RECUENTO FIN DE AÑO

The War is Never Over: el documental que retrata a Lydia Lunch

The War is Never Over: el documental que retrata a Lydia Lunch

The War is Never Over se titula el documental que retrata a la pionera del No Wave Lydia Lunch.

La pieza documental dirigida por Beth B, retrata los inicios de Lydia Lunch con su banda Teenage Jesus & The Jerks y el papel fundamental que tuvieron durante el surgimiento del no wave en la década de los 70s. A su vez, The War is Never Over se adentra en la poderosa y singular evolución artística de Lunch como interprete, compositora y colaboradora de músicos como Nick Cave, Alan Vega, Rowland S. Howard Sonic Youth.

El documental originalmente presentado en 2019 como parte del DOC NYC Fest, comienza a circular por algunas plataformas y carteleras especializadas a partir del 30 de junio, una de ellas, la plataforma Kino Marquee donde estará disponible para verse On Demand.

MIRA EL TRAILER DE «The war is never over» 

MÚSICA ENTRE RUINAS: A 1 AÑO DEL 27/12

MÚSICA ENTRE RUINAS: A 1 AÑO DEL 27/12

Este 27 de diciembre se cumplió un año desde el incendio que consumió a uno de los lugares más importantes para el desarrollo de la cultura y la contracultura en la capital, el Centro Arte Alameda. Con una conmemoración simbólica musicalizada por Dadalú, la DJ Andrea Paz, la Thereminista Agnes Paz y la intervención lumínica del colectivo Trimex en las ruinas del recinto que albergó por tres décadas al emblemático centro cultural, la actividad fue transmitida por redes sociales en vivo y en directo a las 18:50 de este domingo, hora exacta en que se inició el fuego aquella tarde del viernes 27 de diciembre del 2019 mientras todo Chile marchaba.

Por Rossana Montalbán
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Este 27 de diciembre se cumplió un año desde que el centro cultural más importante de la capital fuera incendiado en medio de la represión policial en una de las tantas y multitudinarias marchas realizadas durante los días álgidos de la revuelta social de 2019. Resistiendo al olvido y al vértigo de un año impredecible y pandémico, la memoria de lo ocurrido doce meses atrás persiste intacta como los escombros que hoy habitan esa transitada cuadra de la Alameda. Cuadra que una vez fue epicentro cotidiano de cine, arte y música en vivo, atravesando el tiempo y las transformaciones de un enclave urbano ubicado en el corazón de la ciudad que hoy parece vivir entre ruinas, toque de queda y carros policiales.

Pero las ruinas hablan y gritan que allí hubo vida, contienen la historia de todo lo que ahí se forjó, el pasado vigoroso y el silencio sepulcral.  Escombro sobre escombro, piedra sobre piedra, ceniza más ceniza, a día de hoy el querido Centro Arte Alameda, sus salas de cines, su hall central, su escenario del segundo piso destruidos y sepultados permanecen así para contar y para recordar lo que ahí ocurrió durante 30 años y para no olvidar su final un 27 de diciembre de 2019, simbolizando un poco también la ruina de un país, la ruina económica, la ruina urbana patrimonial, la ruina de eso que llamamos cultura.

Probablemente no haya nada más significante que las ruinas de algo que existió, y de alguna forma las ruinas del Centro Arte Alameda, luego de la pérdida parecen reformularse al menos por unas horas como una especie de monumento a la memoria de la cultura en Chile “Cuando recibí la invitación me emocioné mucho y se me revolvió la guata por todo lo que significa el Centro Arte Alameda y por entrar en los escombros, en la ruina. Y eso fue también lo primero que sentí cuando entré ahí. Creo que inconscientemente después del incendio, evitaba pasar por esa vereda porque me generaba dolor y rabia. Porque era o mejor dicho es un espacio muy importante y significativo. Pero una vez adentro, fue un sentimiento de fuerza y de esperanza, de saber que podemos seguir creando incluso desde las ruinas y en medio de una pandemia. Que seguimos teniendo las ganas, la fuerza y la resistencia. Tocando incluso desde ese espacio quemado, con los escombros y los plásticos derretidos, seguimos ahí, de pie. Colaborando y apoyándonos” nos relata la thereminista Agnes Paz.

Y qué es una ruina sino un escenario. Quizás eso sea Chile hoy, cerrando este 2020. Quizás Daniela Saldías mejor conocida como Dadalú lo sabe y por eso canta y grita en medio de paredes teñidas de humo y cenizas “Todo es plata” o “Chile es mentira”, rodeada de máquinas y tras su máscara presentando las canciones de su recién estrenado disco “El mapa de los días”. Regresando a ese lugar que la cobijó tantas veces para mostrar su trabajo musical rupturista e instigador y que entre los escombros parece devolverle la vida dedicándole un setlist cargado de cuestionamientos e interpelaciones como “¿por qué hay que ser sexi?”, “¿cómo puede ser que siga el legado de Pinochet?” “¿tú crees que es normal preocuparme si mi ex novio me va a matar?” exclama Dadalú en su rapeo mientras desde la vieja pasarela del segundo piso cuelga la arpillera oda a la menstruación hecha por ella. Mirar a Dadalú tocar en lo que fue una vez el hall del Centro Arte es recordar cada una de esas noches de música en vivo, funciones de cine o feria de discos que ese espacio albergó por años y años “Fue emocionante e impactante estar ahí porque toqué muchas veces ahí en su segundo piso y abajo como Dadalú y con mi banda Colectivo Etéreo. Es un lugar tan especial y ahora ya no existe. Estoy muy impactada” comenta Dadalú

Pero todo acto de conmemoración es también un acto de sublimación, así lo plasmó en su set la dj Andrea Paz que entre loops atmosféricos y pistas vertiginosas construyó un relato sonoro a partir de los sucesos de aquella tarde con elementos como el sonido de las brazas ardiendo, el sonido de un helicóptero sobrevolando y el golpe de los tambores en marcha dando forma a una continua remembranza plano a plano como si se tratara de música incidental, rodeada de proyectores y afiches cinematográficos quemados.

En el siguiente tramo de este acto conmemorativo la thereminista Agnes Paz culminó una ceremonia musical y desde luego, también emocional para sus organizadoras y organizadores, con una arrebatadora y liberadora performance de expansión sonora recogiendo y exorcizando la poderosa carga existente en lugar “Siempre que toco interactúo mucho con el espacio y la atmósfera, porque lo que hago tiene mucho de improvisación. Funcionó en cierta manera como una antena que se conecta con otras antenas. Ensayo, defino algunos sonidos y estructura, pero siempre el desarrollo varía y responde a lo que ocurre en ese momento y lugar. Lo que había ensayado, en cierta forma era algo más oscuro sonoramente porque también desde el imaginario solo podía conectar con la tragedia y siento que tocando aparecieron colores que eran más dulces y claros y creo que eso tuvo que ver con la esperanza y la energía que se generó ahí. En que este primer evento es un renacer. Fue hermoso y emocionante estar ahí y agradezco mucho haber sido parte” agrega Agnes Paz.

El Centro Arte Alameda ha sobrevivido a la peor pesadilla, ver consumir todo su patrimonio material y con ello el espacio y hogar de cientos y cientas de músicas, bandas, cineastas, artistas y trabajadorxs de las artes. Sin embargo, a pesar de la pérdida, el querido y emblemático centro cultural continúa reformulándose airosamente, tal como lo señala su fundadora y directora Roser Fort “preservando la memoria y mirando hacia el futuro”. Y ésta, su primera conmemoración, cruda y alentadora, sublimando la desgracia y la violencia a través de sonidos que despiertan y proyectan nuevos rumbos por explorar “Fue hermoso estar con Roser y con su equipo, con lxs chicxs de Espacio Sonido y tocar con Dadalú, Andrea Paz y Trimex. Porque sentí que de cierta forma al devolver los sonidos al lugar, lográbamos transformar la carga de la tragedia en una nueva etapa. De la misma manera como las plantitas que volvieron a brotar en el hall, creo que pudimos poner unas semillitas para que nuevamente reaparezca el arte en ese espacio” cierra la Thereminista.

 

REVISA LA CONMEMORACIÓN DE CENTRO ARTE ALAMEDA

AQUÍ PARTE 1

AQUÍ PARTE 2

JAWAR: «EL PATRIARCADO ES UNA ESTAFA PIRAMIDAL»,

JAWAR: «EL PATRIARCADO ES UNA ESTAFA PIRAMIDAL»,

Por Rossana Montalbán

Jawar estrena «Estafa piramidal», el tercer y último adelanto de su próximo disco producido por el nominado a los Premios Pulsar 2020, Martín Pérez Roa en Estudio Niebla. La canción masterizada por Arturo Zegers en Estudios Triana cuenta con portada a cargo de la ilustradora Natalia González ( Nats.cl), y se suma a los singles «Rebelde» y «Microplástico», preparando la llegada del sucesor de su debut «Los inadaptados», trabajo con el cual cruzó fronteras y giró por distintas ciudades de Brasil, Argentina, México y Estados Unidos.

Bajo la premisa “El patriarcado es una estafa piramidal”, el músico oriundo de Concepción y radicado en Talca, Javier Guerra mejor conocido como Jawar, acaba de estrenar «Estafa piramidal», el nuevo adelanto de su segundo disco que saldrá a la luz a finales de este año. Desplazándose del sonido electroacústico indie que caracteriza sus anteriores singles, esta composición nos engancha con una melodía pop y un coro pegajoso en el que el músico declara «El mundo es femenino, se lo diré a mis hijos». Desde su lugar como hombre en la sociedad Jawar escribe una canción de autocrítica que nace y que se registra durante el estallido social, así nos lo relata: «esta canción fue grabada durante el estallido social a partir de todo lo que estaba sucediendo en ese momento y que sigue sucediendo hoy. Surgió con la necesidad de aportar algo además de estar en la calle manifestándose, algo con lo que pudiera ayudar desde mi vereda haciendo música».

¿ Por qué el nombre «Estafa piramidal»?

«Siento que el patriarcado es una estafa piramidal. Es lo que te enseñan a creer desde que eres niño y que cuesta un mundo sacárselo de adentro. Hay mucha gente que se niega a dejar todo eso que le enseñaron. Pero todos deberíamos intentar hacerlo. Hay que normalizar el feminismo para poder convivir mejor todos como seres humanos».

¿Cómo fu el proceso interno y personal para llegar a hablar de feminismo y sobre todo hacerte cargo de la autocrítica en tu música?

«El proceso fue simplemente escuchar. Nosotros los hombres solo por el hecho de ser hombres tenemos muchos más privilegios que las mujeres. Y el hombre que no es capaz de ver es ciego porque se ve día a ida en la pega, en la casa, en la calle. Entonces creo que es algo de lo que todo debemos ser parte, todos debemos ayudar a la normalización del feminismo.»

Te atreves con un coro directo cantando «el mundo es femenino, se lo diré a mis hijos» ¿cómo surge esa línea?

«El mundo es femenino. Es cosa de ver la tierra, la pacha mama y la manera en que funcionan sus ciclos, la naturaleza. Todo es femenino, el hombre nunca debió tener el poder que tiene sobre la tierra. Ojalá podamos devolver el poder a lo femenino y ser libres del yugo del patriarcado, y así lograr equidad de género para todos los seres humanos.»

Al escuchar Estafa piramidal es inevitable notar que es una canción más pop que el resto de tus singles, ¿quisiste desde un principio que sonora así debido a su mensaje?

«Sí, es la canción más pop que he hecho hasta el momento. Pero no fue intencional, hice primero la música y luego la letra, fue muy natural y me gusta que sea así, que fluya. Y debido a su mensaje y a lo que habla se convirtió en un single adelanto porque creo que es un tema muy importante que ya debería estar avanzado, a veces siento que vivimos en el año 50.»

¿Crees que un hombre puede considerarse a sí mismo feminista?

«Yo creo que ningún hombre puede llamarse realmente feminista, por lo menos ninguno de esta generación. Puede ser que en cincuenta o cien años más pero eso va a depender de cómo criemos a nuestros hijos y de cómo ellos críen a los suyos. Y quizás ahí recién logremos algo.»

Desde tu lugar de músico y hombre ¿cómo ves el comportamiento del circuito musical y de la industria local en cuanto al machismo, la misoginia, la discriminación? ¿Crees que ha ido cambiando o en el fondo sigue igual?

«Ha sido heavy todo lo que ha pasado en la escena nacional. Mucha gente conocida involucrada en situaciones oscuras y abusivas. Hay que funarlos a todos. Que caiga hasta último que tenga que caer. Ya no hay vuelta atrás en este tema. El cambio hay que hacerlo simplemente.»

¿Qué se viene para los próximos meses?

«Mi plan es lanzar mi segundo disco entre octubre y noviembre, y ponernos al día con todas las fechas y actividades luego de la pandemia, promocionarlo al máximo. Desde ya estoy muy motivado componiendo un tercer trabajo. La idea es no parar y seguir adelante con todo.»

ESCUCHA lo nuevo de Jawar
«Estafa Piramidal»

ESCUCHA «EL FUTURO», LO NUEVO DE TSUNAMIS

ESCUCHA «EL FUTURO», LO NUEVO DE TSUNAMIS

La banda integrada por Goli Gaete (composición, voz, guitarra) Francisco Fernández (guitarra), Sebastián Arce (batería), Patricio Larraín (bajo), Cristóbal Rawlins en (piano y synthe), Tan Vargas (lap steels y guitarras) y Sebastián García Huidobro (saxo tenor y alto), acaba de estrenar el segundo single adelanto de su próximo álbum titulado «7 mares»

Comunicado de la banda

“EL FUTURO” EL SINGLE MÁS POP DE TSUNAMIS

Con una estructura más tradicional y vinculada a los sonidos del pop rock, “El Futuro”, fue la primera canción compuesta por Goli Gaete para este nuevo álbum larga duración que ya tiene nombre: “7 Mares”. Un trabajo que mezcla colores y géneros musicales que van desde lo más experimental, psicodélico y el heavy rock que caracteriza a la banda hasta el folk/latinoamericano y el pop. Como este segundo y rítmico single que se mueve en un juego de voces; y que nos habla de un paraíso que quizás no existe, al preguntarnos por ese amor (o al devenir, al futuro mismo) que nos enfrenta al coro central “creí que me amabas”.

“La letra es “emo” y alegórica y me gusta cantar esa frase que me expone y me “avergüenza” a la vez, con esa pregunta que habla de lo que finalmente es el amor para uno, que pone en el estrado todo lo que al final queremos o creemos querer. Esta temática, la de desenterrar emociones sepultadas, es una de las ideas conductoras de todo el cuerpo de obra de Tsunamis. Eso es muy auténtico en este track, que sintetiza el concepto del disco, porque trae un formato de canción “muy” tradicional y también una intro de más de 30 segundos de un trabajo con cintas y efectos, el lado experimental al que el disco entero también tiende”. Goli Gaete compositor, voz y guitarra.

“El Futuro” también va de la mano con la portada protagonizada por un Pez Globo ilustrado, similar en su aspecto al virus covid. El arte fue realizado entre Tan Vargas, Pancho Fernández y Goli Gaete quienes vienen desarrollando el imaginario de este séptimo álbum. “Estamos viendo diferentes técnicas y referencias, y nos quedamos con una tipografía que es clásica, pero tiene caractéres más crípticos y antiguos. Ha sido entretenido darle un arte a cada single y nutrirnos artísticamente entre los tres, sobretodo con Tan que es tremendo artista”.
Pancho Fernández, guitarrista y diseñador gráfico.

El track producido por Ignacio «Nes» Rodríguez y Goli Gaete en los Estudios de BYM Records, fue inspirado por los masters setenteros de T. Rex y por las canciones conducidas por guitarras de Elliott Smith; y contempla guitarras ruidosas, efectos delay y un solo de cuerdas entre Fernández y Vargas casi a la mitad de la canción, muy cercano al mood de “Es suicide” del disco Corre el río (2006).

“Creo que por primera vez compongo un solo desde un tarareo inmediato en mi cabeza a la guitarra. Esta fue de las primeras canciones que me mostró Goli para el nuevo disco, tenía muchas ganas y ansiedad de grabarla, aportar con gestos y arreglos claros. Por otro lado la microfonía de Nes fue determinante porque le dio un peso más cálido, y el cruce entre las guitarras con el slide de Tan, que es una gran novedad en este disco”. Pancho Fernández.

ESCUCHA «EL FUTURO» VÍA SPOTIFY

Diavol Strâin: encierro, desconstrucción y reconstrucción

Diavol Strâin: encierro, desconstrucción y reconstrucción

En el marco del mes de la visibilidad lésbica, el dúo dark wave lesbofeminista Diavol Strâin presenta en show vía streaming, «El reflejo de mi muerte”, nuevo single adelanto de su próximo disco “Elegía del olvido / Elegía del horror”.
Generar un imaginario musical que visibilice a lesbianas y personas no binarias y sus universos ha sido hasta hace poco otro vacío por llenar en la música chilena. Pero esta labor está siendo abordada por artistas que experimentan la invisivilización cotidiana desde la homosexualidad, la lesbiandad y la transexualidad. Y la creación musical, una vez más, está sirviendo para albergar estas realidades y miradas disidentes a través de proyectos que emergen desde el underground y la contracultura.

Diavol Strain no solo se aventura en proponer un dark wave militante y crítico, donde su propuesta estética y sonora es también una propuesta política y social. Sino que también se embarca en asumir la ardua y trascendental tarea de ir tras la construcción de un imaginario artístico y sobre todo musical que visualice la lesbiandad y la existencia no binaria, buscando plasmar su universo íntimo y las problemáticas a las que se enfrentan en una opresiva sociedad heteropratriarcal.
Sin mirar hacia el lado y en coherencia con un discurso que apela a la toma de acción, el dúo lesbofeminista compuesto por Ignacia Bórquez, guitarra y sintetizador, y Laura M. Molina, bajo y voz, materializa una de sus reflexiones más urgentes al componer “El reflejo de mi muerte”, primer adelanto de su próximo disco “Elegía del olvido / Elegía del horror”, canción inspirada en el cuento de la autora argentina Silvina Ocampo “Cornelia frente al espejo”, su último trabajo publicado en vida en 1988, y uno de sus cuentos menos reseñados por la crítica literaria. Ocampo, instaló a través de este relato la libertad literaria al incluir recursos como el nosense y combinar prosa/verso, alejándose de tradicionales y perfectas prosas como las de Borges o Bioy Cáceres, y reforzando las perspectivas de género y feminista que ya se encontraban presentes en toda su obra, subvirtiendo estereotipos femeninos y cuestionando la identidad al plantear su alteridad y abordar la relación del Yo y la otredad, principalmente a través de “personajes mujeres complejas y ambiguas; planteando la duplicidad de lo femenino a través de recursos como el artificio y de la máscara, construyendo una múltiple representación femenina que busca anular la visión unidimensional del personaje femenino». Es este encuentro entre la literatura de Ocampo y el desasosiego surgido en medio de esa existencia que desafía cada mandato heteronormal, lo que da forma a “El reflejo de mi muerte”, composición que ve la luz en medio del claustro generado por la pandemia, una canción que nace como un acto político y artístico para conmemorar julio, el mes de la visibilidad lésbica.“El reflejo de mi muerte” nace a partir de dos grandes temas que en este último año nos han hecho reflexionar. Uno de ellos fue el cuento “Cornelia frente al Espejo”, de la escritora argentina y lesbiana Silvina Ocampo. En este relato la protagonista recorre su antigua casa dialogando con viejos fantasmas, con su Yo de la infancia, y sus estigmas. El cuento habla sobre el vacío existencial y sobre no poder ser lo que verdaderamente quisiste, al ser completamente rechazada por la sociedad.” comenta Ignacia.


Impulsadas por el apetito de configurar un imaginario de discurso lesbofeminista se abre paso este cruce literario musical como la vía para expresar en lírica, sonido e imagen el conflicto latente de quienes no encajan en la identidad sexual bidimensional, tomando la idea de la desconstrucción y reconstrucción de la identidad y el género.“Todo esto lo relacionamos inmediatamente con el hecho de ser lesbianas y con que muchas veces en tu vida pasas por momentos en que no puedes existir como tal porque está mal. Eres lo peor, te pueden matar, y va en contra de la cultura falocentrista donde tu cuerpa se construye solo en base a lo que la sociedad te deja ser. Esto resulta tan extremo que te terminas penando a ti misma por la imposibilidad de ser. Te vuelves un recuerdo de algo que no llegaste a ser por esas imposiciones. Por lo que debes acabar con eso y reconstruirte a ti misma para salir de ahí”. Afirma la guitarrista. “Por eso nuestra canción “El reflejo de mi muerte”, narra este dolor, esta rabia y esta necesidad de liberarse. En el cuento la protagonista se rinde y termina suicidándose pero nuestra canción quiere tiene un giro de liberación para visibilizar nuestra lesbiandad y ayudar a construir un imaginario lésbico feminista. Y para eso también estamos trabajando en un videoclip para la canción.”

REDEFINIENDO EL ENCIERRO

Luego de estrenar durante el mes de junio, su versión para el tema “Sonrisas fabricadas” de los pioneros del dark wave argentino Euroshima, banda a la que reconocen como una importante influencia en sus letras, Diavol Strâin ha continuado un arduo trabajo de composición y registro desde el encierro, sobrellevando de manera creativa el incierto panorama económico que la pandemia ha evidenciado para todo el sector de la música. Cuentan que no ha sido tan malo después de todo. Sino que se ha presentado como una especie de periodo para lograr concentrarse en trabajar de manera reposada en su nuevo disco, en contraste a la experiencia vivida en la realización de “Todo el caos habita aquí”, cuyo tiempo de trabajo solo abarcó apretados tres meses. Para las musicas el encierro se ha traducido en tiempo disponible para realizar mejores arreglos, perfeccionar el material concebido y aprender técnicas de registro y producción musical que les entreguen autonomía para continuar desarrollando su proyecto cuando no es posible financiar la participación de otros colaboradores. “Este año teníamos programado componer nuestro nuevo álbum, y sabíamos que teníamos que dedicar tiempo a ello, a diferencia de nuestro disco anterior “Todo el caos que habita aquí”, donde solo tuvimos tres meses para hacerlo y fue muy duro y estresante. En este disco queremos darle más vuelta a todo. La cuarentena nos ayudó en ese aspecto, nos dio tiempo para poder estar más concentradas en él. Existencialmente nos ayudó a sobrevivir, la música nos hace cariño en estos momentos, es una vía de escape, desahogo y reflexión. Con Lau conversamos mucho sobre lo lindo de haber creado Diavol porque ha sido lo más lindo que hemos hecho juntas y nos ha ayudado a enfrentar este periodo, unidas y trabajando.” nos cuenta Bórquez.
Aún cuando la banda ha logrado sacar reflexiones y acciones constructivas a pesar del escenario que las rodea, dejan en claro que esa concentración ha sido posible, en gran parte, gracias al apoyo permanente de sus seguidores y colaboradores quienes de distintas formas han contribuido a que el dúo reúna fondos en sus presentaciones vía streaming bajo conceptos de entrada virtual o compra de archivos para descarga, entre otros. “En paralelo el estrés generado por la falta de ingreso ha sido super fuerte y la ayuda y apoyo que hemos recibido de parte de amigues y seguidores interesados en nuestra música y en que nuestro proyecto continúe ha sido super importante, ya que nos ha hecho saber que contamos con cierto apoyo y con gente que cree en nosotras”. Otro aspecto que destacan sobre este periodo es el espacio para reencontrarse con antiguo material, recuperándolo para volver a trabajar sobre él: “El encierro nos ha ayudado harto al ámbito creativo, dándonos el tiempo de experimentar con más cosas, de hurgar en nuestro material y viejos archivos, retomando maquetas abandonadas que hicimos en 2017, y volver a trabajarlas y mejorarlas con mayor conocimiento que antes”.

Llevadas por el ímpetu de la creación musical, la banda sigue encontrando la vuelta de tuerca a la vida en cuarentena, aprovechando su ecosistema más íntimo en el que comparten su cotidianidad con otras compañeras artistas de distintas disciplinas como la danza, la fotografía y la realización audiovisual, convivencia que les ha permitido generar el material de promoción para este nuevo single y el próximo disco, con Fernanda González a cargo las sesiones de fotos y de realizar el videoclip para “El Reflejo de mi muerte”. Y Paloma Mujica como colaboradora de producción, actriz y protagonista del clip.

“Nos sentimos afortunadas de estar encerradas con amigas y colegas artistas con las cuales hemos podido producir material de promoción como fotografías y videos. Vivir estas condiciones de encierro con gente que aprecias y con las cuales compartes el trabajo creativo, fue lo mejor que nos ha ocurrido”. Enfatiza Ignacia

Diavol Strâin estrenará “El Reflejo de mi muerte” este viernes 31 de julio, cerrando el mes de conmemoración para la visibilidad lésbica, en un show vía streaming desde las 17:30 hrs Chile. Sesión en vivo que contará con un set list especial dedicado a tocar aquellos tracks que no formaron parte de su anterior streaming. Como ya es habitual en las presentaciones de la banda, la transmisión también contará con el dj set de Post-Everything desde Texas. El lanzamiento virtual es otra oportunidad para continuar aportando donaciones a la banda escribiendo a diavolstrain@gmail.com, y de manera permanente, adquiriendo discos físicos y digitales en su página de Bandcamp. EVENTO FB

// SHOW ORDER //

– DJ Posteverything

– Diavol Strain Live Show

– Diavol Strain Dj. Set

HORARIOS / TIMING

– 17:30 h >>> Santiago CL / Washington D.C / New York

– 16:30 >>> Bogotá COL / CDMX / Lima, PE

– 18:30 h >>> Buenos Aires, ARG / Rio de Janeiro, BR

– 14:30 h >>> USA West Coast / Vancouver CA / Tijuana MX

– 23:30 h >>> Barcelona ES / Berlín DE / Wroclaw PL

FOTO CABECERA: FERNANDA GONZÁLEZ
FOTO EN VIVO: ALEJANDRO HIDALGO

PETER GREEN: EL FINAL DEL JUEGO

PETER GREEN: EL FINAL DEL JUEGO

Por Pedro Ogrodnik

Le tocó vivir el papel de «leyenda maldita» del blues rock inglés de los 60. Desde sus orígenes reemplazando a Eric Clapton en los Bluesbreakers, los años dorados de los iniciales Fleetwood Mac mucho antes de Stevie Nicks, y el limbo que debió atravesar tras dejar a la banda por problemas de salud mental y abuso de drogas. 

 

 

Nos ha dejado Peter Green. A los 73 años y por causas naturales trascendió este plano existencial un músico quizás no muy conocido acá, más allá de la erudita feligresía blusera. Esto es quizás un poco injusto, ya que el tipo es legendario, y considerado como un par por lumbreras tales como Eric Clapton, Jeff Beck, Jimmy Page o Mick Taylor, y como una influencia fundamental por otros como Carlos Santana (cuya versión de ‘Black Magic Woman’ es uno de sus mayores clásicos y mucho más conocida que la original), Gary Moore, Billy Gibbons, David Coverdale, Joe Perry o Pappo, por nombrar algunos. Como guitarrista, su lenguaje fue más bien económico (sin mucha floritura, directo al punto) pero con un grado de feeling y onda que siempre lograba transmitir su mensaje musical, y con un tono rotundo y preciso. Además, como compositor fue prolífico y logró cumbres desgarradoras y también muy dinámicas e interesantes durante su breve pero muy influyente etapa al frente de Fleetwood Mac, banda de la que fue fundador, entre 1967 y 1970.

Peter Allen Greenbaum comenzó a hacerse de un nombre en la escena del blues británico reemplazando al propio Eric Clapton en los Bluesbreakers de John Mayall durante 1966, cuando Slowhand se lanzó a la aventura de Cream, el primer power trio y primer supergrupo de la historia del rock. Clapton era Dios en el naciente blues británico, y para Green en un comienzo fue difícil reemplazarlo, siendo a menudo maltratado por uno que otro espectador en los conciertos de los Bluesbreakers, pero a punta de música logró dar vuelta el panorama llegando a ser considerado como «The Green God». El disco «A Hard Road» es el registro que compendia esa etapa, siendo el instrumental ‘The Supernatural’, con la firma de Green y un notable aprovechamiento del sustain de su Gibson Les Paul (guitarra que ayudó a popularizar en esa época), tal vez el track más sobresaliente del álbum. Ese año Mayall obsequió a Green como regalo de cumpleaños unas cuantas horas de tiempo de estudio, en las que Green (que ya pensaba en formar su propia banda) fue secundado por su compañero en los Bluesbreakers, John McVie en el bajo, y un joven y larguirucho baterista que había «parchado» en los Bluesbreakers y buscaba hacerse un nombre en la escena: Mick Fleetwood. Una de las jams que grabaron fue nombrada como ‘Fleetwood Mac’ por Green en homenaje a la base rítmica del bajista y el batero, y es el big bang donde comienza la historia de esta banda.

Sin poder contar con McVie en un inicio por compromisos con los Bluesbreakers, fue convocado Bob Brunning para el puesto de bajista y fue incorporado Jeremy Spencer como segunda guitarra y cantante, ya que Green nunca se sintió del todo cómodo estando tan al frente de los reflectores. A los pocos meses McVie pudo integrarse a la banda y fue grabado el disco debut homónimo que apareció a comienzos del 68, llegando al número 4 en la lista de álbumes más vendidos en Gran Bretaña. Su combinación de blues y rock and roll primigenio comenzaba a sonar algo purista y anticuada en un momento en que la psicodelia ganaba mucho terreno, pero fue efectiva y dio su primer gran golpe con la publicación de los singles ‘Need Your Love So Bad’ y ‘Black Magic Woman’ durante 1968. El segundo álbum de Fleetwood Mac llegaría poco después: «Mr. Wonderful» fue un intento por lograr un sonido aún más crudo y reminiscente del blues de Chicago, que se quedó entrampado en cierta mediocridad en parte por el abuso algo cansador del riff característico de Elmore James en más de cinco canciones del álbum. Fue el primer trabajo del grupo donde colaboró en el piano Christine Perfect, quién se  incorporaría como integrante oficial a Fleetwood Mac en 1971, tras casarse con el bajista John McVie.

En la encrucijada por el resultado más agridulce de «Mr. Wonderful», Green apostó por enriquecer y diversificar el sonido de la banda, y es así como integra al grupo a un muchacho de 17 años, Danny Kirwan, como tercer guitarrista y cantante. Se inicia la etapa dorada de Fleetwood Mac como un quinteto con tres guitarristas, con los singles ‘Albatross’, un plácido y hermoso instrumental que llegó al número 1 de las listas UK, y ‘Man Of The World’, un tema desgarrador que en retrospectiva puede interpretarse perfectamente como un llamado por ayuda de un Green crecientemente desencantado de la fama y la vida itinerante de una banda de rock.

Guitarist Peter Green (right) and bassist John McVie, of British rock group Fleetwood Mac, rehearsing at the Royal Albert Hall, London, 22nd April 1969. (Photo by Michael Putland/Getty Images)

El éxito los había posicionado como la banda británica más rentable durante 1969, superando a los Beatles y Rolling Stones en ventas de discos, los estaba llevando en continuos tours por Norteamérica (donde conocen el LSD de la mano de los Grateful Dead) y Europa: para 1969 el álbum «Then Play On»,  quizás el mejor de la etapa inicial del grupo, muestra a los Fleetwood Mac más variados y ambiciosos hasta el momento, incorporando matices de psicodelia, jam rock, folk, vodevil y rock progresivo a su sonido establecido de blues rock, y se anota otro hit masivo con el single ‘Oh Well’, y con él, más conciertos, giras, compromisos y desgaste interno para un Green que cada vez se refugiaba más en el consumo de drogas.

Acá es cuando las cosas comienzan a ponerse turbias, cuando en un incidente en una comuna hippie en Munich, Peter Green se sobrepasó en el consumo de LSD, experimentando una suerte de viaje sin retorno muy similar al que apartó a Syd Barrett de Pink Floyd. Su comportamiento se tornó progresivamente más errático y alienado, pero a la vez más místico y desapegado de lo material: se dejó crecer la barba y comenzó a vestirse de blanco y a usar crucifijos en escena, y les propuso a sus compañeros donar sus ganancias a las personas necesitadas, sin ser escuchado. Poco después y ya en 1970, sale el último single de Fleetwood Mac con Peter Green: ‘The Green Manalishi’ es un tema tenebroso, pesadillesco y escalofriante que por un lado prefigura muchos aspectos estilísticos relevantes del heavy metal (si no pregúntenle a Judas Priest, que para 1979 hicieron su propia versión del tema y lo transformaron en uno de los inamovibles de su repertorio en directo hasta hoy) y por el otro instaló interrogantes sobre la salud mental de su autor, que finalmente deja a la banda durante 1970. 

Tras Fleetwood Mac, Peter Green grabó su primer disco solista «The End Of The Game», se reunió brevemente con la banda para cumplir con compromisos contractuales en EEUU durante 1971 y participó como invitado en varias grabaciones de otros músicos hasta 1973, cuando ingresó en una de las etapas más oscuras de su vida tras ser diagnosticado con esquizofrenia: pasó el resto de los 70 entre hospitales psiquiátricos siendo más de una vez sometido a electroshock, mientras al mismo tiempo los Fleetwood Mac, tras un lustro de inestabilidad con varios cambios de formación y discos irregulares, experimentaban un espectacular resurgimiento con un gran éxito comercial en EEUU. Ya más recuperado, inició otro período de actividad a principios de los 80, grabando tres discos solistas antes de retirarse a una vida como ermitaño. En 1991 inició otro proceso de recuperación (que la afamada marca de amplificadores Matamp celebró lanzando la icónica línea Green, que transformaría en equipo de culto el trío de stoner rock Sleep) y para 1995 su carrera musical volvió a la actividad, liderando al Splinter Group, grupo con el que grabaría varios discos y daría más de mil conciertos, hasta que decidió dejarlos en 2004 para establecerse en Suecia. Desde ahí sus apariciones públicas se hicieron cada vez más esporádicas, haciendo la última de estas el año 2010.

 

Durante la última década el perfil de Peter Green fue reivindicado por parte de la prensa musical, y en febrero de este año, Mick Fleetwood brindó un concierto en homenaje al originador de su banda en el London Palladium, con la participación de varios ilustres, como Billy Gibbons, Steven Tyler, Kirk Hammett (poseedor actual de la mítica Les Paul «Greeny»), Zak Starkey, Jonny Lang y David Gilmour, celebrando el legado musical de los primeros años de Fleetwood Mac. 

El legado de Peter Green al rock y el blues es sumamente significativo, mucho más allá del papel de «leyenda maldita» que le tocó vivir. Sin dudas cuando te expones a su música de una u otra forma no puedes quedar indiferente, porque se siente la pasión y entrega en cada nota. Recomiendo si pueden pillar el documental de la BBC «Man of The World» (2009), donde con sabrosos relatos de varios protagonistas incluyendo al mismo Green, el guitarrista repasa su vida. Una copa en su nombre y a dejarse seducir por el hipnótico hechizo de su música.

 

NATALIA CORVETTO: REPARANDO OBJETOS ROTOS

NATALIA CORVETTO: REPARANDO OBJETOS ROTOS

La cantante y compositora Natalia Corvetto, presenta «Parte de ti», una canción inspirada en el milenario arte japonés de reparar objetos rotos con oro, conocido como Kintsugi.

 

 

«Parte de ti» es el adelanto de su nuevo disco próximo a editarse, producción discográfica que cuenta con el apoyo del Fondo de la Música.  Este adelanto es una canción de amor inspirada en la técnica japonesa del Kintsugi, conocido como el arte de reparar objetos rotos con oro. Una suerte de homenaje a aquellos amores que logran sanar sus heridas y encontrar en sus cicatrices una fuente de luz. 

Acompañada de su banda compuesta por los músicos Mauricio Pérez en las percusiones, Gonzalo Gómez en el contrabajo y Daniel Miranda en la guitarra y producción musical, la cantautora nos entrega una composición acústica con influencias del folk pop actual en la que se destaca el sello distintivo de su voz melodiosa, y en la que es posible percibirse su formación en el canto jazzístico.

 

 

“Parte de ti” estará disponible en todas las plataformas digitales a partir de este 10 de julio, junto al video lyric realizado por la artista del collage, la mexicana Giovanna Tommasi, quien ha realizado videos para los músicxs Silvana Estrada y para el dúo Daniel me estás matando, entre otros.

 

TE INVITAMOS A CONOCER EL TRABAJO DE NATALIA CORVETTO

CANCIÓN DE AMOR Y VENGANZA: HORREGIAS Y SU NUEVO SINGLE

CANCIÓN DE AMOR Y VENGANZA: HORREGIAS Y SU NUEVO SINGLE

Un 25 de junio de 2016 Nicole Saavedra Bahamondes de 24 años fue encontrada muerta, con las manos atadas y con señales de tortura en un sitio eriazo de Limache. Desde entonces, su muerte ha sido símbolo de la violencia lesbofóbica en Chile y de la ausencia total de justicia y mecanismos legales que condenen los crímenes de esta índole. Hoy, en el marco de la Semana de agitación #JusticiaParaNicole, su muerte y su recuerdo se hacen canción gracias al nuevo single de Horregias titulado «Nicole Saavedra Bahamondes».

Cuatro años han pasado desde que Nicole Saavedra fue encontrada muerta. Cuatro años de largo y enlentecido proceso judicial en el cual ni siquiera se han establecido sospechosos, dejando en evidencia, una vez más, la indiferencia de las instituciones hacia la comunidad lésbica/lgtb y sus familiares. Sin embargo, pese al dificultoso camino en la búsqueda de responsables y de un proceso judicial respetuoso y justo, la figura y memoria de Nicole están más presentes que nunca gracias a diversas acciones de protesta y reinvindicación por parte de organizaciones sociales y activistas, entre ellas el trío de punk rock oriundo de Renca, HORREGIAS, compuesto por Horridia Parra Urrutia, Feocia Casto, y Mari-Crimen Kraken, como se hacen llamar, quienes han sido voz permanente en la visibilización de ésta y otras realidades que afectan a la comunidad lésbica.

Así nace «Nicole Saavedra Bahamondes», una canción que es un tributo a su vida como también un grito de protesta y venganza contra su muerte, recordándonos la atrocidad cometida contra Nicole y tantxs otrxs. Una canción grabada por la productora musical, guitarrista y voz del proyecto Círculo Polar, Victoria Cordero en Estudio Lautaro de Santiago durante el mes de marzo, a días del inicio de la cuarentena. Una grabación que cuenta con el apoyo del sello independiente Vacaciones, lanzada a través de sus plataformas digitales este 19 de junio en el marco de la Semana de Agitación por Nicole, una iniciativa que a través de distintas acciones a lo largo del territorio busca mantener en tiempo presente el crimen contra Nicole y la necesidad de justicia para ella y su familia.

Junto con el estreno del single, la banda estará presentándose en vivo y en directo a través de su cuenta de IG Live el mismo 19 de junio, a las 21 hrs, oportunidad en la cual conversarán con su productora musical sobre el trabajo realizado en esta composición y sobre el mensaje reivindicativo en ella. El tributo a Nicole se completa con el estreno del vídeo para la canción realizado por Johanna Ovalle, programado para el 25 de junio. Actualmente, la banda se encuentra trabajando en su tercer álbum, y ha iniciado una campaña de recolección de fondos para mantener su sitio web, con la venta de descarga de su álbum «Lo normal» de 2016. Puedes colaborar con la banda AQUÍ

INSTANTÁNEAS DE RUIDO Y PUNK: UN RECUERDO DE HUEVO OLEA

INSTANTÁNEAS DE RUIDO Y PUNK: UN RECUERDO DE HUEVO OLEA

En memoria del guitarrista, miembro fundador de DTH y Enfermos Terminales, César Huevo Olea, fallecido la madrugada del 17 de junio 2020, a causa de Covid 19, indagamos en los recuerdos de su vital paso por el underground local a través del testimonio de Cristóbal Durán, bajista y fundador de Alternocidio entre los años 1995 – 1997, banda integrante de la seminal escena hardcore de finales de los 90s.

 

 

Hace un par de días falleció el Huevo, César Olea. Se lo llevó el COVID-19, ese virus infame que todavía parece un fantasma. Compartí más de una vez con él, junto a lo que fue su banda más longeva, Enfermos Terminales. Si mi memoria no me engaña, la primera vez que los vi fue en 1996. Debe haber sido probablemente su primera (o a lo sumo, segunda) tocata. Fue en alguna parte de La Florida o en Gran Avenida, si mal no recuerdo. Pero de eso ya van cerca de 25 años. Sólo puedo recordar la potencia que transmitían en esos primeros días, una banda que sin duda fue fiel a esos primeros gestos, luego de pasadas más de dos décadas. El Huevo era un puntal en eso, qué duda cabe. Si bien Patán y Mery, los vocales de Enfermos, le daban el primer plano a ese sello inconfundible con su dupla de voces, tal como en tantas bandas de crust o del anarcopunk que escuchaba por ese entonces (Extreme Noise Terror o Nausea, las primeras que se me vienen a la cabeza…), todo el basamento de Enfermos se sostenía en las seis cuerdas. Y eso era tremendo. Tuve la suerte de compartir escenario con ellos muchas veces en esos primeros años, en distintos lugares y en ocasiones diversas, junto a tantos otros como Silencio Absoluto, Disturbio Menor, Donfango, Nada de Público, o Redención 9-11. Pero para mí Enfermos fue, desde la primera vez que los vi, algo así como el epítome del hardcore-punk por estas latitudes. Era difícil no escuchar en ellos a Circle Jerks, Black Flag de los primeros días, o incluso algún dejo al GI de Germs. Y me atrevería a decir que en buena parte esa era la mano del Huevo.

 

Archivo banda

Yo ya sabía que ese sonido venía de alguna parte. A principios de los 90 había caído en mis manos, como a tantos y tantas, esa joya infame de D.T.H., Vómito Social. Con su horrible carátula fotocopiada, y 6 temas en unos 10 minutos, era el primer ataque grindthrash que escuché en Chile, y ahí era la voz del Huevo la que arreciaba, con total violencia. Fue como si se tratara de la primera impresión que me produjo el From Ensalvement to Obliteration, ese pedazo de extremidad que curiosamente Napalm Death había arrojado ese mismo 1988. Digo todo esto para recordar, y recordarme a mí mismo, que el Huevo fue uno de esos pocos eslabones entre esas camadas del Hardcore y del punk de la generación de los 90, y los cultores de los sonidos extremos en esta parte del mundo en esos oscuros años 80. El Huevo fue eso, sin duda, y eso me producía verlo en el escenario con una polera de Agnostic Front o de Corrosion of Conformity. Era como traer el Rock Shop del último tramo de los 80 en medio de una tocata de 1998, era mantener esa fuerza y ese amor por los tarros.

Esa es la instantánea que quisiera conservar del Huevo, en el escenario, como un gran conector entre los 80 y los 90, y mucho más acá, cuando supo seguir dándole a Enfermos Terminales una modulación y un sello distinto, manteniendo esa furia que vi en él y en el modo en que sentía la música. Esa instantánea es la que muchxs de nosotrxs podremos revisitar una y otra vez, para volver a sentir esa pasión que veíamos en él y que queríamos reconocer como nuestra. 

Cristóbal Durán R.

Bajista de Alternocidio

Formación 2018  – Foto por Karolina Guajardo. Poesía Beats y rock and roll.
SEXO, RAZA Y ROCK AND ROLL: LITTLE RICHARD INCIANDO LA REVOLUCIÓN

SEXO, RAZA Y ROCK AND ROLL: LITTLE RICHARD INCIANDO LA REVOLUCIÓN

SE APAGA EL GRITO PRIMARIO DEL ROCK AND ROLL

 

Autor de la más sensacional onomatopeya que la historia de la música popular haya registrado. Con su muerte se da inicio al repaso de la más grandiosa y provocadora contraparte de un relato blanqueado. Musicalmente innovador y explosivo, hijo del ritmo y del blues, Little Richard fue, entre muchas cosas, la encarnación de la disidencia sexual en una nación segregada, profundamente racista y conservadora, que sacudió los valores de una sociedad reprimida, exclamando liberación y goce a través de un afiebrado y efervescente nuevo sonido llamado rock and roll.

 

Nacido en Macon, Georgia, el 5 de diciembre de 1932, Richard Penniman fue un precoz y desinhibido joven enamorado del piano y miembro del coro de la iglesia en el que se inició cantando y tocando gospel. La adolescencia se presentó como un tiempo de revelaciones y autoconfirmaciones que poco a poco lo alejaron de su vida religiosa a pesar de su profunda fe. Así, sus primeras incursiones musicales lejos de dios lo conducirán a clubes nocturnos donde desatará su lado salvaje pero sobre todo donde dará rienda suelta a su ingenio y a su desenfadada performance.

 

En 1951, luego de ganar un concurso de talentos, a la edad de 18 años, firma su primer contrato discográfico con la RCA, iniciando sus primeros pasos en una segregadora industria musical donde el joven Ricardito no lograba entrar, no solo por ser negro y pobre, sino por su ya marcada androginia, extravagancia y declarada bisexualidad que ya le había costado años antes ser expulsado del hogar. En ese entonces la RCA se llamaba para los negros y solo para ellos Camden Records. Fue bajo esa etiqueta que Little Richard haría sus primeras grabaciones, antes que lo hiciera el rey blanco, Elvis. Su camino por la prehistoria del rock and roll continuará con la formación de su primera banda bautizada como The Upstters, una banda fugaz que no logra mayor visibilidad como parte del sello Peacock. Aún instalado en Macon, Giorgia, Little Richard busca nuevos horizontes mirando hacia la meca de la industria, Los Ángeles, en particular a Specialty Records, sello fundado en los años 40 por Art Rupe, quien lo comprará por 500 dólares a Peacock y le solicitará que abandone a su banda para comenzar a grabar nuevos temas en la musical New Orleans. Será en esa ciudad donde logrará parir la grabación más escandalosa y revolucionaria de la época y de su propia historia que, también, es la historia de la gran revolución cultural del siglo XX, el rock and roll.

 

«A-Womp-bomp-a-loom-op-a-womp-bam-boom»,  «Tutti Frutti, aw Rudi», originalmente titulada «Tutti Frutti, Good Booty», canción que Little Richard ya tocaba en vivo pero que hasta ese momento no había registrado. La canción sonó tan pegajosa, original y alocada que los productores de Specialty Records supieron de inmediato que funcionaría. Pero no fueron solo los atributos musicales de la canción como iniciadora de cierto sonido lo que la convertiría en una sensación, sino su atrevida energía proveniente de su letra original sobre sodomía y homosexualidad, «Tutti Frutti, good, booty / If it don’t fit, don’t force it / You can grease it, make it easy» («Tutti Frutti, buen culito / Si no entra, no lo fuerces / puedes engrasarlo, para facilitarlo») líneas principales que finalmente serían reemplazadas por «Tutti frutti, all rooty, a-wop-bop-a-loon-bop-a-boom-bam-boom». A pesar de haber sido modificada y registrada en una versión soft de sí misma, la canción logró conservar a través de su melodía y ritmo, su esencia revolucionaria. A eso, se sumaba la carismática y pícara actitud de Richard como intérprete. Todo eso haría de Tutti frutti, la composición paradigmática de lo que se llamó rock and roll a partir de 1956, año en que fue editada. Paradigmática porque en ella se mezclaron los principales elementos del género, casi como una especie de fórmula tanto estética como sonora compuesta por desparpajo, sexualidad y ritmo explosivo. El piano, el saxo y el compás juguetón articulados en una rítmica desenfrenada nunca antes escuchada. A continuación en el mismo nivel, la lírica, su estilo vocal y los alaridos. Y finalmente, su presencia escénica, su forma de vestir, su forma de moverse. Maquillaje, cejas depiladas, peinado acentuado, bigote casi delineado, colores extravagantes. Probablemente bastaba con observar un poco más allá de lo evidente para entender que la chispa no solo respondía a su talento artístico sino principalmente a su individualidad como persona. Si bien, parte de ese contenido incontenible se había intentado camuflar desde un principio al intervenir la sucia letra de Richard, su carga permaneció, pues bien, el intérprete y creador de esa magia era uno solo.

 

 

Rompiendo con el canon masculino de la música popular de aquel entonces, repleta de galanes y machos que ostentaban el lugar de románticos mujeriegos y chicos malos, Little Richard llegó con la ambigüedad sexual por delante, colocando la sexualidad reprimida en cada tocadiscos del país y del mundo. Hablando sucio, instalando lo nasty antes de ser nasty, utilizando la expresión artística como una vía de expresión sexual no tradicional, y haciendo de la provocación el ingrediente esencial del incipiente rock and roll. Mientras Elvis, el chico blanco de Memphis, en 1957 cantaba «Heartbreak hotel», Little Richard se había aventurado de manera natural a utilizar con su doble sentido y tono insinuante la expresión «Tutti frutti» cuyo significado en la jerga callejera era «gay».
A diferencia de la sexualidad expresada en el seminal blues, la sexualidad ambigua y anti-masculina de Little Richard, expresada a través de su estilo como intérprete y en su estética, tendrán un eco de tal magnitud que será tomada en décadas posteriores por músicos como Jimmy Hendrix o The Rolling Stones, quienes además del sonido salvaje, tomarán la crudeza de sus palabras, los gestos, los movimientos y formas de vestir. David Bowie por su parte se apoderó de la androginia para llevarla a un plano de mayor elaboración conceptual. Luego, será el surgimiento del Glam rock, con su sonido insinuante enraizado en esa primera camada de rock and roll original, otro eco de la influencia de Little Richard, utilizando el brillo, los abrigos, los peinados y el maquillaje, buscando borrar los límites entre lo masculino y lo femenino, así lo hicieron bandas como Roxy Music y T- Rex. Luego, llegará Prince, quizás su más grande discípulo y reencarnación.

 

El travestismo que practicada desde su adolescencia inspirado por Bing Crosby y Ella Fitzgerald, la única música que su madre le permitía escuchar en casa, nutrieron sus primeras actuaciones de vestido rojo y tacones. Más tarde, en su nueva y definitiva faceta como Little Richard, dejaría atrás el travestismo tradicional para adoptar la estética del exceso que el pianista showman Liberace, había exhibido en la década de los 30. Capas brillantes, blusas, trajes cubiertos de lentejuelas, maquillaje de cara completa, lápiz labial, pestañas largas y falsas y un copete de seis pulgadas. Exhibición kitsch que sirvió tanto para Little Richard como para el olvidado Esquerita años antes, como forma de burla a la heterosexualidad, la raza y la pobreza, escandalizando a blancos racistas, rechazando el rol de «negros subordinados», y abriendo un nuevo campo de juego para la cultura queer que más tarde sería adoptada por Elton John o Boy George, entre otres: «Se acuerdan la forma en que Liberace vestía en el escenario? Yo me vestía así todo el tiempo, muy extravagante. Y usaba una base de maquillaje bien densa. Muchos otros artistas de ese tiempo usaban maquillaje también, Los Cadillacs, Los Coasters, Los Dritfters, pero no tenían un kit de maquillaje. Tenía un esponja y un polvito compacto en su bolsillo. Yo si tenia un kit. Todos empezaron a decirme gay.»

 

Sobre Little Richard caía el peso de la raza y la homosexualidad de manera doble. Primero como el renegado del rock and roll que se rehusó a proclamarlo como rey, diciendo con ello «el rock and roll es blanco y es de hombres». La precariedad a la que la industria musical lo sometió en su periodo más productivo fue permanente. Grabaciones sin pagar, canciones sin derechos de autor, presentaciones en vivo sin cobrar y giras por el país sin hoteles donde alojar eran la cotidianidad del músico negro. Pero el robo de dignidad era mayor cuando se trataba de su obra. Censurado en radios para blancos, buena parte de sus composiciones eran entregadas sin autorización a músicos blancos, entre ellos, el más recordado Pat Boone, la antítesis de Ricardito, encarnando los valores de la respetable y blanca sociedad estadounidense, quien popularizó una deslavada «Tutti Frutti», llevándose grandes regalías de todo tipo. A todo eso, se sumó el rechazo que provenía también de su comunidad afroamericana, cristiana y fuertemente identificada con la masculinidad tradicional. Un conflicto que acompañó a Richard hasta el final de sus días. «En esa época el racismo era tan fuerte que no podíamos entrar a los hoteles, así que la mayoría dormíamos en nuestros propios autos. Comías dentro él. Llegabas a la actuación y te vestías dentro él. Tampoco me pagaban en la mayoría de las presentaciones. Nunca recibí dinero por la mayoría de mis discos… y yo hice esos discos! En el estudio, ellos me pasaban un puñado de palabras, y yo hacía una canción! El ritmo y todo. ¡»Good Golly Miss Molly»! ¡y no recibí ni un centavo por eso!». Revista Rolling Stone, julio 2004.

 

 

La búsqueda artística, intuitiva y espontánea de toda una generación en una época temprana, en la posguerra, se expresó, como suele ocurrir, a través de distintas formas que, a su vez, suelen ser las mismas generación tras generación. Ahí están, el despertar sexual, la búsqueda de identidad, el ansia de libertad y la necesidad acabar con lo vetusto. La década de los cincuentas en Estados Unidos fue de muchas formas así. La nueva sensación musical desprendida del blues, por ese entonces llamada música del diablo, fue la base de un cambio cultural que transformó la mentalidad de millones de jóvenes atravesados por el conflicto sexual y racial de toda una sociedad, desafiando la cultura adulta heterosexual blanca dominante, y abriendo el pasadizo a la subcultura musical negra de R&B de los años 40 y 50: «La gente le llamaba música africana, música vudú, decían que iba a volver locos a los chicos, decían que era solo un fogonozo, lo mismo que dijeron en su momento del hip hop. Fui el primer artista negro cuyos discos fueron comprados por chicos blancos. Y los padres me odiaban. Tocábamos en lugares donde nos pedían que no volviéramos más, porque los chicos se ponían loquísimos. Rompían las calles, tiraban botellas y saltaban de las galerías del teatro durante el concierto. En ese momento los chicos blancos tenían que estar en la galería de arriba, eran «espectadores blancos», pero se tiraban para ir abajo donde estaban los chicos negros». L.R, revista Rolling Stones, julio 2004.

 

El rock and roll no podría haberse llamado así mismo revolución cultural si no hubiese enrostrado de una u otra forma los tabús de la sociedad que lo vio nacer. Para ello, la figura de Little Richard fue determinante en tanto nuevas formas de cantar, tocar y vestir fueron entregadas por su música en la segunda mitad de los cincuentas, como por reflejar y vivenciar el lado salvaje de una sociedad mojigata, machista y racista que quiso negar a su hijo queer, el incitador de generaciones completas. El iniciador de esa revolución.