no ser, el yo no yo, no son nada para mi!”.

Pero la instalación de un debate crucial para el feminismo no solo radicaba en entregar una premisa insertada en la música, sino también información y material en coherencia con el bagaje activista de ambas bandas. Hoy, al mirar el siete pulgadas color rojo, de colección, difícil de encontrar, y el cd color rosa, se descubre un material gráfico de archivo que relata parte de la lucha por la despenalización del aborto en el país trasandino como bien nos relata Casais: “Si bien la prensa que tuvo el disco fue más por rareza del antiguo formato de 7 pulgadas que por el valioso material feminista y artístico que contenía, al abrir el vinilo nos podíamos encontrar con información que hoy es histórica “Anteproyecto de ley de anticoncepción y aborto” de la Comisión por el derecho al aborto (sep.1990), la “Declaración de San Bernardo” documento donde se acordó declarar el día 28 de septiembre como Día por el Derecho al Aborto de las Mujeres de América Latina y del Caribe, creando comisiones y campañas por el derecho al aborto en cada país de la región (San Bernardo, Argentina, nov. 1990) y otro texto de la Comisión por el derecho al aborto llamado “Nosotras acusamos”, que es un análisis de la Constitución y de las leyes civiles y penales en las cuales se apoyaban para defender la interrupción voluntaria del embarazo (mayo 1992).”

Veintitrés años atrás, en los descuentos de una década que aún vivía sin la masificación del internet y mucho antes de la era híperdigital, dos bandas argentinas utilizaron la música como la principal vía para informar, crear conciencia, y destapar el oscurantismo en torno al aborto y exigir su despenalización, sacándolo a la calle, a la feria de discos, a la fecha en vivo y a los baños de los antros “Recuerdo como hito importantísimo la presentación del disco que hicimos con Fun People: Nos sorprendió a nosotros mismas el modo en el que Cemento explotó esa noche: más de dos mil personas. Fue la primera vez, que yo recuerde, que en un disco se hablaba del tema del aborto tan directamente. Además, el disco traía un montón de información. Nuestro pedido urgente era la despenalización. Fue una movida impresionante, con gente que traía sus propios flyers a favor del tema y otros en contra. Esa noche fue una discusión masiva e imparable, peleamos la despenalización de aborto en el escenario, en el backstage, hasta en los baños” relató Patricia Pietrafesa.

 

 

CANCIONES QUE MATAN: MÚSICA Y FEMICIDIO.

CANCIONES QUE MATAN: MÚSICA Y FEMICIDIO.

Este 19 de diciembre se conmemora el Primer Día Nacional contra el Femicidio, una fecha levantada gracias a la incansable labor de la Fundación contra el femicidio de la Coordinadora 19 de diciembre, cuyo sentido busca visibilizar los crímenes de odio contra las mujeres, una realidad que históricamente ha estado presente y normalizada en nuestra sociedad a través de distintas formas y expresiones, y la música no ha sido la excepción. Desde esta trinchera quisimos ahondar en los distintos aspectos que han contribuido a la normalización del femicidio, conversando con las músicas Elisa Montes de SlowKiss, Masiel Reyes de Lilits y Naty Lane de Adelaida.

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Miles de historias, una, más dolorosa que la otra, una más violenta que la otra, reviven en este día. Todas nuestras muertas regresan por justicia, aunque en realidad nunca se fueron. Una de ellas es Javiera Neira Oportus, de seis años, asesinada por su padre biológico el 19 de diciembre de 2005. Aquel día correspondía que Javiera estuviera con su padre Alfredo Cabrera, sin embargo, al no volver a tiempo de la visita, su madre se preocupó y fue a buscarla. Él se negó a entregarle a la niña y comenzó a agredirla. Javiera, a sus cortos seis años, en un inocente y valiente impulso, trató de defender a su madre siendo lanzada por su progenitor desde el séptimo piso. Este impactante hecho gatilló la conformación de la Coordinadora 19 de Diciembre, una iniciativa en memoria de Javiera, que desde 2006 ha levantado un arduo trabajo articulado para enfrentar el femicidio y sus alcances para generar un marco legislativo que permita tanto visibilizar como sancionar. Una de sus propuestas fue declarar este día como Día Nacional contra el Femicidio: “Contar con un día contra el femicidio presiona a la sociedad civil, a los medios de comunicación, al Estado y al gobierno a desnaturalizar la violencia contra las mujeres y niñas e interpela a legislar, financiar y optimizar el funcionamiento institucional existente en materia de prevención y reparación de la violencia extrema. Urge un cambio legislativo y cultural”, explica la organización.

La violencia contra la mujer es un problema que atañe a toda la sociedad. ¿Qué pasa en nuestro circuito musical, artístico y cultural?. Cómo nos enfrentamos desde esta trinchera a la pandemia más grande de la historia de la humanidad, la violencia feminicida que registró un alza global en el contexto de la cuarentena total causada por el Covid 19. De acuerdo a las cifras entregadas por la Red Contra la Violencia Hacia la Mujer, el número de femicidios a la fecha asciende a 53. Seguido por 3 suicidios femicidas, 1 castigo femicida y dos crímenes contra personas trans. Otra de las cifras que aumentó considerablemente fueron los femicidios frustrados, que el año pasado alcanzaron a 109, mientras que en 2020 llegan a 147 a nivel nacional. 

Desde una mirada sociocultural, el aumento de la violencia contra las mujeres se explica por el distanciamiento de éstas de los roles y pautas de género dominantes. Bajo esta perspectiva, no resulta difícil pensar que mientras más avanza el feminismo, mientras más espacios disputa la mujer en la vida pública y privada, mientras más se deshace de cánones de belleza física, de mandatos corporales, reproductivos y sexuales, más violencia física y simbólica será ejercida sobre ella, así ocurrió a lo largo del siglo XX, y así ocurre en éste. Una relación causa y efecto que quizás puede ayudarnos a comprender las estadísticas y la realidad del femicidio a nivel mundial en pleno siglo XXI.

En el caso particular de la historia del arte y de la música desde tiempos inmemoriales la mujer ha sido promovida como ninfa o bruja, como musa o groupie, dando origen a un extenso imaginario de violencia, sexismo, misoginia y cosificación, convertido en material de entretención de una prolongada cultura machista. No fue hasta la irrupción de la segunda ola feminista, el movimiento por la liberación de la mujer y el movimiento punk, todo durante la década de los setentas, que los discursos feministas, de emancipación y de repudio a la violencia contra las mujeres comenzaron a encontrar un lugar decisivo en la música a través de voces que reclamaron la disolución de los roles tradicionales, manifestando posturas desafiantes y rupturistas, es el caso de bandas como Fanny, The Runaways, The Raincoats, The Slits, Romeo Void y otras. Posteriormente lo mismo y en mayor grado aconteció con el movimiento Riot Grrrl a inicios de los noventas, insertando para siempre el feminismo y la rebelión anti misógina en la música alternativa gracias a bandas como Bikini Kill, Sleater Kinney, Le tigre, L7, Babes in Toyland, 7 Year Bitch, entre otras.

Pero hablar de femicidio en la música, es hablar de canciones que por décadas han cantado líneas como “solía amarla pero tuve que matarla” (“I used to love but i have to kill her”) frase directa más que metáfora compuesta por Axel Rose de Guns ́n Roses, parte del disco acústico “Lies”. Es hablar de Johnny Cash cantando “Cocaine Blues” (Tomé una línea de cocaína y le disparé a mi mujer), una temática recurrente en el cancionero de Cash, y seleccionada por revista Rolling Stone como una de las baladas country más aterradoras de su época, inscribiéndose en el célebre subgénero de la Murder Ballad, etiqueta que reconoce a aquellas canciones que se han ocupado del mal llamado crimen pasional, muy presente en géneros como la canción cebolla o la ranchera, el blues, el folk tradicional o la balada pop, e incluso en la música alternativa cuando Nick Cave decidió abordarla en su disco “Murder Ballads” de 1996. Buena parte de la música popular ha contenido aquellos versos que con alevosía expusieron conductas prolongadas de generación en generación desde un universo masculino heteropatriarcal y un imaginario romántico de dependencia emocional donde la masculinidad ostenta la posición de sufriente, apelando a la posesión y a la disolución del otro (la mujer) como una individua y sujeta de derecho. 

Pero para hablar de femicidio en la música resulta inevitable y aún más estremecedor recordar la historia de Mía Zapata, vocalista y guitarrista de The Gits, asesinada, estrangulada y violada un 7 de julio de 1993 en Seattle, Washington. Música, poeta, activista Zapata fue una figura de la contracultura y el feminismo en Seattle, cuyo violento asesinato acabó abruptamente con una de las bandas más interesantes de su circuito, causando un gran pesar entre sus compañeras y compañeros de ruta, movilizando una serie de acciones legales impulsadas por las mismas bandas, discos tributos como el editado por 7 Year Bitch en 1994 titulado “Viva Zapata” o el disco “Home Alive – The Art of self defense” en beneficio de la ONG Home Alive que promueve la instrucción de defensa personal y el activismo para frenar la violencia contra la mujer, una las iniciativas más importantes generadas a partir del femicidio de Mía Zapata. Sin embargo, a pesar de todo esto, solo una década después se descubrió al autor del crimen, crimen que por años fue llamado simplemente homicidio.

En Chile, la música y el arte feminista está cantando contra el femicidio desde hace varios años. Así lo hicieron las bandas Femicidio en su demo de 2012 y Ellas No en su disco homónimo. Actualmente, el colectivo Las Tesis con su multitudinario canto performático y Horregias gritando venganza por Nicole Saavedra. Sobre música y femicidio hemos querido conversar con tres músicas chilenas en plena actividad y cuyas trayectorias se han desarrollado desde el underground de inicios del nuevo milenio. Tres músicas que abordan el tema desde distintos ángulos y posturas con la perspectiva y convicción que el bagaje por un circuito musical de hombres les ha dado y al mismo tiempo las ha curtido y curado de espanto. Elisa Montes, guitarrista, compositora, vocalista de Espartaco y SlowKiss. Masiel Reyes, bajista fundadora de Lilits, y de proyectos musicales como Hueso, D´Mulut y Lucía del Carmen. Naty Lane, bajista de Adelaida, ex integrante de Fatiga de Material, compositora, guitarrista y vocalista en su proyecto solista Hammurvi, nos comparten parte de sus experiencias y miradas en torno a los discursos de violencia femicida presentes en la música y nos ponen al tanto de sus próximos lanzamientos.

¿Cuándo fue la primera vez que escucharon la palabra femicidio?

ELISA: Supongo que la escuché desde siempre, pero conscientemente cuando llegué a Chile a mediados de los 90’, justo en la preadolescencia, cuando una empieza a darse cuenta de la gran diferencia social que hay entre hombres y mujeres. 

MASIEL: No tengo claro cuándo fue la primera vez que escuché la palabra femicidio. Lo que sí recuerdo es haber escuchado muchas veces la palabra crimen pasional y cada vez que la escuchaba me llamaba la atención, no me cuadraba. No me hacía tanto sentido como ahora, por supuesto, pero siempre me pareció una manera espantosa de romantizar y normalizar la violencia hacia las mujeres, que por fin después de 400 siglos, los medios de comunicación abrieron los ojos y comenzaron a decir las cosas como son, y a utilizar el lenguaje apropiado para este tipo de crímenes.

NATY: La primera vez que escuché la palabra femicidio fue cuando tenía 10 o 12 años, y creo que la escuché en las noticias y me acuerdo que le pregunté a mi mamá qué significaba la palabra femicidio, y  ahí ella me explicó.

La música popular y su imaginario, desde la canción romántica al rock y otros géneros, ha sido un lugar de evidente misoginia y sexismo. Y hoy en día en el actual contexto feminista resulta muy difícil abstraerse de ese contenido ¿Qué les pasa cuando escuchan música y cuando escuchan rock o aquellas canciones que destilan frases de violencia que naturalizan el matar, sintetizado en frases y lugares comunes como “la maté porque era mía” o cosas por el estilo?

ELISA: La verdad creo que no escucho mucho esa música (el mainstream digamos). Desde pequeña he seguido grupos alternativos que en su mayoría no hablan de forma machista, al contrario tratan de concientizar al público con un mensaje consciente y realista. Me da mucha pena pero lamentablemente la música a la que está expuesta la gente a través de los medios de comunicación masivos es puro ego, materialismo y patriarcado y lo peor es que ese pareciera que es el mensaje que políticamente interesa entregar. 

MASIEL: Sí, de alguna manera he pasado por todas las etapas con respecto a ese punto. Muy parecido a cuando una tiene un quiebre sentimental, amoroso o de una relación importante. Me refiero a emociones como la rabia, la decepción, la frustración, el enojo, la indiferencia. Siempre que voy en auto prendo la radio y sale por ahí una canción en que el tipo habla que la quería pero la tuvo que matar y la dejó río abajo. Y ya no me sorprende, me digo a mi misma: otro más! y hago una crítica a mí misma preguntándome  ¿por qué me gusta esta mierda? ¿por qué escuché tanto tiempo esta mierda? ¡No es nada! Es más de lo mismo, una falta de originalidad tremenda. Hay una visión de mundo muy pobre en eso. Yo no espero nada de las canciones, menos en el rock, un estilo tan conservador y aburrido que de rupturista no tiene nada, por lo menos en Chile. Cada vez me pasan menos cosas, y trato de tener una conversación conmigo misma y cuestionarme por qué escuchaba esto. Va por ahí yo creo.

NATY :  me pasa que cuando escucho ese tipo de frases que son parte de canciones que una ha escuchado y cantado prácticamente toda la vida y que están en el inconsciente colectivo, derepente me ha pasado que cuando me doy cuenta de lo que está cantando la persona digo: wow! ¡¿cómo no me dí cuenta antes?! de lo que estaba diciendo y de que es terrible. Me da mucha lata que haya pasado tanto tiempo en el cual no nos hayamos dado cuenta de la importancia y gravedad de canciones que muchas veces hicimos nuestras y que tenían letras espantosas. Creo que ese tipo de canciones deberían estar vetadas, deberían ser canciones que ya no suenen en ningún lado porque yo creo que el discurso y el mensaje es tan potente que se convierten en  un arma que actúa en el inconsciente colectivo y eso es sumamente peligrosos y lo que hace es normalizar este tipo de cosas, y nosotres estamos buscando lo contrario.

Como músicas y compositoras ¿creen que su trabajo deba contener una mirada de género y abordar temas tan urgentes como el feminicidio y la violencia? ¿Cómo se enfrentan a esa disyuntiva?

ELISA: Absolutamente, yo me decido al punk que es uno de los movimientos más contestatarios y dedicados a relatar e informar de las injusticias y crímenes que ocurren en el mundo por la codicia y egoísmo de los que se creen dueños de todo. Además soy feminista y siempre me ha interesado hablar de la problemática de las mujeres. Hace unos años escribí una canción llamada Forever Together (Del EP Ultraviolet) que sarcásticamente parece un título amoroso pero es todo lo contrario abordando el tema del femicidio hablando de un hombre le quita la vida a su novia para estar “Juntos por siempre” y en el último disco Patio 29 de Slowkiss tb hay una canción llamada Enough que trata de múltiples abusos normalizados hacia las mujeres desde que somos niñas. Todos mis proyectos musicales propios como Espartaco y ahora SlowKiss tienen como hilo conductor historias complicadas inspiradas en mujeres y niñas. Creo que no haría música si no tuviera la necesidad de decir estas cosas. 

MASIEL: En el caso de Lilits sí, tenemos una mirada de género desde su nombre en el momento que conocimos la historia de esta demonia que se rebeló contra dios y el hombre y ahí empezamos a ver el mundo a través de los ojos del feminismo y no hubo vuelta atrás y nos dimos cuenta que  todo estaba mal y que era un río de caca que nunca para. En cuanto al deber de hablar ciertos temas, creo que se nos imponen tantas cosas desde que abrimos un ojo, por eso pienso que no tenemos ningún deber de hablar ciertas temáticas y que es más importante no seguir cayendo en lo mismo, repitiendo y reforzando la imagen de mujer abnegada, enamorada que está dispuesta a todo por mantener a ese hombre que la hace tan feliz. Un discurso que lo ves en artistas que llevan la actitud más contestataria, más frontal, más revolucionaria y que llevan eso incluso en su estética, pero si escuchas sus canciones siguen repitiendo y reforzando esa figura de la mujer víctima y abnegada. Me parece que por ahí va la cosa. Nosotras en el nuevo disco tenemos una canción que habla sobre lesbo-odio y tal vez  para otra banda que lleva esa bandera más firme le puede parecer que lo tratamos de manera absolutamente light. Por eso creo que no tenemos ningún deber de tratar ciertos temas pero sí es importante no seguir reforzando la imagen de la mujer en el suelo que no puede vivir sin un hombre, porque podemos vivir sin hombres perfectamente.

NATY: yo creo que sí, las músicas, los músicos y artistas de cualquier disciplina debemos contener una mirada de género y abordar el tema del femicidio y la violencia. Creo que es importante con lo que ahora se está trabajando y que nosotras como artistas y comunicadoras no podemos dejarlo de lado. Creo que las artistas debemos hacernos parte del contexto social que nos rodea y apoyar la causa y desde el arte que una hace referirse a estas temáticas. Es algo que no se puede ignorar y nosotras como mujeres nos podemos hacer la vista gorda y el rol de artista exige dar visibilidad a esos temas y ayudar a desnormalizar un asunto ya que para lograr un avance real es importante que todas podamos estar en la misma.

Como músicas dedicadas principalmente al rock  ¿ qué es lo que más les inquieta de lo que promueve el imaginario de la cosificación y explotación de la mujer como objeto, musa / groupie? 

ELISA: Lo que más me inquieta es que las mujeres no se den cuenta de que es otro truco del patriarcado que las engaña para que sigan exhibiendo su cuerpo de forma machista pero creyendo que lo hacen libremente. Respecto al internet la cosificación y explotación es pan de cada día, basta con pegarse un scroll en IG para ver cómo las chicas regalan sus cuerpos sexualizandose… nada que ver con desnudos artísticos o sin connotación sexual… El cuerpo es bello y debería ser libre pero hay que ser consciente de que el nuestro ha sido utilizado para fines machistas y ser consciente de que fuera del privilegio de cada una

Hay chicas que viven cosas horribles todos los días y ese creo que es el cambio de mentalidad necesario, la empatía y sororidad. Los filtros de belleza y los cánones actuales tan lejanos a la realidad de las chicas creo que calan hondo en esas pequeñas mujeres que están en formación y que sienten una gran presión social para ser bellas y sexuales y de esa forma nunca vamos a poder avanzar en temas de la mujer ni menos de LGTB+. En la música tristemente veo compañeras que caen en ese juego y según mi opinión entregan un mensaje equivocado a nuestras oyentes. Para las mujeres que estamos en la música y no nos sexualizamos (que me corrijan si miento) es mucho más difícil conseguir visibilidad, contratos, conciertos, todo en general. 

MASIEL: La verdad, ya no me inquieta nada. Más bien me da risa, pero al mismo tiempo por supuesto que me parece peligroso, y lo que me da risa es lo básico, la poca imaginación y la mirada tan pobre de ciertas bandas de rock que no salen de las mismas estructuras, de los estereotipos y que hablan de la mina rica y en  sus videos hay minas ricas que dan el «vamos» en la carrera de autos, y muestran las tetas y muestran el poto. Me da vergüenza ajena y risa. El rock hace mucho tiempo pasó a ser algo absolutamente inofensivo, dejó de ser contestatario, innovador o rupturista al menos en Chile, es una fomedad y un aburrimiento de un conservadurismo extremo, y bien ridículo, que sigue cosificando a las mujeres. Den vuelta la página, por favor un poco de dignidad.

NATY: me inquieta que se siga promoviendo a la mujer como objeto y no se rompa ese círculo. La mina objeto, la mina como chiche y adorno sobre el escenario y no con un rol fundamental es algo que nos juega en contra y con lo que hay que romper porque eso es lo que impide la valoración de las mujeres en las distintas disciplinas.

 

¿Creen que el mundo de la música sigue normalizando la violencia y todo lo que precede a un femicidio?

ELISA: Totalmente, en el mundo de la música, del arte, o de cualquier rubro, la verdad da igual la profesión u oficio, unos en mayor o menor grado pero es transversal.

MASIEL: Yo creo que sí, se sigue normalizando, cada vez menos, pero no creo que por un tema de que haya más conciencia, sino por un tema de resguardo personal de los hombres porque todos al parecer, el 90 por ciento, tiene tejado de vidrio y ha cometido algún tipo de abuso. Entonces mejor no hacer nada que haga sospechar algo. Creo que va por el lado de protegerse y no de tener mayor conciencia. Hay un poco más de conciencia y se está viendo un poco en el rock y en el reggaetón, pero en general, siguen los mismos discursos, el mismo imaginario, como que les falta superar a Mötley Crüe y a Poison, y a la literatura de Bukowski que habla de la mujer como si fuera un objeto. Habría que leer otras cosas, ver otras películas, escuchar otra música. De empatía, poco. De conciencia, poco.

NATY: Sí, se sigue normalizando la violencia y de manera muy natural e inconsciente, como en el hecho de que sigan sonando canciones que hablan de femicidio en sus letras. Eso es un indicador de que en muchas áreas de la música se sigue normalizando el femicidio. Yo todavía no veo que hayan sacado esas canciones que transmiten esos mensajes y letras misóginas. Hay un discurso público de condena pero esa música sigue sonando en todos lados. Nadie dice nada. 

 

¿Han vivido algún episodio de violencia física? Si es así ¿pueden relatarnos brevemente  como lo manejó el entorno? 

ELISA: Muchos, y muchas mujeres que conozco. No voy a funar a nadie en específico pero estando en la música desde los 14 añitos me he topado con harto pervertido, desde productores, músicos, colegas, de todo. La mayoría de las veces el entorno está a favor del abusador, hace vista gorda de la situación o te culpa a ti que como mujer andas provocando o regalándote, otra ironía del machismo. Además de la culpa que luego siente una. Es una sociedad muy dura para las mujeres. 

MASIEL: episodios de violencia física no he vivido, afortunadamente. De violencia psicológica y malos tratos, obvio, por supuesto. Pero una vez me tocó presenciar una situación donde habíamos un grupo de mujeres ligadas a proyectos musicales y al feminismo, donde un chico trató muy mal a su novia y todas nos quedamos completamente paralizadas, sin poder reaccionar, que es lo que nos pasa cuando nos violentan o nos atacan, nos quedamos petrificadas porque es muy fuerte. Es una situación que me quedó dando vueltas todos estos años desde el 2004, y es muy fuerte y me da pena que no hayamos podido hacer algo pero lamentablemente eso es lo que pasa, te enseñan a no hacer nada, a quedarte callada. Y en esos momentos extremos por más preparación que tengas, no sabes qué hacer. Todas hemos sido violentadas alguna vez en nuestra vida y al verlo en otra persona te lo recuerda y quedas completamente paralizada.

NATY: Sí, conozco a varias amigas que han vivido violencia física y yo también viví violencia física en una relación que tuve años atrás y realmente es super heavy porque muchas veces la persona que está viviendo la violencia no se da cuenta que está viviendo en ese círculo y piensa que la otra persona va a cambiar y que ese acto de violencia contra ella fue un hecho aislado, que no se volverá a repetir, y cae en ese error y es difícil salir de ahí. Es estar atrapada en eso. Cuesta verlo hasta que estás fuera y alejada del agresor y ha pasado tiempo. Ahí realmente las mujeres nos damos cuenta que hemos estado en un círculo de violencia. Te han enseñado que está mal, Todo el mundo te dice que está mal, tu misma has aconsejado que está mal, pero al vivirlo en carne propia se hace muy difícil enfrentarlo. El entorno es fundamental para las mujeres que están pasando por eso para no ser juzgadas y acompañarlas y apoyarlas para que abra los ojos. En relación a mi experiencia, ahora las cosas han cambiado, las amistades y los entornos tienden a intervenir de manera más inmediata, y los indicadores son más reconocidos.

¿Qué canción le dedicarían a un femicida?

ELISA: He hit me / Hole 

MASIEL: No le dedicaría absolutamente ninguna canción a un femicida, agresor, o a un machista. No gastaría ni un minuto de mi vida en dedicarle algo. Lo único que podría darle sería un buen escupitajo con moco, con sangre y saliva en la cara. Y seguiría mi camino. Sigamos para delante.

NATY: En este momento no se me viene ninguna a la cabeza.. aparte de algunos insultos.

¿Qué se viene para este fin de año y 2021 con SlowKiss, Lilits y Hammuravi? 

ELISA: Estamos cerrando el año con todo, hace poco recibimos las copias físicas en CD y Cassette de nuestro disco Patio 29 que fue lanzado justo antes del caos de la revuelta y el Covid y cómo no pudimos lanzarlo como hubiéramos querido estamos preparando una pequeña sesión con algunas canciones para que el público se anime a conseguir el disco. También hicimos una versión y grabamos un video por el aniversario de nuestro EP The Cliff que pronto podrán ver en nuestras redes sociales.  Y para rematar antes de que acabe el año lanzaremos el último videoclip de Patio 29 de la canción «Ballerina» que tiene toda una onda melancólica/Covid donde una bailarina danza en las calles vacías. Por si fuera poco ,el 28 volveremos a Estudio del Sur a grabar 3 canciones que serán el adelanto de nuestro nuevo disco que esperamos lanzar el 2021.

 

MASIEL: Vamos a lanzar un nuevo single el primer trimestre del 2021, y si todos los demonies Belcebú, Lilith, Amon, nos ayudan vamos a lanzar nuevo disco en octubre de 2021. Lo grabamos hace rato pero en este escenario de estallido social y pandemia se fue aplazando, pero vamos con toda la fuerza para mostrar algo nuevo el próximo año. Estamos con todas las ganas de mostrar nuevo material ahora ya. Fue un trabajo lindo hecho casi de forma completa solo por mujeres, en el que estuvimos varios años componiendo, grabando, descartando y afinando para llegar a lo que hay ahora. Así que estamos super contentas y expectantes de poder mostrarlo pronto y estar activas en todas las plataformas digitales y de descarga. Así que atentas a Lilits en 2021. 

NATY: Con Hammuravi, mi proyecto solista, estoy terminando de grabar nuevo disco que se va a lanzar en marzo o abril de 2021. Previo a eso estaré lanzando dos singles, a finales de enero. Este disco viene con varias sorpresas e invitados, producido por mi y Jurel (Adelaida). Y es un disco diferente al primero, basado en guitarras acústicas, algo mucho más reposado y con canciones más íntimas. Me tiene muy entusiasmada poder desarrollarme desde otra faceta.

VIOLENCIA DE GÉNERO: UNA VIEJA MELODÍA.

VIOLENCIA DE GÉNERO: UNA VIEJA MELODÍA.

Por Rossana Montalbán

Mirar y habitar el mundo, la vida intelectual, el arte y sobre todo, en este caso, la música desde la militancia feminista y desde el enfoque de género es asumir, reivindicar y defender nuestro rol como sujetos de derecho, como ciudadanas de primera y no de segunda clase.  

En los ámbitos creativos, históricamente la música ha sido un lugar especialmente machista, misógino y sexista. Un espacio en el que temáticamente la mujer ha sido anulada intelectual y creativamente siendo relegada al lugar de musa u objeto sexual símbolo de la tentación exclusivamente carnal en concordancia con el mito judeocristiano, alimentando todo el imaginario del rock and roll y de la música popular hasta nuestros días. Paralelamente a la prevalencia de este discurso patriarcal inserto en la creación musical y en la industria, desde los inicios del siglo XX, se desarrollaron influyentes mujeres pioneras que abrieron caminos en las artes musicales. Cantantes, compositoras, directoras de orquesta, instrumentistas y arreglistas que transformaron la historia de la música popular. Nombres como Bessie Smith, Nina Simone, Sweet Emma Barrett, Margie Hyams en el jazz y el blues. Sister Rosetta Tharpe en la ejecución de la guitarra eléctrica y de la evolución del blues al rock and roll, tardíamente reconocida como la madre del género, su nombre no figura en ninguno de los principales relatos dedicados a revisar la línea de tiempo del rock. La primera heroína de la guitarra, una mujer negra en tiempos de profunda segregación racial y violencia de género. 

La historia de la música popular ha sido también una historia del machismo, de la violencia de género y de la violencia patriarcal. De mujeres y disidencias cuya imagen y sonido fueron silenciados, negados, borrados de la historia. De disidencias oprimidas obligadas a callar y disfrazar su condición. De mujeres lesbianas obligadas a ser símbolo de feminidad. De mujeres golpeadas como Tina Turner ante la complicidad de toda una industria. De mujeres culpadas por separar a una banda como lo fue Yoko Ono. De mujeres con talentos ninguneados solo por ser mujeres. De pioneras olvidadas en la utilización de máquinas y sintetizadores. De ejecutivos discográficos abusadores y violadores. De cantantes cuyas carreras fueron saboteadas por decir NO. De canciones y discursos que fueron censurados por hablar de menstruación, vagina, aborto y deseo sexual.

“Las mujeres son anarquistas y revolucionarias naturales, porque siempre han sido ciudadanas de segunda clase y han tenido que abrirse su propio camino», escribió Kim Gordon en su autobiografía. Pues bien, a esa frase también habría que agregarle que las mujeres somos oprimidas naturales solo por ser mujeres como bien expresa LAS TESIS en su canto performático: “El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves”. Fue precisamente ese canto performático el que marcó un antes y un después en el actual Chile movilizado, logrando llevar la protesta social hacia el eje del feminismo integrando poderosos elementos artísticos que lograron combatir astutamente la criminalización de la protesta. Con esa gesta se confirmó al feminismo como motor esencial del gran cambio social, político y económico que urge. 

Por largo tiempo el circuito musical local mantuvo excluidas las miradas críticas y militantes, predominando el silencio y la complicidad ante la violencia de género y el machismo, así se comprobó tras cientos de testimonios y denuncias realizadas por compositoras, instrumentistas, productoras, cantantes que habían sido objeto de violencia de género en sus espacios laborales creativos, giras, grabaciones, etc, etc, etc. Actualmente en el territorio movilizado que es Chile luego del 18 de octubre de 2019, el feminismo y la lucha de género en el quehacer musical han adquirido nueva relevancia. Experiencias como FemFest hace veinte años son hasta ahora una de las principales instancias que han levantado el discurso feminista desde la música como una instancia para bandas de mujeres y disidencias desde la esfera absolutamente underground, cuidando y reforzando ese mismo carácter. A iniciativas así de pioneras se han sumado en estos últimos años diferentes proyectos con diferentes miradas, entre ellas RUIDOSA, LA MATRIA, UDARA, MÚSICAS EN RED, IMUVA y TRAMUS que reflejan la existencia de distintos feminismos, buscando conformar redes de apoyo, difusión y creación para la música hecha por mujeres y para mujeres. Así la incidencia del movimiento feminista en las mujeres trabajadoras de la música, desde compositoras, instrumentistas, cantantes, productoras, periodistas, videastas, managers y gestoras, es palpable e irrevocable, con un trabajo autoconvocado y autoarticulado promoviendo los derechos de mujeres y disidencias interviniendo una industria y un circuito que por décadas no quiso hacerse cargo.

Sobre las distintas formas de violencia de género y sobre la incidencia que el movimiento feminista está teniendo en el circuito musical conversamos con cuatro músicas cuyas miradas y experiencias de largo bagaje revelan el estado actual de una industria musical y de un circuito que continua amparando viejas prácticas pero que al mismo tiempo, inevitablemente y en contra de su propia naturaleza mercantil y patriarcal, se ve atravesado por la demanda social reivindicativa de la revolución feminista que vive en la voz y en el trabajo de nuestras entrevistadas: la guitarrista, vocalista de Vaso de Leche, Ultraseven y Rizoma Alzada, gestora y fundadora de FemFest, Carolina Ozaus. La guitarrista, vocalista de Armadillo Cactus, gestora y directora de Atacama Records, Verónica Barriga. La compositora, cantautora, profesora y gestora cultural Natalia Corvetto. Y la guitarrista y vocalista de Sin Lencería e ilustradora, Ade Calavera.

 

¿Cuáles han sido las situaciones de violencia de género más recurrentes que les ha tocado vivir en el oficio de músicas? 

CAROLINA OZAUS : «Sí, lamentablemente he vivido muchas situaciones desde antes de dedicarme a la música. Ya como estudiante mis compañeros se acercaban para decirme que tocaba bien y que tocaba como hombre y que se asombraban de mi ejecución en la guitarra cosas que me dejaban para adentro. En los primeros años tocando con Vaso de Leche como dúo conformado por dos chicas, mientras tocábamos en una fiesta de la FECH  nos gritaron «qué se creen estas locas que nos van a quitar el poder, si la mejor música es hecha por hombres!». Cosas así.»

«Y otras situaciones más serias y violentas. Por ejemplo, como no tomarte en serio cuando probabas sonido al y pedir retorno no te lo daban. Tomaban en cuenta a mi compañero de banda pero si tú lo pedías no te lo daban o derechamente se subían a cambiar la ecualización de tus equipos sin preguntarte. Ahora último también me ha pasado que al hablar sobre temas que tienen que ver con el estudio de la música o sobre el estudio de algún instrumento muchos músicos te comienzan a corregir o enseñar, sin saber que una también tiene estudios. Te cuestionan todo.  Una vez cuando iba a tocar guitarra, la tenía en otra afinación, la tenía traspuesta y vino un tipo que tomo la guitarra y pensó que estaba desafinada y que yo no sabía afinarla.  Vino un tipo sin pedirme permiso y la afinó.  Y así muchas otras cosas. Situaciones mucho más violentas como que te griten groserías desde el público mientras estás tocando sobre el escenario.»

Hay un circuito musical con el que dejé


de vincularme porque hay mucho músico que se hace llamar de la vieja escuela, término que cuestiono como una trampa del ego, para mi no existe la vieja escuela. En ese circuito hay mucho abusador y violador que siguen tocando en algunas bandas y siguen ocupando espacios con discursos libertarios  o de equidad pero en el fondo tiene un historial de abuso rodeados de una círculo que los protege.

 

VERÓNICA BARRIGA :Lo más recurrente que me ha ocurrido al interior de la industria musical ha sido lo difícil que es, a veces, cerrar tratos profesionales de bookings o de participación en festivales con alguien del sexo opuesto, un hombre, sin que se sexualice o que se genere una cierta incomodidad. Muchas veces me ha pasado que se cierra una fecha y porque eres mujer sienten una suerte de poder  que, si estás cerrando una fecha, es como si estuvieras cerrando una cita. Hay una falta de profesionalismo por parte de los hombres respecto al trato con las mujeres porque no tienen la educación ni la formación de trabajar profesionalmente sin sexualizar y conducir las relaciones hacia ese lado.

Por otro lado, y es un clásico para todas las músicas en general, es que existe un cuestionamiento respecto a la técnica y a los saberes específicos sobre todo si eres instrumentista, y muchas veces hay que tocar y validarse para tener un apañe y una apoyo de tu red. Eso es sumamente desgastante porque cada vez que vas a tocar a un lugar  hay un cuestionamiento previo antes de que toques y muchas veces en el trato con los técnicxs dentro de un festival, al estar tocando con colegas hombres se refieren a cosas técnicas dirigiéndose solo a ellos ignorando que las mujeres podemos tener total manejo y conocimiento de esos saberes. 

 

NATALIA CORVETTO: Recuerdo con mucha pena faltas de valoración a mi trabajo como estudiante de pedagogía en música cuando cursaba el tercer año de la carrera, en el ramo de Dirección Coral, donde me fue super bien, gratamente sorprendida de mí porque era un ramo muy exigente que todos repetían. Recuerdo que en una clase me ofrecí de voluntaria para dirigir una pieza y recuerdo que salió super bien y al terminar mis compañeras y compañeros me felicitaron y el profesor el único comentario que hizo fue “mira no era tan tonta como pensaba”, y yo quedé en blanco. Siempre fui de buenas notas, dedicada y con ese comentario quedé para dentro al enterarme que este profesor me había mirado como una tonta durante tres años. Entonces fue muy triste y creo que ese comentario lo hizo a raíz de que yo, en ese tiempo, pololeaba con un compañero de carrera muy habiloso y alumno destacado y se insinuaba constantemente que probablemente él me hacía los trabajos de análisis de piezas musicales. Una vez una compañera me preguntó derechamente “oye y ese trabajo lo hiciste tú o lo hizo tu pololo?”. Era muy lamentable sentir esa desvalorización y esa violencia. En ese tiempo solo habíamos siete mujeres en la carrera, el resto eran solo hombres, era un peso constante tener que demostrar que éramos tan capaces como nuestros compañeros hombres.

ADE CALAVERA: Es difícil elegir una situación puntual de violencia de género porque sobre todo como mujer en la música y en una banda de chicas nos toca ver y vivir cada cosa. Pero lo más fuerte que nos ha pasado fue cuando me acosaron en uno de mis primeros shows. Estaba emocionada de estar tocando y al bajarme del escenario me tocaron la pierna y el trasero, no podía creer lo que estaba pasando. Acababa de tocar y me estaban manoseando. No había respeto por nada. Otro tipo de violencia que nos ha tocado es que a nuestra baterista le han dicho que toca como hombre por tocar bien. O cuando estamos preparándonos para tocar muchas veces han llegado tipos preguntándonos si necesitamos que nos afinen los instrumentos o se han subido al escenario a mover los equipos y a poner los micrófonos en las posiciones que ellos creen que necesitamos. Y eso no les pasa a los hombres de otras bandas. Es específico de la música mujer. Esas situaciones hacen que una no se pueda desarrollar con plena libertad.

¿Cuál es la apreciación de Uds. sobre el desarrollo y la incidencia que hoy en día está teniendo el movimiento y la cuarta ola feminista en el circuito musical local y a nivel mundial?

CAROLINA OZAUS: En realidad no me gusta ponerle nombre y tiempo al movimiento, entiendo que por un tema histórico se hable de primera o segunda ola pero creo que la lucha feminista ha sido constante. Y han habido mujeres que han puesto la cuerpa para abrir caminos a otras como lo vamos haciendo cada una. Creo que efectivamente hay un avance de articulación y de cuestionamiento que no tiene que ver solo con la equidad de género sino también con la autoridad y el sistema neoliberal patriarcal. Creo que el feminismo debe ir de la mano con el anticapitalismo. Hay una suerte de lucidez que encuentro interesante porque el feminismo no solo cuestiona el machismo sino un sistema patriarcal instalado hace siglos llamando a cambios desde diferentes tipos de feminismos que creo que es muy bueno que existan.

En cuanto al ámbito musical, indudablemente sí, la incidencia del feminismo en la música ha sido fundamental en Chile, nos ha servido para identificar qué es  lo que nos oprime, para identificarlo y darle nombre a esa opresión que es el machismo. El feminismo nos ha ayudado a darle cara y a luchar organizadas como  músicas por un espacio fuera de las lógicas del patriarcado y trabajar desde nuestra autonomía tanto en lo técnico como en lo creativo. Lamentablemente aún queda un largo camino porque no ha sido fácil, ya que tanto en el mercado de la música como en los circuitos “alternativos” aún hay prácticas machistas y abusadoras, pero estamos trabajando, al menos en mi caso y el de muchas otras compañeras músicas, de crear y gestionar nuestros propios circuitos.

VERÓNICA BARRIGA: Creo que la incidencia del movimiento ha sido super potente. Creo que se están desarrollando protocolos para poder trabajar en espacios de seguros y que se está generando conciencia sobre lo que es el abuso. Se están intentando mejorar las prácticas dentro de la escena, se están abriendo más espacios y se están pidiendo más cupos para mujeres y disidencias. Y por sobre todo, se está tomando conciencia sobre la falta de equidad y sobre violencia que existe en un sistema patriarcal imperante capitalista neoliberal, lo que ayuda no solo a que tengamos más espacios como mujeres y a que podamos ser valoradas como los hombres, sino que también se trata de modificar la lógica con respecto al trabajo y a la convivencia mejorando las prácticas y las formas de trabajar ya que entre los hombres y los seres humanos, existe una agresividad y competitividad muy fuerte heredada del sistema patriarcal y de este sistema de oferta y demanda, donde las relaciones se generan desde el interés, el beneficio propio y la conveniencia en vez de desarrollar instancias cooperativas y equitativas que pongan en valor lo que significa realmente la cultura y el arte. 

El movimiento feminista ha puesto sobre el tapete ciertas variables que son fundamentales para resguardar la sustentabilidad de la especie pidiendo que se reformule la lógica de cómo se construye y cómo se trabaja y cómo se funda una civilización de una manera equitativa. A partir de estos valores se han articulado distintas iniciativas que están trabajando para generar cambios políticos, IMVUA, TRAMUS, UDARA, para poder generar transformaciones reales al interior de la industria. Las redes son fundamentales para recoger estos valores y mejorar el sistema en el cual vivimos. La implicancia del movimiento feminista ha sido fundamental  y el mundo va cobrar un carisma feminista sobre todo desde el respeto y la igualdad de oportunidades desde la diversidad y desde el cuidado de la naturaleza. Las mujeres somos el útero y lo importante no es solo padecer y hablar de nuestros malestares sino también cambiar las cosas y regenerarlas. 

NATALIA  CORVETTO: Hoy las mujeres más jóvenes que están entrando a la universidad, a raíz del movimiento ya no están permitiendo este tipo de violencias y abusos. Ya saben reconocerlas y detenerlas. Si esto me hubiese pasado en 2020, yo me hubiese defendido, mis compañeras mujeres y hombres lo hubieran hecho, y entre todos hubiéramos interpelado a ese profesor. El hecho de poder reflexionar y compartir nuestras experiencias como lo estamos haciendo en esta nota ayuda mucho y es algo que antes no se hacía. Estamos dejando de normalizar la violencia de género. Ahora estamos conversando cosas que antes eran impensadas y eso es resultado del movimiento.

Esto también está ayudando a despertar a los hombres músicos que ejercen misoginia o violencia de alguna forma. El movimiento también ha influido en que, al menos, en algunos circuitos musicales estamos dejando atrás los estereotipos de belleza y físicos, que antes te obligaban a estar bella todo el tiempo o a estar delgadas y arregladas como un objeto de adorno por sobre tu talento musical.  Ahora importa menos si estás gorda, o depilada. Ahora hay más libertad de ser y está prevaleciendo la música que haces y tu trabajo. Y como movimiento el feminismo debe ser inclusivo y la lucha tiene que ser son nuestra companerxs trans y disidencias quienes están generando sus propias expresiones musicales.  

ADE CALAVERA: La verdad es que la incidencia ha sido muy potente en todo. Siento que nos ha cambiado todo y especialmente en la música ha sido importante porque cuántas generaciones de músicas han tenido que tragarse la desigualdad, la violencia y los sinsabores. Ahora estamos juntas y organizadas. Conversando sobre cambiar las cosas. Me encanta ver que cada día hay más agrupaciones de músicas. Y eso ha ido generando un cambio súper importante de cómo nos vemos y nos sentimos como músicas. Y este cambio está generando un cambio total no solo para nosotras sino para el resto de la sociedad.  También a los hombres y a los músicos acosadores que ya no están siendo aceptados. Eso ya no se ve bien. 

Todo esto nos da esperanza de que las injusticias se están visibilizando y que las cosas podrían cambiar para las próximas generaciones, con un lugar donde las mujeres podremos llegar a ser músicas profesionales sin tener que ser acosadas o sacrificar y perder nuestras carreras porque no aceptamos ser abusadas como ha ocurrido en muchos casos.