THE CULT Y SU DISCO LOVE : ACUÑANDO EL SONIDO

THE CULT Y SU DISCO LOVE : ACUÑANDO EL SONIDO

De nuestro archivo Crónica Sonora un completo repaso por el decisivo e influyente segundo disco de The Cult, Love editado en 1985, álbum que cumple 37 años desde su publicación.


La Inglaterra de 1985 es la Inglaterra de The Smiths o The Cure. También es la Inglaterra post New wave of British heavy metal, y también es la Inglaterra de los demoledores Motorhead. Tampoco se puede olvidar que es la Inglaterra que alguna vez vio nacer la semilla del hard rock de la mano de Led Zeppelin y Black Sabbath. Por esos días, una banda llamada Death Cult cambiaba su nombre simplemente a The Cult buscando ir más allá de la escena gótica de Londres. Acuñando un sonido entre el post-punk y el rock gótico la banda comienza a dirigirse hacia un nuevo lugar sonoro que quedará plasmado en su segundo disco titulado “Love”, editado en 1985, donde cuajará el híbrido perfecto entre el post punk y el hard rock.

The Cult ha sido una banda particular cuyo viaje del post punk al hard rock resulta tan fascinante como influyente. Aún cuando reconocemos como parte de sus principales referentes a The Doors o Joy Division, el rompecabezas no se completa sin mirar y reconocer la cualidad intransferible de dos animales musicales como Ian Astbury y Billy Duffy.

“Nirvana” es la partida de un disco tan bien articulado, atravesado en su totalidad por la perfectamente calibrada y psicodélica White Falcon de Billy Duffy. Un par de baquetas cuentan la partida de un recorrido esencial sobre el amor en su más amplia lectura. “Nirvana” se abalanza sobre nuestros oídos, ágil, ajustada y consonante. En estas líneas aludiendo a ese estado del espíritu; ese estado mental: I float through day and night life, well most of the time / Till I hung up my blues on a nail in your wall / It rained flowers when the music began / Love all around when the music is loud” – «Llueven flores cuando la música comienza, amo todo alrededor cuando la música está alta”. Cuán Nietzschiano puede ser todo esto aún cuando Nietzsche fue un ateo radical. Sin embargo, es inevitable remitirnos a aquella ultra citada frase “sin música, la vida seria un error”, una de las tantas reflexiones que expresó en su trabajo teórico filosófico sobre la música como razón existencial. Pues bien, The Cult pareciera de cierta forma haber tomado algo de esto como también lo hizo Morrison una vez con “When the music´s over”, intentando abordar el espíritu, la dimensión metafísica o como quiera llamársele, algo intangible; algo superior: Every day,nirvana Always this way, oh yeah, yeah / I wish that every, like the sun, nirvana / Always this way, Nirvana.”

«Big Neon Glitter» nos interna en la senda de las veleidades y los encandilamientos propios de lo que The Cult está llamando amor o amar. Derechamente menos post punk y más pesada, Duffy sigue jugando con ambos matices. Asimismo, el sentido más salvaje del rock and roll y la carga sexual ponen la firma: “A big neon glitter pushes onto you, oh baby, Sex from the hip at the crack of a whip, oh yeah / The wall gets taller while ye get smaller, yeah / Push against the big neon glitter, pushes onto you / None may indeed go out”.

Los atributos de The Cult son también los atributos que definen al frontman que los lidera, Ian Astbury. El carismático vocalista que adoptó las maneras y atuendos de un chamán gótico que sobre el escenario ha querido personificar la herencia de un inmortal Jim Morrison, cualidades que en el año 2000 lo llevaron a formar parte de la gira de reunión de los miembros históricos de la banda californiana en lo que se llamó The Doors 21th century. Vozarrón barítono, juego vocal y carácter, lo convierten en uno de los vocalistas más singulares y cautivantes de su generación. Pero el magnetismo escénico y vocal de Astbury no solo se encuentra en estas cualidades, sino en su forma radical de presentarlas. Mientras que Billy Duffy, el otro alma mater, es el gran artífice del sonido de la banda y el canalizador de la energía que emana desde Astbury.

Como un hacha el riff de “Love”, himno homónimo del disco, nos parte en dos. No hay oportunidad de escapar a algo tan infeccioso: Love obviously very soon everybody / Oh don’t you love that sweet time”. Siempre desde un lugar salvaje, desde un punto de inflexión, con el acento marcado en el espíritu del hard listo para liberarnos: “Spent a long time on this road / Spent a long time in this town /Spent a long time in the wrong road / Gonna drive away in a big fast car / Gonna drive away, won’t get too far / Gonna drive away, don’t know how far / Gonna drive away in a big fast car”. Como un mantra Astbury continúa: Don´t you love that sweet time / Love, Love. That’s just my fee, Love, Love, Love / I look for the grand conditions near her heart”. Quién dijo que para predicar amor había que sonar como un hippie. Cómo no recordar cierta energía Hendrixiana en todo el tema y evidentemente en la avezada guitarra de Duffy quien brilla como el gran guitarrista que es, lleno de recursos y tonalidades. “Love” contiene en cinco minutos treinta y tres segundos, el sentido del disco casi como una declaración de amor, expansión y libertad musical. La partida hacia algo; el éxodo hacia otro lugar en el rock and roll.

La vida en Canadá había calado hondo en Ian Astbury. Fue ahí donde nació su fijación por la vida de los indios nativos de América del Norte, recogiendo parte de su imaginario para ponerlo sobre su música convirtiéndolo en un elemento recurrente en toda la discografía de la banda. «Brother wolf sister moon» en clave electroacústica como una clásica balada rock de intensa atmósfera dark, evocando paisajes y ritos : “Embrace the wind with both arms / Stop the clouds dead in the sky / Hang your head no more, And beg no more / Brother wolf and sister moon, Your time has come / And the wind will blow my fears away / Will dry my tears away”.

«Brother Wolf Sister moon», además de ser de esos temas que te pueden conducir a un estado de trance poniéndote la piel de gallina, enfrentándote contigo misma y con los gusanos que adentro hormiguean, es quizás, una de las primeras canciones en clave  balada rock propiamente tal de la década ochentera, y probablemente sea una de las que inspiró mucho del material que se masificó en los siguientes años en el hard rock e incluso en el Glam rock de esa década, siguiendo los clásicos patrones zeppelianos como bien lo demuestra el dramático solo de guitarra de Duffy.

Tal como lo hizo alguna vez The Doors de la mano de Jim Morrison, The Cult de la mano de Ian Astbury utiliza la lluvia como simbolismo para referirse al deseo tomando además nuevamente parte del imaginario que se desprende de las creencias milenarias de pueblos originarios: “I’ve been waiting for her for so long / Open the sky and let her come down / Here comes the rain / Here she comes again / Here comes the rain / I love the rain / I love the rain”. “Hot sticky scenes, you know what I mean / Like a desert sun that burns my skin”.

Nuestra obsesión sigue siendo Billy Duffy y su guitarra, marcando al mismo tiempo el tono apocalíptico y lisérgico con el incesante “wah- wah” que no nos suelta. «Phoenix» resume a través del simbolismo todas las ideas sobre muerte y resurrección ligadas a la pulsión del deseo, la pasión y sus intensos e inherentes conflictos: “Like the heat from a thousand suns that burns on / rising ever higher / a phoenix from a pyre / my eternal Desire / I and ‘m on fire”. Pues para llegar a ciertos lugares es necesario atravesar el fuego y no se puede atravesar el fuego sin quemarse: “Like a kiss from the lips of ra that burns on / the pleasures getting wilder / circling ever higher / a servant of desire / Iand ‘m on fire”.

Con la maestría y riqueza de un músico que se pasea cómodamente entre el post punk y el hard rock, Billy Duffy extrae un sonido contundente y finísimo capaz de dar forma a un ajustado y pegajoso rock gótico cuyo repertorio se alimenta deseos escapistas y aullidos asustadizos salidos de la voz de Astbury: “It’s so nice to get away, get away for a day/ I see a hollow man, gun in hand, gun in hand, it points my way / You know, he follows me everywhere and everyday / I gotta get away / I won’t miss him if he goes away and stays away, yeah, yeah. De visiones psicóticas:“I see a hollow man, gun in hand, gun in hand, it points my way, oh” – “He’s just a hunter for the devil / Hollow man”.

Probablemente todo acercamiento a The Cult tenga un solo punto de partida, «She sells sanctuary». Sus acordes iniciales son el anzuelo sónico perfecto para el oído susceptible a las guitarras resonantes. Luego vendrá la explosión rítmica que hará de la canción una de las más populares de la banda en pistas de baile e incluso como parte de la película SINGLES, de 1992, dirigida por Cameron Crowe.

Rendidos ante esta melodía como el mismísimo Astbury ante el poderío de una presencia que, puede y no puede ser una mujer de carne y hueso: “The sparkle in your eyes, Keeps me alive” / “The fire in your eyes, Keeps me alive”/ “I’m sure in her you’ll find The sanctuary”. La voz furiosa y quebradiza de un gótico y pelilargo Astbury nos sigue llamando: “And the world and the World / Yeah, the world drags me down / And the World/ Yeah, the world turns around / And the world and the World / Sanctuary”.

«Revolution» es en todo su esplendor sonoro despedida y nostalgia. Rezan sus primeras líneas un sentimiento introspectivo: Pictures of never ending dreams / I can’t see what these images mean / Locked inside me / Can’t set the rainbows free / Like perishing flowers, They sag and twist and die”. Medio tiempo y acordes dulces, la guitarra de Duffy aún más matizada y exacta, mientras que Astbury con voz intensa entrega sentidas reflexiones : “Joy or sorrow / What does revolution mean to you? / To say today’s like wishing in the wind / All my beautiful friends have all gone away / Like the waves / They flow and ebb and die”. El coro final es el encargado de acentuar el tono trascendental y trágico con el que The Cult quiere referirse a la revolución y al amor. Así mismo, lo marca la canción que cierra el disco, «Black Angel», directamente hablándonos de la muerte como otra parte inseparable a todo esto, realzando la beta gótica de la banda: “A fugitive has been away so long / A thousand years, and now he thinks of home / The long men are waiting in the wings / To put him in chains upon his return / Emptyness, his bitterness is gone / Journey on to the eternal reward.”

Su sonido expansivo y potente, cargado de una energía cambiante y movediza puede percibirse en cada uno de sus tracks. Musical y estilísticamente, Love es quizás el gran eslabón perdido de su época y uno de esos discos hechos para ser consultado pero no copiado. Que no quepa duda que en 1985 The Cult estaba enseñándole a todos de donde venía y hacía donde podía dirigirse el rock en la segunda mitad de la década.

13 Sep 2014

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Rossana Montalbán

Rossana Montalbán es periodista, investigadora y escritora. Fundadora y editora general de Crónica Sonora. Autora del libro “Tanto insistir" biografía de los pioneros del hardcore melódico BBS Paranoicos. Investigadora en género y feminismos en la música. Coordina desde 2021 el Club de Lecturas para Subir el Volumen: Música, género y feminismos. Ha colaborado con el Observatorio Feminista del Libro RedFem, Mujeres Críticas de Música. Ha escrito para diversos medios digitales e impresos entre ellos Grinder Magazine, Fotorock.cl, Revista La Noche, o la revista de crítica cultural Luzes de Galicia. Actualmente se encuentra trabajando en su segundo libro.

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