ELLA ES LA JEFA: CUANDO UN STONE SUELTA LAS RIENDAS
Mick Jagger atraviesa el tiempo como una leyenda viviente de la música cumpliendo 78 años de edad. Al mismo tiempo, este 2021 su debut como solista marcó ya 36 primaveras desde su publicación en plena década de los ochentas, década en que el frontman absoluto decidió soltar las riendas y detener por completo a la maquinaria Stone para ir, solo por un momento, tras su propio reino y jugar a invertir los roles.
Por Rossana Montalbán
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Treinta y seis años cumplió She´s the boss, el debut solista que supuso uno de los mayores quiebres entre la dupla Jagger/Richards, por allá, a mediados de los ochentas cuando la banda firmó con CBS Records para grabar su próxima decena de álbumes. Un contrato que también contemplaba la grabación de álbumes individuales, idea que cobró fuerza para Mick Jagger tras la grabación Undercover en 1983, luego de veinte años como cantante, letrista y líder de los Rolling Stones.
Así nació un vilipendiado debut solista publicado en 1985, vilipendiado pero antes que todo prometedor, que contó con un elenco estelar compuesto por Jeff Beck, Pete Townshend, Carlos Alomar, Herbie Hancock como banda de apoyo, y con Nile Rodgers y Bill Laswell como productores junto a la coproducción de Jagger en todo el disco. Su elenco ya entregaba bastantes pistas sobre las aspiraciones del Stone en términos musicales y estilísticos, derechamente balanceados hacia lo más refinado del pop y el r&b, bebiendo como solía hacerlo con su banda madre, de las vertientes más refrescantes del momento, ya sea el funk, el soul o la música disco, como ya lo habían hecho por ejemplo en Emotional Rescue. Así lo hacía por esos días con sus colaboraciones con David Bowie y Tina Turner, una evidente previa a lo que Jagger afinó para su disco. Si Keith Richards había sido siempre el ancla del blues y el rock and roll de viejo cuño, simple y directo, Jagger había sido, en esos primeros veinte años de los Stones, la antena receptiva de todo lo que se estaba haciendo en la música más allá del rock.
En She’s The boss, el frontman por antonomasia, compositor, cantante y productor, se aventura a su faceta más lúdica e irónica en términos letrísticos mientras que en términos musicales busca el beat pegajoso y el ritmo candente, quizás, tras la infecciosa pero honestamente inalcanzable huella de un deslumbrante y ascendente Prince. Alejándose del sonido stone clásico, pero siendo Jagger, el dandy del rock and roll, su marca la deja en su fraseo y en su estilo vocal para jugar a los roles invertidos como advierte el título de la canción que da nombre al disco, “She’s the boss”, de la cual el mismo Jagger reveló en su momento a Melody Maker estar inspirada en las altas ejecutivas de la industria musical. «Se habla mucho sobre la mujer independiente, así que hice que la letra fuera una parodia de todo eso. Puedes tomártelo como quieras. Hay algunas cosas serias ahí. Es una broma sobre el sexismo. A todas las ejecutivas de la compañía discográfica les gustó mucho. Pero a los hombres machistas no».
En la cultura y sociedad estadounidense a menudo suele describirse a los ochentas como una década de auges y éxitos varios para la cultura del consumo y para la expansión de las telecomunicaciones. La reconocida era de los yuppies de Wall Street y de la administración Reagan, bajo su propio manto, reinterpretó las demandas que el movimiento feminista había alzado décadas pasadas, ahora bajo el prisma del feminismo liberal que considera al capitalismo como el sistema que ofrece mayores posibilidades de lograr la igualdad entre los sexos y señala a la cultura tradicional, a la falta de educación y al temor de las mujeres al éxito como causas que impiden su emancipación. Tras ese diagnóstico, la idea de igualdad planteada por el feminismo liberal de los ochentas en Estados Unidos, instalaría la idea del empoderamiento femenino con la idea del poder sobre el poder. Pareciera que de alguna forma, en algún punto, Mick Jagger, la encarnación de la estrella de rock y de sus consiguientes clichés de sexismo, podía sin problema alguno, jugar con sus propios tópicos usuales oscilando entre la inversión de roles al poner a la mujer en la cima para luego restituir los mismos en un ir y venir como se hace a lo largo de todo el disco en canciones como «1/2 a Loaf», «Just another night», “Hard woman”, «Lonely at the Top» y «Secrets». Colocándolo en su justa medida, ejercicio poco frecuente para un hombre heterosis de su generación y mucho menos aún frecuente en la realeza masculina de la música pop. Tal como lo describe Jon Pareles de la Revista Rolling Stone “Los Stones, y Jagger como su portavoz, siempre han hecho una crónica de las formas en que el amor y el poder se enredan, desde «Back Street Girl» hasta «She Was Hot». En «She ‘s the Boss», Jagger es tan elocuente como siempre sobre quién se jode y a quién se jode”.
Pero aún así el disco no convenció, y las expectativas puestas sobre él tras la inversión de millones de dólares, opacaron en gran medida el noble intento de Jagger por situarse como un señor del pop/rock de la década, y la misma revista lo definió como un disco poco arriesgado, y de apuestas seguras. A lo que se agregarían las sinceras palabras de su contraparte Keith Richards quien en su biografía Life no contuvo el despecho y el ninguneo para con su compañero de ruta tras haberse atrevido a detener la agenda de la mega banda y haberse abocado durante cuatro años a su debut solista casi como quien se libera de un tormentoso matrimonio y de un marido que desaprueba la autonomía de su cónyuge. Pero más allá de aquella diatriba histórica y ultra visitada, sabrosa y exagerada, propia del hilo dramático existente en las mejores historias del rock and roll, el disco debut de Jagger, fue una pieza que desnudó por completo las ansias artísticas del performer como un mentor y localizador del pop y del groove, capaz de ironizar sobre el sexismo y utilizar las prominentes ideas del empoderamiento femenino – según la economía liberal – en plena década de los 80s, década del exitismo americano, donde She´s the boss fue un estrepitoso fracaso comercial pero una fiel muestra de la modernizadora e inquieta contraparte de los Stones.