JOHNNY B GOODE : UN RIFF QUE NO DESCANSA

JOHNNY B GOODE : UN RIFF QUE NO DESCANSA

En la película Back to the future, el protagonista Marty McFly – interpretado por Michael J Fox- sube al escenario donde la banda Marvin Berry and the Starlighters acaban de interpretar el clásico “Earth Angel”. Estamos en 1955 y Marvin Berry acaba de lesionarse la mano, lo que le impide seguir tocando. Marty -que viene viajando desde 1985, es decir, desde el futuro – se calza una Gibson (la misma que usó en casi toda su carrera Chuck Berry) y anuncia que “esta canción es antigua… Antigua desde yo vengo”, luego les da un par de instrucciones simples a los músicos que lo acompañan y comienza a tocar el inconfundible riff de “Johnny B Goode”. El público, incrédulo al comienzo, comienza a dejarse llevar por el ritmo y pronto comienza una especie de catarsis, de liberación de energía contenida. Marvin Berry, extasiado, corre al teléfono y llama a su primo Chuck. Chuck Berry. “Este es el ritmo que estabas buscando”, le dice y apunta el auricular para que Chuck escuche lo que Marty McFly está haciendo sobre el escenario: “Johnny B Goode”. Este momento de epifanía -y de cruces y paradojas temporales- será cuando nazca el rock and roll.

Pero, por supuesto, el rock and roll no lo “inventó” Marty McFly, ni siquiera Chuck Berry. El director Robert Zemeckis simplemente se dio el lujo de jugar con la historia y cambiarla a su gusto -un par de décadas más tarde Tarantino haría lo mismo al acribillar a tiros a Hitler en Unglorious Basterds-, pero la verdad es que, aunque a muchos nos duela, Marvin Berry no existió, ni tampoco los Delorean que viajan por el tiempo. Y el rock and roll, para octubre de 1955 (momento en que se ambienta la escena de la película), ya estaba en plena marcha. El mismo Chuck Berry había publicado en junio de 1955 la canción “Maybellene”, para muchos la primera canción rock and roll de la historia, aunque tampoco podría estar de acuerdo con quienes afirman esto. Este estilo musical, al igual que el punk o el garage rock, no nació de un día para otro ni fue “inventado” por una sola persona. El rock and roll viene de un largo proceso, desde la base blusera clásica, con aportes de rythm and blues, el country, más los aportes creativos de un sinfín de artistas, la mayoría hoy olvidados. Para discutir sobre cuál es la primera canción rock and roll necesitaríamos un artículo extenso y completo, y aún así dudo llegar a una respuesta certera. Solo puedo adelantar: no fue “Johnny B Goode”.

Independiente de todo esto, “Johnny B Goode” es por lejos la pieza más famosa de Chuck Berry y quizás de todo el rock and roll, imitada y versionada por cientos de artistas alrededor del mundo, desde Elvis Presley a Coldplay, pasando por John Lennon, Bon Jovi, Jimi Hendrix, Judas Priest, AC/DC, los Rolling Stones, Sex Pistols, Stray Cats y un larguísimo etcétera. Ubicada en el séptimo lugar de las 500 mejores canciones de todos los tiempos de la revista Rolling Stone, y el número uno entre las 100 mejores canciones de guitarra de todos los tiempos de la misma revista, “Johnny B Goode” es una pieza clásica y fundamental, y no solo del rock and roll, sino de la música y el arte en general, un portento, un verdadero patrimonio de la humanidad. Y no exagero: su grabación original fue incluida en el Disco de Oro de la sonda Voyager -que fue lanzada al espacio en 1977- como un testimonio de la humanidad. Estas sondas tardarán unos cuarenta mil años en acercarse a la estrella más cercana al Sistema Solar. Si en el camino se topa con algún tipo de civilización inteligente, los alienígenas podrán deleitarse con Bach, Beethoven, Stravinsky y, por supuesto, bailar al ritmo de “Johnny B Goode”.

El tema, o más bien la frase del título, nació como un juego de palabras basado en el “Johnny, be good” que Berry solía decirle a su pianista Johnny Johnson cuando este tenía problemas para despegarse de la botella. El pianista había sido, de alguna forma, el descubridor de Chuck Berry, pues en 1952, cuando Johnson lideraba un trío que triunfaba en locales de Illinois y Misouri, se quedó sin saxofonista para un concierto y, buscando a quien lo pudiera sustituir, decidió confiar en un joven y desconocido guitarrista llamado Chuck Berry, quien apenas empezaba a cantar en solitario en algunos bares, versionando temas de otros artistas. Por supuesto, Chuck no se lo tomó a la ligera, aprovechó la oportunidad y, con la arrolladora personalidad que lo caracterizaba, poco tiempo después se puso al frente del grupo. Johnson y Berry siguieron siendo amigos, e incluso el pianista llegó a ayudar en la composición de canciones como “Maybellene”, aunque nunca llegó a aparecer en los créditos. 

La frase “Johnny, be good” se transformó en “Goode” porque Berry había nacido en la Avenida Goode 2520, de la ciudad de Saint Louis, Misouri, al lado del río Misisipi. La letra nos cuenta una historia situada en “lo profundo de Luisiana, cerca de Nueva Orleans”, donde “había una cabaña de troncos, hecha de tierra y madera, en la que vivía un chico de campo llamado Johnny B Goode, que nunca aprendió a leer o escribir muy bien, pero sabía tocar la guitarra como quien toca una campana”, seguida del clásico “go Johnny, go” del coro. Es una letra que nos habla de un chico de campo, pobre, pero que sueña con transformarse en una estrella de los escenarios junto a su guitarra, una letra que Berry declara haber sido inspirada “más o menos” en su propia infancia. Vale decir que la letra inicialmente hablaba de un “coloured boy” (chico de color), pero, para que el tema pudiera entrar a las radios americanas, Berry lo cambió por un “country boy” (chico de campo), una jugada que nos recuerda tanto el racismo enfermizo de aquellos años en Estados Unidos como la astucia comercial innata del viejo Chuck. Sobre esto señaló durante una entrevista en los años ‘70: “Los teatros estaban segregados, pero a la audiencia blanca le gustaba la música negra y a la audiencia negra le gustaba la música blanca. Con mi música logré complacer a ambas”.

Quizás el dato más curioso en la historia de esta canción esté en el riff que le da inicio. Un riff que, con pocas variaciones, fue repetido hasta la saciedad por el mismo Berry en temas como “Let it rock”, “Roll over Beethoven”, “Carol”, “Sweet Little Rock & Roller”, “Bye bye Johnny” o “Back in the USA”, transformándose en su marca de fábrica y en uno de los clichés del género. (Una lectora o lector interesado y con el suficiente tiempo libre pondría estas canciones en una lista y escucharía la introducción de cada una antes de saltar a la siguiente. Después las escucharía todas completas, por supuesto.) Pero lo curioso no es esto, sino que Chuck Berry tomó este riff de otra canción y lo insertó en el inicio de “Johnny B Goode” de manera prácticamente idéntica. Según el mismo Berry: “Estaba esa canción de Louis Jordan [“Ain’t That Just Like a Woman ”, de 1946]. Yo debí escucharla en la gramola de algún bar, a finales de los años ‘40. Me fijé en su riff de introducción, que me pareció brillante, lo archivé en mi cerebro y, muchos años después, cuando escribía Johnny B Goode, salió a flote y lo incorporé a la canción”. Y, en efecto, al escuchar “Ain’t That Just Like A Woman” es inevitable esbozar una sonrisa al reconocer casi al dedillo a la clásica intro de Chuck Berry, lo cual, valga decirlo, confirma que el rock and roll no viene de un solo cerebro y un solo par de manos, sino que es todo un proceso de influencias que demoró muchos años en tomar una forma y explotar en las caras del mundo.

El protagonista de la canción, Johnny B Goode, se volvería con el tiempo en un personaje recurrente en las canciones de Berry, destacando “Bye bye Johnny”, que cuenta también con una versión increíble de los Rolling Stones. Mientras tanto Johnny Johnson, el pianista alcohólico que inspiró el nombre de la canción, publicó su álbum más conocido bajo el nombre de “Johnny B Bad”. Hoy, a más de sesenta años de la aparición de la canción, tanto Berry como Johnson ya han fallecido, pero Johnny B Goode, el pequeño chico de campo de Luisiana que tocaba su guitarra a la orilla de la línea del tren, sigue con nosotros cada vez que su inconfundible riff nos da la bienvenida a una de las piezas más importantes del rock and roll. 

Go, Johnny, go!

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Emilio Ramón

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