Rock and roll demente: El día que The Cramps tocó en un psiquiátrico.
“Somos The Cramps, de Nueva York. Condujimos unos cinco mil kilómetros para tocar aquí”, dice Lux Interior, cantante de los Cramps, mientras mira de reojo a alguien del público que se pasea por el escenario. Una voz se escucha desde el público gritando: “Fuck you!”, antes de que Lux continúe: “Alguien me dijo que todos ustedes están locos, pero no estoy tan seguro de eso. Yo los veo bastante bien”. Y entonces comienzan los acordes de “The way I walk” el segundo tema de la noche. Estoy hablando del concierto que The Cramps y The Mutants ofrecieron el 13 de junio de 1978 en el Hospital Psiquiátrico de Napa, California (Napa State Hospital), uno de los conciertos más memorables y demenciales de toda la historia del rock and roll.
The Cramps (1976-2009) es una banda que no necesita mayores presentaciones. Su música -una mezcla entre rock and roll, rockabilly, garage rock y punk- ha sido un aporte vital al rescatar el lado más oscuro del rock and roll y del garage, versionando canciones perdidas en singles sesenteros de escasa difusión, lados B y piezas de artistas y bandas garageras, muchas de ellas hoy consideradas de culto, como The Sonics, The Trashmen, Charlie Featers, Hasil Adkins, Slim Harpo o The Novas, pero también con versiones psicóticas y ruidosas de otros consagrados como Roy Orbison, Ricky Nelson o Elvis Presley. Pero tan importante e influyente como su música fue su estética, influida por John Waters, el cine de terror serie B, el sexo masoquista, el travestismo, más sus inigualables presentaciones en vivo, donde podía pasar literalmente cualquier cosa -vino chorreando, cortes, sangre, el cantante sobre los parlantes simulando una penetración-; todo esto les otorgó un respeto y una fama construida sobre la consecuencia absoluta con sus convicciones artísticas, pero también por su extravagancia demencial. Lux Interior solía usar tacones altos y ropa de látex ajustada, y muchas veces terminaba sobre el escenario en ropa interior -también de látex- o incluso desnudo. Poison ivy, pareja de Lux Interior y la otra mitad de Los Cramps, tocaba la guitarra con un estilo ruidoso, frenético, enfundada en minifaldas de leopardo y botas hasta la rodilla, con su eterna cabellera roja y sus ojos profundos pintados de negro.
Napa, California, es un lugar apacible, campestre, fecundo en viñas y vegetación, pero que desde 1875 cuenta con un hospital mental (Napa State), uno de los más longevos de todo el país y activo hasta el día de hoy. El edificio es una joya de la arquitectura decimonónica, sobrio, elegante y terriblemente lúgubre conocido como “el castillo”. El Napa State actualmente atiende a cerca de 1.200 pacientes con trastornos mentales de diversos tipos, intensidad y peligrosidad. Incluso en los últimos años ha logrado cierta fama de lugar al que nadie quiere ir, pues muchos asesinos y criminales que no pueden ser juzgados y enviados a la cárcel debido a su estado psiquiátrico, son enviados a Napa. En 2010, sin ir más lejos, uno de los internos estranguló y asesinó a una enfermera. ¿Cómo es que The Cramps llegaron a dar un concierto en este lugar?
Las versiones son muchas, confusas, incluso contradictorias. El simple hecho de que no existan grabaciones en video de The Mutants, la otra banda que tocó aquella tarde, ha dado lugar a explicaciones que dicen que su presentación fue ya entrada la noche -después de Los Cramps- y que, al no contar con iluminación artificial, fue imposible filmarlos. Sin embargo, la única nota de prensa del único periodista presente –Howie Klein de New York Rocker, quien más tarde se convertiría en un afamado productor musical- más las instantáneas capturadas por la fotógrafa Ruby Ray, comprueban que The Mutants tocó antes que The Cramps y a plena luz del día. Lo cierto es que la presentación de The Cramps sí fue filmada por Target Video, una productora/estudio independiente fundada en 1976 con el objetivo de filmar presentaciones de bandas del punk rock y el underground de aquellos años, como los Dead Kennedys, The Mutants (tocando en una escuela para niños sordos), Devo, Iggy Pop y Black Flag. Y lo del Napa State fue un providencial rescate de uno de los momentos más intensos del rock and roll y del punk rock, que logró ser publicado recién en 1984 con un pequeño tiraje, por lo que la cinta comenzó a ser pirateada y a circular como objeto de culto. Incluso muchos afirmaban que se trataba de un simple mito urbano. Pero comenzando el siglo XXI, el concierto volvió a ser publicado, esta vez en DVD, con el concierto de The Cramps (ocho canciones en poco más de veinte minutos; se ignora si es el set completo o si la grabación perdió alguna otra pieza) más material registrado por Target ellos para otros artistas. Hoy en día es fácil encontrar la grabación: YouTube lo soluciona todo. Y, a pesar de que la imagen -en blanco y negro- es de muy mala calidad, al igual que la iluminación y el audio, el valor de la cinta es el rescate del momento, de la honestidad y actitud de un momento genuino del rock and roll.
El concierto muestra a unos Cramps en plena forma, quizás en uno de sus mejores momentos. Eran una banda joven, con pocos singles a su haber, potentes, vitales, y con la formación más clásica de su carrera: además de los estables Lux Interior (voz) y Poison Ivy (guitarra), tenemos a Nick Knox, baterista por antonomasia de The Cramps, y al amenazante y misterioso Bryan Gregory en la guitarra. Sí, otra guitarra, y más distorsionada y sucia aún que la de Poison Ivy. Por entonces, y hasta bien entrados los años 80, The Cramps era una banda de dos guitarras y no usaban bajo, dejando las frecuencias graves solo al bombo de la batería; otra marca identitaria de una banda singular. Los temas interpretados aquella tarde fueron “Mistery plane”, “The way I walk”, “What’s behind the mask”, “Human Fly”, “Domino”, “Love me”, “Twist and shout” y “TV Set”. Y mientras el concierto avanza, el público cada vez va tomando mayor confianza, suben al escenario a saltar como si se tratara de un rito vudú, se pasean entre los músicos con la mirada perdida, algunos bailan como poseídos por un espíritu maligno, mientras el mismo Lux Interior, con la camisa desabotonada canta como un poseso, se mueve por el escenario, baja a mezclarse con el público, baila con ellos. Algunos miran fijamente al cantante sin mover un músculo y de pronto estallan en una algarabía sin control, suben al escenario y comienzan a gritar ruidos inarticulados al micrófono. Y Lux, en vez de arrebatarles el protagonismo, se une a ellos, incorporando sus erráticas performances como parte del show, volviéndolo un momento de desenfreno absoluto y de horizontalidad artista-audiencia pocas veces visto.
La crónica de Howie Klein publicada en la revista New York Rocker en 1978 nos entrega más detalles de aquella tarde: “Solo digo que nunca había visto un espectáculo en el que el público, las bandas, la música y todo estuvieran tan sintonizados en el mismo plano (…) Nunca había visto tanta participación de la audiencia, ni siquiera en Londres. Durante el incisivo «What’s behind the mask» de los Cramps, una joven vivaz saltó sobre la espalda de Lux y se mantuvo firme durante toda la canción, gritando al micrófono por encima del hombro (…) Mientras tanto, dos pacientes escaparon por una valla y fueron vistos corriendo por la carretera. («Ya no los perseguimos. No tienen dinero y volverán en un par de días», me respondieron). El mismo Lux Interior, en una entrevista más de veinte años después, confirma las fugas que hubo durante el concierto: “Cuando tocamos ahí, dieciséis de los internos escaparon. Y eso fue un gran problema, otras personas se enteraron de eso en otras instituciones mentales, así que cuando tratamos de tocar en otros lugares así, nunca pudimos”.
El escenario fue improvisado en las escaleras de una de las salidas al patio del Napa State, y entre la audiencia solo había personal médico y administrativo del hospital, más algunos (drogados) amigos de las bandas, el equipo de Target Video, Howie Klein, y unos doscientos internos que, por lo que se ve en el video y lo que comentan los testigos, tuvieron uno de los mejores momentos de su estadía en el Napa. Y ese es un tema para considerar, ya que, desde cierto punto de vista, hacer un concierto con una banda como The Cramps en una institución psiquiátrica puede parecer un experimento que roza el morbo; sin embargo, las intenciones de los involucrados no parecen haber sido tales. Para Joe Rees, fundador de Target Video y camarógrafo del concierto: “Todos fueron realmente responsables y tenían intenciones honorables para todo el evento, así que fue algo hermoso. Nadie sabía cuál iba a ser la respuesta. Nadie se dio cuenta realmente de la magia que iba a ocurrir a partir de la parte interactiva entre los animadores y los pacientes. Cuando miré desde la cámara, vi que sucedía algo, y eso era pura inocencia, una especie de espíritu interactivo puro y mágico. Los Cramps estaban en el apogeo de sus poderes. No se podía distinguir a los pacientes de la banda”. El mismo Lux Interior confirma que su aparición, lejos del morbo, tenía que ver sobre todo con la música: “Siempre habíamos querido tocar en una institución mental, porque sentíamos que el público habitual se portaba más tímido de lo que nos hubiera gustado, mientras ellos solo se dejan ir”, cuenta en una entrevista de 1990.
Pero, más allá de las intenciones de The Cramps, ¿cómo es posible que desde el hospital mental hayan aceptado hacer un concierto así? Aquí las versiones vuelven a confundirse, incluso a contradecirse. Sin embargo, con la información que se puede tomar de distintas entrevistas a los involucrados, al parecer la historia tiene dos vertientes: una, Bart Swain, el entonces director de un área de especialidades del hospital, quien pensaba que llevar música a los pacientes les ayudaría en su tratamiento, y que ya había llevado a algunos pequeños y calmos conjuntos de cuerdas para el singular público de la institución. Y, por otro lado, la gente de Target Video, quienes solían organizar este tipo de eventos poco convencionales para filmarlos. Joe Rees, el camarógrafo de Target, recuerda: “Nosotros, básicamente por broma, llamamos al instituto mental y dijimos: ‘Nos gustaría ofrecer una presentación de música en vivo para los pacientes, una presentación de música en vivo gratis’. para entretenimiento; no tuvimos muchos problemas de autorización. Ahora todo el mundo tiene miedo de ser demandado». El que contestó esa llamada fue Bart Swain, quien autorizó el show en el hospital, aunque sin saber quiénes eran realmente The Mutants y The Cramps (con esos nombres, algo debió sospechar, ¿no?). Existen fuentes que mencionan al mismo Howie Klein como el productor del evento, lo cual suena verosímil, considerando que Klein por entonces, además de escribir en el New York Rocker, ya había fundado la primera radio independiente de punk rock en Estados Unidos, participaba en fanzines y revistas, y promovía conciertos punk.
Como dato curioso, y muy curioso, se puede mencionar el trabajo de Iain Forsyth y Jane Pollard, una pareja de cineastas ingleses, que en su obra File under Sacred Music se propusieron rehacer el video de la presentación de los Cramps en Napa. Primero, consiguieron un grupo de músicos/actores para interpretar a los cuatro miembros de The Cramps, más otros extras que harían del personal médico y del público que se ve en el video de Target. Las tomas son exactamente las mismas, los planos y las secuencias, el movimiento de los músicos y del público también. Incluso la grabación se hizo en una cinta en blanco y negro borrosa y granulada y degradada aún más copiándola una y otra vez. El escenario fue especialmente construido en el Teatro ICA el 3 de marzo de 2003 y duplica casi a la perfección las escaleras de la entrada del Napa State. La pregunta que, como artistas, querían instalar, tenía que ver con el estado del arte, hasta qué punto lo ‘real’ sigue siendo importante en una cultura actual obsesionada con la simulación, el disfraz, el remake, las fake news y dominada por las redes sociales. ¿Por qué eligieron el concierto de los Cramps en Napa como punto de partida para esta obra? No lo sé, pero supongo que tiene que ver con la honestidad, lo real y genuina que fue aquella presentación, en tiempos en que internet no existía y las bandas no buscaban salir bien en la foto las veinticuatro horas del día.
¿Y qué es el (verdadero) rock and roll más que eso? Honestidad, liberar a la música de la sobrecarga, el barroquismo y la conceptualización intelectual del sonido. Como dijo el fallecido Lux Interior en una de sus primeras entrevistas para NME, cuando calificó a las bandas experimentales no wave neoyorquinas contemporáneas a The Cramps como “un montón de estudiantitos de arte que no saben nada de rock and roll ni les importa (…) Nosotros queremos ser una banda de rock and roll, y lo seguiremos siendo incluso después de muertos”. Y así fue, Lux. Así fue.