DEL GLAM ROCK AL VISUAL KEI: ANDROGINIA, HOMOEROTISMO Y NUEVA MASCULINIDAD

El extravagante código de vestuario del Glam Rock quedó grabado en las memorias de la escena musical; maquillaje recargado, colores brillantes y pantalones apretados. ¿Lo más importante? Eran hombres quienes vestían estos atuendos, marcando un antes y un después en la percepción de la sexualidad masculina en occidente.
Las cambiantes representaciones de la masculinidad que ocurrieron en la escena musical a finales de los 60’s y principio de los 70’s fueron parte de una serie de repercusiones culturales de un mundo que vestía nuevos colores: La legalización de la homosexualidad y el crecimiento en los movimientos de la liberación de la mujer tuvieron un efecto en cómo se exploraba la representación masculina en las esferas culturales. La música siempre ha sido pionera en ejemplificar, bajo las luces del escenario, dichos cambios.
El caso del Glam Rock tiene entre sus ejemplos rostros tan reconocidos como lo es el de David Bowie. Adoptando un vestuario unisex que jugaba con elementos andróginos, la feminización de la figura masculina era mostrada como algo erótico, culminando con el travestismo performativo sobre el escenario.
Muchas veces el valor simbólico de la vestimenta ha sido mirado en menos en favor de los discursos. Sin embargo, algo no tiene que ser necesariamente textual para ser político y contestatario. La forma en la que se utilizan los recursos visuales tiene también la capacidad de desafiar las estructuras dominantes, cuestionando lo que se entiende por normal. El Glam Rock desafió directamente a la hegemonía heterosexual masculina de la época.
Algunas de las principales características del estilo visual del Glam eran el uso de glitter, telas brillantes y suaves como el satín y el terciopelo acompañadas de pantalones de látex o cuero. Colores llamativos, patrones de aspecto psicodélico e incluso uso de prendas socialmente entendidas como ‘de mujer’. Un ejemplo de esto es la carátula del LP The Man Who Sold the World, de David Bowie en 1970, en donde luce un vestido de satín crema con patrones de flores azules, el cabello largo y una pose que destila elegancia y seducción, no hay nada de ambiguo en la imagen, su mensaje directo.
Musicalmente el Glam Rock hacía uso de toda esta parafernalia para dar lugar a un sonido dramático lleno de artificios, con vocalistas que hacían uso de vibratos y notas altas (Como Bowie y Mercury), además de arreglos complejos de carácter progresivo. Lo glamoroso y femenino no tenía por qué significar carente de técnica o contenido.
La extensión de su influencia llegó a los rincones más inesperados del globo, como lo podemos ver en los elementos Glam que recogió el rock japonés de finales de los 80’s hasta principio de los 2000’s. Del otro lado del océano, Japón estaba cultivando su propia estética visual que desafiaba los cánones de masculinidad, con importantes similitudes al Glam, pero también con su propia identidad performativa.
El Visual Kei fue la rama del rock japonés que adoptó parte de la iconografía visual del Glam, como los atuendos extravagantes, el maquillaje exagerado y los peinados con volumen. El Visual Kei incluyó también dentro de sus características sonoras elementos electrónicos, punks y góticos, apuntando a una completa libertad de expresión artística.
Para este movimiento la expresión visual del estilo significó también la no conformidad con los patrones rígidos de una sociedad prohibitiva. Asociado con una generación rebelde, el Visual Kei ganó arrastre no solo con los jóvenes japoneses, si no que también la idea de la rebelión por medio de la extravagancia y de jugar con los elementos andróginos en el vestuario llegó hasta países como Chile, donde durante mediados del 2000’s se pudo observar como jóvenes adoptaban estos elementos como parte de su identidad.
Bandas como Malice Mizer representaron esta corriente. De sonido con claras influencias góticas, de arreglos complejos que mezclaban los efectos de la guitarra con los sintetizadores, lo más distintivo era la particularidad de su vestimenta. Los colores fuertes se mezclaban con el negro en vestimentas góticas de rostros pálidos y prendas femeninas. Los integrantes de la banda usualmente se travestían tanto para las carátulas de los discos como para los conciertos, la extravagancia colorida del Glam se mezclaba con trajes de corte aristocrático que hacían parecer a los artistas como salidos de una novela de vampiros, utilizando incluso elementos circenses.
Esto no solo presentó una nueva forma de masculinidad no heterosexual, si no que también se transformó en una nueva idea de lo que era atractivo para las mujeres, quienes muchas veces eran público objetivo de las bandas. De la misma forma en que el Glam llegó de la mano de movimientos de liberación femeninos, el Visual Kei se transformó en un vehículo para que las mujeres pudiesen explorar su propia sexualidad sin que ellas fueran el objeto de deseo.
Un ejemplo de esta nueva construcción de la sexualidad por medio del homoerotismo es Gackt, quien fue vocalista de Malice Mizer y comenzó su carrera solista a finales de los 90s. Siempre jugando con lo andrógino, el estilo de Gackt en aquella época se caracterizaba por la ropa ajustada que dejaba ver una figura delgada, maquillaje tan dramático como su actuación sobre el escenario, en donde sus canciones llenas de vibrato lo dejaban de rodillas. Plataformas, patrones de animal print y tres o más cambios de vestuario durante sus presentaciones son solo algunos elementos que hacen referencia a la influencia del Glam en su estilo.
Sin embargo, uno de los aspectos más recordados de los inicios de su carrera es el alto contenido homoerótico de sus conciertos. En una sociedad conservadora como lo es la japonesa, Gackt no tiene reparos en mover su pelvis de forma sugerente, los pantalones apretados con textura de piel de serpiente ayudando con la imagen.
En sus conciertos, durante una de sus canciones más populares -y cuya letra tiene alto contenido sexual’ Vanilla de 1999, Gackt seduce a su guitarrista con movimientos sugestivos, caricias e incluso besos, lo cual marca el punto álgido de la canción con un público mayoritariamente femenino que grita hasta el cansancio. Al igual que David Bowie, acá se da un paso más allá de lo ambiguo, cruzando hacia un erotismo que ya no es estrictamente heterosexual.
Gackt demuestra un importante rango vocal, alcanzando altos característicos del Glam Rock para luego adoptar un tono grave y profundo con arreglos con redobles y pausas que le dan un tono grandilocuente a sus canciones. Su música no es una broma, la feminización y el homoerotismo no son usados como un recurso cómico, sino que, como otra forma de expresión de una identidad diferente, y también como una herramienta para una generación que no se conformaban con los cánones establecidos.
La carrera de Gackt, al igual que la de muchos artistas japoneses, ha evolucionado desde el Visual Kei de aquella época, aun así mantiene elementos que conservan la idea central del movimiento: La libertad en la expresión corporal y visual para resignificar las distintas formas de ser hombre (o no serlo), abarcando un espectro que va más allá del binarismo de género, dándole además mayor libertad tanto a mujeres como a disidencias sexuales de descubrir y construir sus identidades con referentes de la cultura pop.
Tanto como resulta importante revisar el Glam Rock con una nueva mirada que reconceptualiza valores marcados por la heteronorma, es también un ejercicio interesante el echarles un vistazo a otros estilos más alejados del canon de occidente pero que comparten los mismos principios rebeldes y disidentes. Por supuesto, el mejor lugar para comenzar son los conciertos, instancia ideal para poder entender la importancia de las corrientes marcadas por un estilo visual transgresor. Gackt y Malice Mizer son buenos lugares para comenzar.